Decisivo Arecibo para Tony Oliva
Cuando se hable de los inicios de carrera mٞás espectaculares de la historia del béisbol de Grandes Ligas, podrá mencionarse a Fred Lynn, el jardinero central de Boston que en 1975 fue tanto el Novato del Año como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana con una temporada en la que bateó .331 con 21 jonrones y 105 carreras remolcadas.
O tal vez pueda decirse el nombre, mٞás reciente, de Pete Alonso, el inicialista de los Mets de Nueva York que en el año pasado estableció una marca al disparar 53 jonrones como novato y luego arrasó como Novato del Año de la Liga Nacional, con 112 remolcadas y un promedio de .256.
Pero el cubano Tony Oliva continúa siendo clase aparte.
Natural de Pinar del Río, el jardinero no solo ganó el campeonato de bateo con los Mellizos de Minnesota en su temporada de novato en 1964 con un promedio de .323, con 32 jonrones y 94 impulsadas, sino que repitió٠como campeón de bateo en la de 1965 con .321 (acompañado por 16 jonrones y 98 impulsadas), al ayudar a que los Mellizos llegaran a la Serie Mundial de ese año con un equipo que incluía a sus compatriotas, el gran lanzador Camilo Pascual y al torpedero Zoilo ‘Zorro’ Versalles, Jugador Más Valioso de la Americana.
En total Oliva, un bateador zurdo de 6’1” de estatura salido del mismo molde de toleteros como Willie Stargell y Willie McCovey, registró una carrera de ensueño de 15 años en las Mayores, pero solo 12 de ellos en temporadas completas, todos con los Mellizos, que incluyó un tercer título de bateo en .1971 con .337, un promedio de por vida de .304, 220 jonrones y 1,917 hits, que algún día, si finalmente los votantes del equivalente actual del Comité de Veteranos, le hacen justicia, lo llevarán al Salón de la Fama, como ya han estado cerca de hacerlo dos veces.
Historia, antigua y conocida para muchos, lo sé.
Lo que tal vez no sea tan conocido es que Oliva reconoce que parte de ese espectacular inicio él se lo debe a su paso por la liga invernal boricua.
Hablando con José Berríos.
Oliva, quien actualmente está cumpliendo 60 años como miembro de la organización de los Mellizos, firmó con estos en 1960 y libró sus primeros años como profesional en las ligas menores entre 1961 y 1963 sin jugar en el invierno, cuando, al cambiar la situación política de su país, ya no podía regresar a Cuba ni jugar en su erradicada liga profesional.
“Al acabar la temporada en Estados Unidos”, dijo en una reciente conversación con The Gondol, “yo regresaba a Florida y vivía donde fuera, en St. Pete, porque no tenía casa”.
En 1963, cuando por segundo año seguido fue subido en septiembre por el equipo grande, ya había dado indicios en el verano de estar listo para las Mayores, al batear .304 con 23 jonrones y 73 remolcadas con el Dallas Fort-Worth en Triple A, y por primera vez la organización de Minnesota le pidió que jugara beisbol invernal.
Junto a Rod Carew.
“Yo iba a jugar en Venezuela, porque en Triple A tenía un compañero venezolano, César Tovar, que quería que yo fuera allٞá”, recordó.
“Pero los Twins prefirieron que fuera a Puerto Rico, porque era parte de Estados Unidos y yo no necesitaba papeles para ir allٞá”.
Y en su caso los ‘papeles’ resultaban una posible complicación: al llegar inicialmente a los Estados Unidos, Oliva, cuyo nombre verdadero era Pedro, tuvo que asumir la identidad de su hermano Tony, tres años menor que él, algo que rectificaría algunos años después y que a la postre le llevó a cambiarse su nombre legal a Pedro Tony OIiva.
Por suerte, en Triple A, Tony tenía también un compañero puertorriqueño, Carlos Bernier, quien se lo llevó para jugar con los Lobos de Arecibo, una franquicia nueva, creada para la temporada de 1960-61.
En buena medida, en Arecibo Tony casi pudo sentirse como si estuviera en Cuba: “El dirigente era el cubano Tony Pacheco”, recordó, mencionando a quien luego fuera ‘coach’ de grandes ligas con Cleveland y Houston, “y allí estaban jugadores cubanos como Miguel Cuéllar, Cookie Rojas, Miguelito de la Hoz…”.
