Una voz que pidió ayuda
Las personas que se suicidan muchas veces llevan algún tiempo anunciando sus intenciones o pidiendo ayuda.
Aunque solo sea a través de la frialdad de su cuenta de Facebook.
Ese podría haber sido el caso del boxeador guaynabeño José ‘Zurdo’ Rodríguez, quien el miércoles pasado al parecer fue hallado ahorcado en Kissimmee, Florida, donde residía.
José, de 42 años de edad y vivía con su esposa y dos hijos varones, ambos adolescentes, y quien al parecer había caído en una profunda depresión por la muerte reciente de su madre, había puesto en su cuenta mensaje numerosos mensajes alusivos a esta pérdida: “Mami, llévame contigo”, “Mami, quisiera irme contigo”, y “I need you, mami”.
Muchos de sus amigos, en particular gente de boxeo en Puerto Rico, le respondieron y le escribieron que todo iba a mejorar, que pusiera toda su fe en Dios o incluso le recomendaban que buscara ayuda y no se diera por vencido.
Los últimos ‘posts’ suyos, según parece, los produjo el mismo día de su muerte.
Tanto el excampeón Iván Calderón, quien ahora administra el gimnasio Félix Pagán Pintor en Guaynabo, como el entrenador y expeleador guaynabeño Alfonso Urí Ramos, quien trabaja con Calderón. lo recordaron con cariño a pesar de que llevaban tiempo sin estar en contacto con él.
“El fue aficionado cuando yo era aficionado y después, en las primeras peleas de mi carrera como profesional, guanteaba conmigo en el gimnasio Wilfedo Gómez”, dijo Calderón.
“La última vez que lo vi fue en Kissimmee, en una cartelera en la que peleaba Pitufo (Christopher Díaz)”.
Apodado ‘El Zurdo’, José tuvo un debut tardío como boxeador profesional: apenas hizo dos peleas, ambas en 2013 y ambas contra el venezolano Ariel Vega, un peso mosca, perdiendo la primera por decisión y empatando la segunda, ambas a cuatro asaltos.
En ambas ocasiones peleó en carteleras del promotor puertorriqueño de la Florida, Félix ‘Tutico’ Zabala, quien, precisamente, presentó el viernes pasado un programa en Kissimmee.
“El se pasaba siempre viniendo a las carteleras, hasta a las conferencias de prensa”, dijo Tutico, “y la gente siempre embromaba con él: cuando él llegaba, no había tristeza”.
“Incluso sé que estaba entrenando porque quería pelear otra vez”.
Calderֶón lo recuerda de la misma manera: “Le decíamos El Loco, pero era de cariño”, dijo. “José era una buena persona, siempre de buen humor”.
También, según parece, siempre tuvo dificultades de aprendizaje.
“Era un muchacho de educación especial”, dijo Calderón.
“Tenía sus problemas mentales”, coincidió Ramos, “pero no era por el boxeo. Estaba bajo tratamiento y tomaba unos medicamentos”.
Urí también lamentó que El Zurdo viera frustradas sus intenciones de conseguir más peleas.
“Es que los promotores no ayudan”, dijo.
Sin embargo, también admitió que no es mucho el atractivo de un peleador de 40 años que apenas ha hecho dos peleas y no ha ganado ninguna.
“Cuando estaba aquí recuerdo que se la pasaba buscando para hacer sus trabajitos y creo que una de las razones por las que se fue a la Florida hace como seis años fue porque allá recibía unas ayudas”.
A la larga, sin embargo, tal parece que José no recibió la ayuda que necesitaba más. O no la quiso o supo aprovechar.
“El mensaje que se debe tomar de todo esto”, dijo Calderón, “es que cuando una persona parece que está pidiendo ayuda, hay que prestarle atención y ayudarla, porque me parece que ya hemos estado viendo muchos casos como este”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela publicada, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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