El Correcaminos vuelve a correr
“En toda mi vida”, dijo Javier Hernٞández, dirigente de los Azucareros de Yabucoa y maestro de educación física desde hace 21 años en la escuela José Juan Maunez en Naguabo, “no he visto ha nadie que haya logrado recuperarse física y mentalmente de una lesión como esa, como lo ha hecho él”.
“Y no me refiero a otro pelotero… sino a ningún otro atleta”.
Los elogios del dirigente, mٞás que merecidos, van dirigidos a Cel Yomar Ortiz, quien en esta temporada de la Doble A, como si no hubiera pasado nada, ha vuelto a ser uno de los mejores jardineros centrales de la Doble A, donde ganó el Guante de oro en 2015, aparte de estar bateando .467 para ser uno de los líderes del torneo.
La palabra ‘milagro’ suele utilizarse a menudo, pero parece apropiada en este caso: en enero de 2017, poco antes del comienzo de la temporada de ese año, Cel Yomar trasteaba con la barra estabilizadora que se le había dañado al carro de su hermano junto a la carretera 30 en horas de la noche cuando fue atropellado por un auto cuyo conductor se daría luego a la fuga.
“Tuve fractura de la pelvis, del tobillo, y dos golpes en la cabeza”, recordó el jugador de 27 años, oriundo del barrio Ingenio de Yabucoa.
“Me pusieron 12 tornillos y tres placas en la pelvis”.
En el Centro Médico estuvo semana y media estabilizándose y otra semana y media en intensivo. A los dos meses “me bajaron por primera vez de la cama”, dijo.
“Al principio, mi familia no me decía lo de los tornillos y las placas para darme ánimo, porque sabían que si me lo decían yo iba a pensar que más nunca volvería a jugar béisbol”, agregó.
“Cuando volví al hospital y me lo dijeron, el mundo se me quería caer”, continuó. “Hasta caí en depresión”.
Poco a poco comenzó su recuperación.
“No tuve muchas terapias: solo siete, una cada semana”, dijo. “Pero yo mismo hacía los ejercicios después”.
Cuando todavía estaba tomando las terapias, recibió la autorización médica para empezar a caminar y a trotar.
En fin, pudo regresar para la temporada de 2018, aunque el veloz bateador zurdo y primer bate al que apodaban ‘El Correcaminos’ y se había estafado 15 bases para liderar toda la liga en 2016, todavía estaba en plena recuperación y solo bateó .152 con dos estafadas en 33 turnos al bate.
“Sentía todavía un poco de miedo, no solo de volver a lesionarme, sino de fallarle a la fanaticada porque sabía que esperaban mucho de mí”, dijo.
Un año más tarde, cree estar “en un 93% de donde estaba antes”.
“En cuanto a bateo y fildeo creo que ya estoy igual”, dijo Cel Yomar, quien juega con los Azucareros desde su debut en 2011, “y corriendo también excepto en el arranque, donde no tengo la misma velocidad en los primeros pasos”.
El dirigente Hernández no duda de él.
“Cel Yomar estٞá todo tiempo en ascenso”, dijo. “Cada semana que pasa muestra una mejoría”.
“Y se ha ganado el respeto no tan solo de sus compañeros, sino de toda la liga, por haber tenido la fortaleza física y la fortaleza mental como para recuperarse de una lesión como esa, que no es poca cosa”, concluyó.
Los Azucareros, que juegan como locales en el parque Francisco Negrón Díaz, de Las Piedras, debido a las series averías sufridas por el Félix ‘Nacho’ Millán, están segundos en el Sureste con marca de 5-3 y este domingo visitan a los Samaritanos de San Lorenzo a las 11 a.m. para un doble juego en el parque de Juncos.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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