Fue, de hecho, la ٞépoca dorada de la presencia de peloteros cubanos en la liga boricua, gracias a la desaparición de la liga de su país -considerada la mejor del Caribe- y, como en el caso de Tony, el deseo de evitar los trámites especiales de pedido de visa al mantenerse en territorio americano.
De hecho, entre las siete temporadas de 1961-62 y 1967-68, los cubanos ganaron cuatro títulos de bateo en Puerto Rico, comenzando por De la Hoz con San Juan en la campaña de 1961-62, incluyendo a Tany Pérez con Santurce en la de 1966-67 y a Tony Taylor con San Juan en la de 1967-68.
Y Oliva se unió al combo en su única temporada con los Lobos, al ganar el título de bateo con .365 en la de 1963-64..
Con razón no olvida su única campaña en el béisbol boricua.
“Recuerdo que en Puerto Rico vivٟían muchos cubanos”, dijo, “y que los otros equipos también tenían muchos jugadores cubanos”.
“Pero mientras que los extranjeros de los otros equipos se quedaban en San Juan, todos los de Arecibo nos quedábamos en un hotelito del que ahora no recuerdo el nombre, pero sé que al frente había un parquecito”.
“Es que era mejor, porque los juegos terminaban a las 11 de la noche y a esa hora, coger para San Juan desde Arecibo, en esa ٞépoca…”.
A la postre, Arecibo no avanzó a los playoffs’: “Teníamos un buen equipo, pero había otros equipos mejores”, dijo.
Y, al eliminarse los Lobos, Oliva tuvo su única otra experiencia de beisbol invernal: “En enero me llevaron a reforzar en los ‘playoffs’ al Licey en la Liga Dominicana y terminamos ganando el campeonato”, dijo.
“Ya no existía entonces la Serie del Caribe -por no estar Cuba- pero sí me parece que de todos modos se jugó una serie pequeña, contra Venezuela y quizٞá Puerto Rico, no recuerdo dónde”.
“Pero Puerto Rico fue un impulso enorme para mi carrera y para llegar a Grandes Ligas”, dijo. “Tuve la oportunidad de jugar ese año contra jugadores como Clemente, Cepeda, Pizarro, Rubén Gómez… ademٞás de los muchos importados buenos que estaban en grandes ligas o a punto de llegar a grandes ligas”.
Su entrada al Salón de la Fama no estaría en suspenso ahora, sin embargo, de no haber sido por la lesión de la rodilla que sufrió a fines de la temporada de 1971, cuando ganaría su tercer campeonato de bateo.
“Fui a buscar una bola, un tejano que habٟían bateado, y me caí y lastimé”, recuerda sobre el accidente que sufrió sobre la grama mojada en el parque de Oakland.
Perdió el resto de esa temporada y solo jugó 10 partidos en 1972 -donde, para no perder la costumbre, bateó .321.
Cuando finalmente pudo regresar en 1973, cuando bateó .291 con 16 bambinazos y 92 remolcadas, ya lo hizo aprovechando la nueva posición de bateador designado, que sería la suya durante los últimos cuatro años de su carrera, hasta retirarse luego de la temporada de 1976.
“Seguro que esa lesión fue la que perjudicó mi carrera”, dijo. “Me ocurrió cuando yo estaba entrando al apogeo de mi carrera, con ocho años en las Mayores”.
“De no haberla tenido, estoy bastante seguro de que hubiera terminado con 3,000 hits, o cerca, y quizٞá como con 350 cuadrangulares”.
Pero es una carrera que aun sigue con los Mellizos, donde Tony, quien cumplió 82 años en julio, trabaja en relaciones públicas con el equipo y participa dos veces por semana en la transmisión radial en español de los juegos.
“También me llevan al ‘spring training’ y doy mis consejitos a los jugadores”, dijo.
Entre sus favoritos con los Mellizos, que han vuelto a transformarse en una de las mejores franquicias de la Liga Americana, se encuentran dos estrellas boricuas: el jardinero Eddie Rosario y el lanzador José Berríos.
“Los dos son grandes jugadores, y estٞán entrando ya al apogeo de sus carreras”, dijo. “Berríos es tremendo ‘pitcher’ y Rosario lo hace todo bien”.
“Son muy buenos muchachos pero, ademٞás, lo oyen a uno… algo que no hacen todos”.
¿Y él ha tenido la oportunidad de hablarles a menudo este año, marcado por la pandemia y el distanciamiento social? Habrá sido de lejitos, ¿no?
“Ni siquiera de lejitos”, dijo, riendo. “Por teléfono”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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