El detestado ’round robin’
Hay fanáticos del béisbol invernal a los que nunca les ha simpatizado la idea de jugar un ‘round robin’ al inicio de la postemporada, prefiriendo el viejo sistema de jugar dos series semifinales y que los ganadores se enfrenten luego en la gran final.
Y si quisieran hallar al culpable indirecto de que el ‘round robin’ entrara a escena, no tendrían que ir muy lejos: el dedo acusador apunta hacia Carmelo Martínez, hoy en día uno de los ‘coaches’ de los Cangrejeros de Santurce.
La historia se remonta a la temporada de 1984-85.
El año antes, después de pasar máٞs de una década jiugando como los Vaqueros de Bayamón en el estadio Juan Ramón Loubriel, la antigua franquicia sanjuanera regresó al Hiram Bithorn para la temporada de 1983-1984, reasumiendo su nombre original de los Senadores de San Juan.
Para la temporada de 1984-85, sin embargo, un nuevo grupo adquirió el equipo, liderado por el afamado comentarista y narrador deportivo Ernesto Díaz González, y, buscando romper un poco con el pasado, terminó rebautizando al equipo como los Metros de San Juan.
Mako (derecha) junto a Santos Alomar, padre.
Pero al equipo no le fue demasiado bien durante el torneo regular, costándole eventualmente el puesto a su dirigente, el legendario exlanzador cubano de Grandes Ligas, Orlando ‘El Guajiro’ Peña.
Mako Oliveras, quien era su ‘coach’ de tercera base, fue nombrado entonces dirigente, posicion que ocupaba por primera vez en la que sería una ilustre carrera como dirigente en el béisbol invernal boricua y caribeño.
De alguna forma, los Metros lograron clasificar para la postemporada, llegando cuartos, pero, bajo el formato vigente entonces, eso solo quería decir que les tocarٟía enfrentarse en su serie semifinal, programada a siete juegos, al equipo que arribó en la primera posicion: los Indios de Mayagüez.
“Mayagüez había arrasado en la temporada regular”, recordֶó recientemente Mako, al aludir a un equipo repleto de estrellas, que contaba entonces con figuras como Terry Pendleton, Vince Coleman, Bobby Bonilla y el lanzador José ‘Chevel’ Guzmán, entre otros.
“Recuerdo que nosotros solo les ganamos un juego en toda la temporada”, agregó.
En esa epoca se jugaban temporadas de 60 juegos, por los que los equipos se enfrentaban 12 veces con cada uno de sus cinco rivales.
“Pero esa era la idea”, dijo Mako. “El equipo que llegaba primero tenía el beneficio de que le tocaba jugar con el que llegaba cuarto, y el segundo iba con el tercero”.
“Es lo mismo que se sigue haciendo en Grandes Ligas, donde al equipo con el mejor récord le toca jugar con el ‘wild card’”.
Pero ocurrió lo imprevisto: Carmelo ya había dado indicios de ser un toletero más que respetable, quedando incluso como MVP con los Vaqueros de Bayamón par de años antes. Además, venía de establecerse en Grandes Ligas con los Padres de San Diego, jugando en la Serie Mundial de ese año.
Y en esa semifinal contra Mayagüez se volvió loco dando palos.
“Los barrimos en cuatro juegos”, recordó Mako. “Todavía recuerdo como si fuera ayer que en el tercer juego, jugado en Mayagüez, ellos se fueron arriba rápidamente por cuatro o cinco carreras, pero entonces traje a relevar a Jorge Ojeda, quien tiró un cero tras otro y terminamos ganándoles”.
“Al día siguiente completamos la barrida”.
“A veces pasa que gana el equipo que entró último, porque está caliente por haber tenido que pelear hasta el final”, comentó Mako, quien ganaría su primer campeonato como dirigente ese año.
El otrora propietario de los Cangrejeros de Santurce, Hiram Cuevas, quien para esa época había sido contratado para desempeñarse como gerentge general de los Indios por el propietario Luis Gómez, no asimiló bien el golpe.
E iniciֶó de inmediato una campaña personal contra ese formato de semifinales.
Con cierta razón, argumentó que era injusto que un equipo dominante se expusiera a quedar eliminado en una serie corta, dado que en una serie corta cualquier equipo podía enracharse y terminar eliminando al equipo superior.
Y logró convencer a los dueños de que para el próximo año se jugara un ‘round robin’ con los cuatro semifinalistas.
Pero, para evitar que un equipo débil se enrachara y acabara con todo el mundo, el ‘round robin’ que se logró aprobar fue de 18 juegos.
“Sí, mientras más larga es una serie, más se supone que el mejor equipo sea el que gane”, dijo Mako. “Se supone”.
“Pero 18 juegos era una temporada completa”.
Así, al año siguiente se bajó a 12 juegos y, desde entonces, ese ha sido el formato utilizado más comúnmente, tanto en Puerto Rico como en otras ligas invernales, a veces emparejado con otra novedad: las series finales de nueve juegos.
Aunque ocasionalmente se ha regresado al formato antiguo.
Aparte de propiciar que el mejor equipo aumentara sus posibilidades de ganar, claro, también existía la creencia de que los fanáticos iban más al parque en la postemporada.
A menudo, sin embargo, no ocurrió así: con el tiempo, se ha comprobado que en las series muy largas, los fanáticos no empiezan a interesarse sino hasta que se está acercando la definición.
Por otro lado, también existe el peligro, en un ‘round robin’ largo, de que dos de los equipos se despeguen demasiado rápido y tenga que jugarse el resto del itinerario cuando ya todo estٞá decidido, algo que es particularmente peligroso este año cuando se está jugando un ‘round robin’ con solo tres equipos.
“Yo prefiero el sistema de las series semifinales”, dijo Mako. “Ahí todos los juegos son importantes”.
Otro detalle: “Ya en la Serie del Caribe se cambió el sistema de ‘round robin’, donde antes un equipo podٟía perder los primeros dos juegos y prácticamente quedaba eliminado”, recordó Mako.
Así, los campeones de Puerto Rico, Criollos de Caguas, ganaron la Serie de 2017 con un récord global de 3-3, después de haber perdido sus primeros tres juegos, mientras que las Aguilas de Mexicali quedaron subcampeones a pesar de haber jugado para 4-2.
Y Caguas ganó luego la Serie de 2018 con 4-2, después de haber estado en 2-2.
¿Qué hubiera dicho Hiram Cuevas?
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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