El martirio de Martirosyan
Hace un tiempo, cuando existían solo dos organismos boxísticos mundiales, el CMB y la AMB, se establecía que para ser elegible para pelear por un título mundial, un peleador tenía que estar clasificado entre los primeros 10 del ‘ranking’ de su división.
Las excepciones eran escasas y por lo regular obedecían a circunstancias excepcionales: el campeón inferior que subía de peso para retar al de la división superior, claro está, podía recibir el visto bueno para disputar la corona, bajo el entendido de que, de coronarse, luego tendría un plazo limitado para decidir con qué título se quedaba.
E incluso esto no era automático: quizá no muchos recuerden que, cuando ya tenía 11 defensas por nocaut como campeón supergallo del CMB y manifestaba el deseo de aspirar al título pluma del mismo organismo contra Salvador Sánchez, el CMB hizo que Wilfredo Gómez fuera a una eliminatoria contra el primer clasificado de las 126 libras, quien era entonces el nigeriano Eddie Ndukwu (14-0 y 10 nocauts), y, ni corto no perezoso, el legendario noqueador boricua procedió a noquearlo en el primer asalto en una pelea celebrada en el Hiram Bithorn.
Hoy en día, con cuatro organismos internacionales, y habiéndose ampliado hace un tiempo el requisito para ser elegible para disputar el cetro el aparecer entre los primeros 15 del ‘ranking’, uno pensaría que no habría problemas para exigir que se cumpliera con esa regla.
En la práctica ocurre todo lo contrario: peleadores que llevan demasiado tiempo sin pelear y ni siquiera aparecen en el ‘ranking’, milagrosamente se materializan en el escalafón si un promotor o una telecadena solicita sus servicios, quedando ignorados y como si no existieran los que están clasificados.
Por mencionar tan solo uno de los ejemplos más recientes que en su momento fue bastante criticado, la OMB aprobó٠que la pelea que ya estaba programada para el 25 de noviembre entre Sergey Kovalev y Vyacheslav Shabransky fuera por el título vacante de las 175 libras luego del súbito retiro del campeón Andre Ward, pese a que Shabransky no estaba clasificado y, de todos modos, se supone que se enfrenten por una corona vacante los más altos clasificados disponibles.
Y algo parecido acaba de ocurrir ahora: cuando su revancha del 5 de mayo en Las Vegas con Canelo Alvarez tuvo que suspenderse por las razones que todos sabemos, a Gennady Golovkin, reconocido como campeón mediano por el CMB, la AMB y la FIB, hubo de buscársele a toda prisa un retador para poder presentarlo en esa misma fecha por HBO.
Y a quien finalmente se le consiguió fue al veterano peleador armenio, pero radicado en California, Vanes Martirosyan (36-3-1 y 21).
Este tiene varios puntos a su favor: su buen récord y su estilo vistoso, por ejemplo, además de que ha peleado dos veces ya por el cetro mundial.
Sin embargo, nunca ha peleado en el peso mediano y sus dos combates titulares fueron en las 154, primero ante Demetrius Andrade por el cetro vacante de la OMB en 2013 y segundo, en mayo de 2016, frente al cubano Erislandy Lara por el título de la AMB.
De hecho, esa derrota ante Lara había sido su última pelea, lo que quiere decir que carga dos años de inactividad, y, naturalmente, en ningún lado aparecía clasificado en las 160 libras ni en las 154, con una sola excepción inexplicable: el CMB lo tenía primero en los súper welters.
Pero tal vez presionados por la desesperación de que la pelea de Golovkin podía caerse si no accedía al pedido de que Vanes fuera aprobado, y quién sabe si movidos también por el deseo de no perder el ingreso del pago del ‘sanction fee’ que los organismos reciben por avalar peleas, tanto la AMB y el CMB dieron su consentimiento.
La FIB, entretanto, hasta el momento se ha abstenido de aprobar la pelea, insistiendo en que, una vez Golvkin no aprovechara una dispensa especial para revanchar con Canelo, ahora este debía cumplir con su defensa mandatoria ante Sergiy Derevyanchenko.
Claro, tampoco debe pensarse necesariamente que la renuencia de la FIB se deba a que es un organismo que se apega más a la rectitud de los reglamentos que los otros dos, sino que tal vez esté motivada por el hecho de que a Derevyanchenko lo representa el reconocido y polémico promotor norteamericano Lou DiBella, y este está amenazando con armar un alboroto.
En fin, así están las cosas ahora. Según se ha dicho, la FIB solo sancionaría la defensa ante Martirosyan si los representantes de Golovkin llegan a un acuerdo con los de Derevyanchenko para que este acceda a hacerse a un lado, ya sea mediante el pago de una compensación económica, la promesa de una pelea titular lo antes posible… o ambas cosas a la vez.
Claro, lo justo sería que, de no estar disponible el primer retador, se le otorgara la oportunidad al segundo. O al siguiente. Y no al que no siquiera está clasificado.
Pero así son las cosas del boxeo moderno.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad y de la novela El último kamikaze, ganadora del certamen del Instituto de Cultura Puertorriqueña en 2016.
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