Se le hizo justicia a Julian Jackson
¿Qué hubiese pasado si, estando ambos en su apogeo, Félix ‘Tito’ Trinidad y Julian ‘The Hawk’ Jackson se hubiesen enfrentado algún día?
Nunca he tenido la oportunidad de hacerle esa pregunta al gran campeón boricua, pero sí se la hice hace algunos años al legendario campeón santomeño, y este me respondió lo que estoy casi seguro que también me hubiese respondido Tito: “Hubiera sido una gran pelea, pero yo lo hubiera noqueado”.
Por supuesto que Trinidad es clase aparte y fue una superestrella, pero no cabe la menor duda que, en términos de pegada pura, Jackson, que también estuvo bajo el manto promoteril de Don King, no se le paraba al lado a nadie, y han habido comentaristas que le han considerado el hombre que más fuerte ha pegado en la historia, independientemente de la división.
Y ahora, por fin, a la edad de 58 años, el Salón de la Fama del Boxeo Internacional, acaba de seleccionarlo como parte de su clase de 2019, junto a Buddy McGirt y Donald Curry.
“Me alegra mucho, porque eso quiere decir que ahora estoy en otro nivel, junto a leyendas como Leonard y Ali”, dijo días atrás. “Siempre le doy las gracias a Dios por haberme otorgado la habilidad que me dio para practicar este deporte”.
Elegible desde 2003, cuando había cumplido ya cinco años de retiro, Julian aseguró, sin embargo, que nunca perdió las esperanzas de entrar al Salón, aunque tampoco perdió mucho el sueño por ello.
“Sí oía que mencionaban mi nombre todos los años y no me elegían”, dijo, “pero eventualmente mi actitud fue que no iba a esperar nada: si me elegían, bien, y si no, también”.
En su carrera, que se extendió de 1981 a 1998, y en la que tuvo un récord de 55-6 con 49 nocauts y reinó como campeón junior mediano de la AMB (con tres defensas) y mediano del CMB (con cuatro defensas), Julian se destacó principalmente por propinar algunos de los nocauts más espeluznantes de su época.
Y eso que era la misma época en la que Mike Tyson practicaba ese fino arte anestesiador.
¿El más famoso de todos? Sin dudas el nocaut de un solo derechazo que le propinó al futuro campeón mundial Terry Norris en dos asaltos para retener su cetro de las 154 libras en 1989.
Pero cuando parecía destinado a saltar al superestrellato luego de ese espectacular nocaut sobre Norris, otro gran peleador de la época, Julian sufrió una lesión que le frenó el impulso.
Cuando entrenaba para su cuarta defensa del cetro de las 154 libras ante Raúl Frank en la cartelera del 18 de noviembre de 1989 en el Caesars Palace de Las Vegas que fue estelarizada por la defensa de Julio César Chávez ante el boricua Samuel Fuentes, en las pruebas rutinarias a Julian le detectaron un desprendimiento de retina en el ojo derecho.
La defensa se canceló, Julian fue operado y tuvo que dejar su cetro.
Cuando regresó a mediados de 1990, fue haciendo dos peleas a 10 asaltos para evaluar su condición. Eventualmente, en noviembre de 1990, ganó el vacante cetro mediano del CMB al noquear en cuarto asaltos al británico Herol Graham, pelea que no pudo celebrarse en Inglaterra, como estaba previsto, debido a que los jerarcas del boxeo británico prohibían que pelearan en sus tierras peleadores que hubieran sufrido desprendimiento de retina, así que terminó celebrándose en Andalucía.
Luego, aunque reinó por un tiempo en las 160 libras, Julian realmente no fue el mismo, y terminó perdiendo el cetro en 1993 ante Gerald McClellan cuando este lo noqueó en cinco asaltos.
“Claro que me hubiese gustado ganar m dinero, pero nunca viví la vida loca, y estoy bien de salud y bien mentalmente, por lo que no me puedo quejar, aparte de que vivo bien e hice buenas inversiones”, agregó Julian. “En mi época, no era tan importante el dinero que uno se ganaba, sino el trabajo que uno hacía para tener éxito”.
“Siempre me gustó el boxeo, lo aprecié y lo respeté”.
En realidad, claro está, Julian nunca se ha retirado del boxeo: hace años trabaja como coordinador boxístico del Departamento de Deportes de Islas Vírgenes y es el entrenador del equipo nacional, donde ha ayudado a desarrollar numerosos peleadores incluyendo a sus hijos Julius (un semicompleto con marca de 20-2 y 16 nocauts), John (un mediano con marca de 21-4 y 16) y su hijastro Clayton Laurent, Jr.
Este último, un peso completo con marca de 3-0 y dos nocauts, peleó el 7 de diciembre en la cartelera celebrada en Trujillo Alto y venció por decisión a Kenny Cruz Carrasquillo, preservando así la larga relación de Jackson con Puerto Rico, donde él hizo sus tres primeras peleas como profesional y 10 en total.
“Puerto Rico fue muy importante en mi carrera, ya que entrené allá y peleé como aficionado y profesional”, dijo Julian. “Siempre he admirado a los puertorriqueños, ya que han tenido muchísimos campeones y siempre tiene muchos peleadores de talento subiendo”.
Julian, a su vez, sigue esmerándose en desarrollar el talento de los jóvenes de su país.
“Para mí lo principal al entrenador a un boxeador es conocerlo completamente, como persona, para entenderlo y ayudarlo en todos los aspectos, no solo prepararlo para boxear”, dijo.
“De esta manera fomentaremos su crecimiento y su éxito como ser humano”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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