A puño limpio contra el COVID-19
Mientras que muchos atletas de todos los deportes y de todas partes del mundo pueden estarse lamentando de que la pandemia del coronavirus ha frenado sus carreras, el boxeador profesional Rey Ojeda está ayudando en grande la lucha contra la enfermedad.
Enlistado en el Ejército hace tres años en un acuerdo por seis años, y asignado a Fort Campbell, Kentucky, el canovanense Ojeda obtuvo un permiso especial del Ejército para volver a pelear y el 9 de noviembre del año pasado, en Juncos, en su primera presentación en cuatro años, el peso ligero puso su récord en 19-0 con nueve nocauts al derrotar por decisión en ocho episodios al argentino Emiliano Martín García.
Tentativamente, su promotor, Javier Bustillo, tenía previsto volverlo a poner en mayo. “pero eso estaba en veremos”, dijo Ojeda. “El Ejército tiene que venir primero y para pelear ellos tienen que darme el permiso, y eso estaba en duda porque ya para esta época unidad estaba en misión (en alerta) para ir a prestar ayuda en caso de que hubiera alguna emergencia o algún desastre natural en el interior de los Estados Unidos”.
“El año pasado, por ejemplo”, dijo. “si hubiera habido un huracáٞn en Puerto Rico, nos hubieran mandado para allá”.
Este año, desgraciadamente, el coronavirus se ha convertido en un desastre natural de proporciones mundiales y, en Estados Unidos, ha atacado con su mayor furia a la ciudad de Nueva York.
Y, desde hace dos semanas, Ojeda, quien en el Ejercito se especializó como técnico de rayos X y pertenece a la unidad 531 HC (Hospital Center), fue enviado a Manhattan, en uno de los epicentros mundiales de la pandemia.
“El Ejército hizo un hospital completo en el Centro de Convenciones de Manhattan, junto al río Hudson”, explicó. “Aquí estamos dos unidades, la mía y la Novena Unidad de Fort Hood, en Texas, y justo al lado de nosotros, en el río, está el barco hospital del Navy “.
“La idea original era que nosotros viniéramos a ayudar a los hospitales locales dándole atención a los pacientes que tuvieran otros padecimientos, no el COVID-19, pero hemos terminado atendiendo solo los pacientes del COVID”.
En el caso de Ojeda, “yo tengo a cargo sacarles las placas, pero solo se les está sacando placas del pecho, no de otras partes del cuerpo, para ver cómo va la enfermedad o. en el caso de que estén entubados, para ver cómo está el entubamiento”.
De ese modo, su contacto con cada uno de ellos es de pocos minutos.
“Son mayormente personas mayores y se ven agotados”, dijo, “pero hasta ahora no me ha tocado ningún entubado”.
Ojeda, sin embargo, dijo que se siente seguro: “Cuando uno está aquí en contacto con pacientes tiene que pasar por un protocolo bien largo, y hasta tedioso: me pongo la mascarilla y tengo que lavarme las manos, las gafas, y tengo que lavarme las manos otra vez, y así con todo”.
“Pero tengo que decir que me siento seguro”, dijo.
“Y la verdad es que estoy impresionado: me he dado cuenta de que el Ejército está bien preparado”.
Ojeda, cuya esposa e hijos están en Fort Campbell, dijo que su misión actual está prevista para terminar en junio, “pero yo creo que vamos a estar aquí hasta julio”.
Ya para entonces, espera él -y de seguro muchos- la mortal enfermedad estará bajo control.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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