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Un campeón olvidado

 

En su momento, Julio Gervacio, nacido en la República Dominicana pero radicado desde niño en Puerto Rico, fue un estupendo y carismático peleador cuyas presentaciones transmitían las telecadenas norteamericanas.
Estaba ligado al poderoso promotor puertorriqueño Pepe Cordero, considerado en una época como el poder detrás del trono en la AMB, quien a través de los años tuvo también a campeones como Samuel Serrano, Daniel Jiménez, Rafael del Valle, José ‘Cagüitas’ de Jesús, el hoy presidente de la Comisión de Boxeo, Víctor ‘Luvi’ Calleja y Alex ‘El Nene’ Sánchez.
El 28 de noviembre de 1987, con marca de 15-0-2 y 13 nocauts, venció por decisión unánime en el Coliseo Roberto Clemente al muy bien cotizado peleador texano Louie Espinoza (25-1 y 21 nocauts) para arrebatarle el cetro supergallo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).

Sin embargo, perdió el cetro en su primera defensa, también en el Roberto Clemente, al caer por decisión dividida el 27 de febrero de 1988 ante Bernardo Piñango, quien tenia marca de 21-2-3 y 14 nocauts, uma estrella del boxeo venezolano gracias a haber ganado la medalla de plata en las Olimpiadas de 1980 en Moscú y luego haberse coronado como campeón mundial del peso gallo, por lo que se convirtió así en el primer venezolano en ganar cetros en dos divisiones distintas.
Fue una pelea que resultaría ser transcendental para el boxeo mundial: poco después la comisión local informó٠que Piñango había dado positivo a cocaína en el dopaje, pero la AMB rehusó anular el resultado de la pelea y devolverle el campeonato a Gervacio aduciendo que se habían registrado irregularidades en el manejo de las muestras.

Contra Juan Manuel Márquez. 

Se produjo entonces la guerra con la AMB en la que, respaldado por Cordero, el presidente de la comisión boricua, Luis Batista Salas, terminó retando al venezolano Gilberto Mendoza por la presidencia del organismo, y, a la larga, se produjo el rompimiento que condujo a la creación de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Gervacio, quien apenas tenia 20 años cuando se hizo campeón, jamás volvería a coronarse: en 1989, cayó por decisión ante Kenny Mitchell, otra vez en el Clemente, al disputar el cetro vacante de la OMB, en su siguiente pelea perdió ante el futuro monarca mundial Orlando Fernández, y, en su última pelea de título, perdió en 1995 ante su compatriota, Héctor Acero Sánchez, al disputar el cetro supergallo del CMB en Atlantic City.
Terminó su carrera en 1997 con marca de 30-7-2 y 23 nocauts, después de tres nocauts seguidos, dos de ellos ante Juan Manuel Márquez y el cubano

 

Entonces su vida siguió desmoronándosele.
“A lo último yo me fui a vivir en Boston con mi familia”, recordó recientemente. “Allí estaba solo, sin promotor mi nada, y así hice mis últimas cinco peleas”.
En 2002, fue arrestado y convicto en Nueva York por venta de drogas.
“Tuve un problema por un amigo que había dejado algo dentro del carro”, explicó.
Luego de cumplir una condena de cárcel, fue deportado en 2009 a la República Dominicana, pero en 2011 fue arrestado de nuevo por las autoridades de inmigración en Aguadilla por tratar de entrar ilegalmentre al país y terminó cumpliendo otros siete años en la cárcel federal.
“Es que mi hija tuvo un problema en Puerto Rico y yo me desesperé y por eso traté de entrar así”, dijo.
Luego de cumplir su condena, fue deportado nuevamente y desde hace siete años reside con sus hermanos en La Romana, donde nació.

 

“No tengo dinero”, dijo. “El último dinerito que tenia se quedó con él Yamil Chade, quien fue mi último manejador”.
“Yamil lo que hizo fue llevarme donde Don King: incluso, como condición para que firmara a Tito Trinidad, Yamil le dijo a Don King que también tenía que firmarme a mí”.
“Pero aquí (en la República Dominicana) nadie quiere ayudarme”, agregó. “La gente me dice: ‘Pero es que tú nunca representaste a la República Dominicana, siempre peleabas por Puerto Rico’”.
Gervacio, de paso, siempre subía al ring con las banderas de Puerto Rico y la República Dominicana.
“Lo que estoy haciendo es entrenando a unos chamaquitos en el gimnasio”, agregó, “y tengo a uno que ya está por hacerse profesional”.
“Pero no gano dinero por eso: si me nombraran oficialmente, sí sería un trabajo, pero no me han querido nombrar”.

 

Tiene expectativas que parecen inalcanzables: que algún día, en la República Dominicana o Puerto Rico, le concedan una pensión como excampeón mundial. O de alguna forma recuperar el dinero que él asegura que le quedó debiendo Yamil, quien murió en 2009.
Entretanto, su ex esposa se volvió a casar, y él tiene hijos -con ella y otras mujeres- repartidos en distintas partes de los Estados Unidos: en Boston, Miami, Nueva York, Connecticut…
“Tengo siete hijos reconocidos pero nunca los puedo ver”, dijo Gervacio, quien hoy cuenta con 52 años. “Y estoy aquí, solo”.

 

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge L. Prez

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