No necesariamente causó un estremecimiento parecido al que electrificó al mundo deportivo en 1990 cuando Mike Tyson se fue a pique ante Buster Douglas, pero de todos modos fue un suceso trascendental para algunos seguidores de los deportes: en la noche del sábado en Las Vegas, el irlandés Conor McGregor, aquel que era considerada la máxima superestrella de las artes marciales y que terminó ganándose alrededor de $100 millones por hacer un papel bastante honroso como rival de Floyd Mayweather el año pasado, regresó al mundo de los agarres y las patadas y terminó perdiendo por sumisión -es decir, rindiéndose- ante el ruso Khabib Nurmagobedov.

El encuentro enjaulado, que encabezó la cartelera UFC 229, fue en disputa del cetro ligero de la UFC y, según versiones periodísticas, resultó ser uno de gran altura hasta que Khabib, ahora con marca de 27-0, le aplicó un agarre estrangulador a Conor (21-3) a los 3:03 minutos del cuarto y último asalto, y este indicó que se estaba rindiendo.
No habría mucho más que decir en ese sentido: hasta el propio McGregor admitió después que había sido una derrota legítima.
El problema es lo que ocurrió a continuación: al parecer todavía eufórico por la victoria, pero ardiendo en deseos de seguir aniquilando gente, Nurmagobedov saltó del octágono y comenzó a agredir al Dillon Danis, un compañero de entrenamientos de McGregor.

Al mismo tiempo, dos ayudantes del ruso saltaron hasta dentro del octágono y comenzaron a agredir a McGregor, quien todavía estaba reponiéndose de la derrota.
El semimotín que se desató entonces provocó escenas de pánico y fugas entre el público: Dana White, el presidente de UFC, dijo que el gobernador de Nevada, que estaba entre los asistentes, había salido corriendo del edificio.
Luego de que el pandemonio amainara un poco, McGregor dijo que no radicaría cargos y el propio White indicó que una investigación inicial había hallado que el irlandés no había iniciado el incidente.

Sin embargo, Conor sí había provocado altercados extracurriculares en el pasado, como la ocasión en que fue arrestado el año pasado por haber empezado a romper los cristales de las ventanas de un autobús que transportaba a un grupo de peleadores -incluyendo a Nurmagobedov- luego de una cartelera en el Barclays Center de Brooklyn.
El caso de Nurmagobedov ahora es muy distinto, sin embargo, y White habló de la posible radicación de cargos criminales contra tres de los asistentes del peleador, así como de sanciones que podrían abarcar desde suspensiones hasta la pérdida del título.

“No puedo asegurar al 100% que Khabib siga siendo el campeón”, dijo White en un artículo que publica la página MundoDeportivo,com. “No tiene que preocuparse por mí. La investigación la está llevando la Comisión Atlética de Nevada. Puede haber sanciones, multas, suspensiones… podemos imaginar de todo. El gobernador estaba aquí y salió corriendo del edificio. Eso no es bueno. La bolsa de Khabib ($2 millones) está retenida por la Comisión hasta que todo se resuelva”.
McGregor, quien hacía su primera pelea de UFC desde que ganó el cetro ligero en noviembre en 2016, sí pudo cobrar la totalidad de su bolsa de $3 millones, de acuerdo a White.
Y probablemente habrá corrido entonces a llamar a Mayweather para ver si va a estar ocupado en los próximos meses.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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