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Jim Rivera a los 96 años

 

Ayer sábado cumplió 96 años una de las leyendas más enigmáticas y controvertibles del béisbol boricua, Jim Rivera.
Nacido en Nueva York el 22 de julio de 1921, Rivera, un jardinero y bateador zurdo, jugó 10 años en las Mayores, entre 1952 y 1961. Con la excepción de la mitad de su primer año con los Carmelitas de San Luis y el último, con los Atléticos de Kansas City, toda su carrera fue con los Medias Blancas de Chicago, y en total promedió .256 con 83 cuadrangulares y 160 bases robadas, liderando la Liga Americana en ese departamento con 25 en 1955.
Gracias a su actuación con los Medias Blancas, Rivera, apodado ‘Big Jim’ y ‘Jungle Jim’, será recordado más que nada por su agresividad cuasi temeraria en las bases y por haber jugado en la Serie Mundial de 1959 contra los Dodgers de Los Angeles, donde, tristemente, se fue en blanco en 11 turnos.
Así lo describe un excelente artículo biográfico escrito por Richard Smiley para la SABR (Society for American Baseball Research):

“Era un corredor rápido e inteligente, que corría las bases con abandono, deslizándose de cabeza antes de que esto se hiciese popular, y salvó muchos juegos con sus atrapadas excepcionales en el jardín derecho. Además era un bateador de roletazos que utilizaba al máximo su gran velocidad y era especialmente productivo en las situaciones decisivas”.
Pero entonces agrega: “Su estilo agresivo le convirtió en uno de los jugadores más populares de los Medias Blancas, a pesar de su historial complicado y atribulado”.
Su nombre original era Manuel Joseph y nació en 1921, uno de los seis hijos de lo que el artؙiculo de Smiley describe como una familia de “migrantes puertorriqueños”, que lo crió en el Spanish Harlem.
Cabe decir, de paso, que, cuando jugó en Puerto Rico como nativo, algunos parecían dudar de su ascendencia puertorriqueña y lo consideraban un ‘chivo’.

 

Como sea, al morir su madre cuando él tenía seis años, su padre lo dejó en un orfelinato dirigido por monjas dominicas, donde por los próximos 10 años, recibió una educación formal y aprendió varios deportes, incluyendo el béisbol.
Cuando cumplió 16, regresó a vivir con su padre, quien había vuelto a casarse y, para ayudarlo económicamente, comenzó a trabajar en la construcción, lo cual le ayudó desarrollarse como un hombre fuerte y de seis pies de estatura.
También aprendió a boxear, y ya a los 17 años, empezaba a participar en los torneos aficionados, pero dejó el boxeo al comenzar a jugar pelota en las ligas semi-pro.
En 1942 ingresó a la división aérea del Ejército, donde retomó el boxeo -convirtiéndose en el campeón semipesado de su campamento en Texas-, además de unirse al equipo de béisbol del campamento.
En 1944, sin embargo, fue acusado por la violación de la hija de uno de sus oficiales. El cargo luego fue reducido a intento de violación, pero de todos modos fue hallado culpable y sentenciado a cadena perpetua en la Prisión Federal de Atlanta.

 

Allí, comenzó a destacarse con el equipo de pelota de la institución, que a menudo jugaba con equipos del exterior. Así atrajo la atención de Earl Mann, dueño de los Atlanta Crackers, un equipo independiente de nivel Doble A que ganó tantos campeonatos de las Menores que se le conocía como los Yankees del Sur, y Mann abogó con las autoridades carcelarias para que le dejaran en libertad bajo palabra.
Eso ocurrió en 1949 y enseguida los Crackers lo firmaron y lo enviaron a jugar en una de sus filiales de Clase D.
En 1950, Jim vino a jugar en Puerto Rico con los Criollos de Caguas, donde comenzó a llamar la atención con sus deslizamientos temerarios y su juego agresivo.
Esta vez llamó la atención del legendario Roger Hornsby, quien dirigía a los Leones de Ponce. En determinado momento, según el escrito, Hornsby lo llamó “el único jugador por el cual yo pagaría por ver jugar”.
Cumplió su palabra: cuando en 1951 lo nombraron dirigente de Seattle en la Liga de la Costa del Pacífico, de Triple A, Hornsby logró que el equipo comprara su contrato, y Rivera terminó ganando el campeonato de bateo con .352 y 231 hits, siendo nombrado a su vez el Jugador Más Valioso de la Liga.

 

Un periodista escribió: “Recorre los jardines como un venado, corre las bases como una locomotora y tira como un rifle”.
Los Medias Blancas compraron su contrato luego de la temporada, pero, cuando a Hornsby lo nombraron para dirigir a los Carmelitas en 1952, este consiguió que su equipo lo adquiriera como parte de un cambio que involucró a ocho jugadores y tres equipos.
En San Luis, sin embargo, no fue bien acogido por grupos cívicos y religiosos que protestaban su nebuloso historial, los cuales pedían incluso que Rivera fuera expulsado del béisbol.
Hubo de intervenir inclusive el comisionado del béisbol, Ford Frick, quien rechazó el clamor diciendo: “Si el propósito es que se le castigue, pues él ya cumplió su castigo. Si el propósito es que mejore como ser humano, él tiene muchas más oportunidades de hacerlo permitiéndosele vivir como los demás”.
San Luis lo canjeó٠ en julio a los Medias Blancas, aunque Rivera tuvo otro tropezֶón al ser arrestado dentro del camerino de los Medias Blancas en el último juego de esa temporada, acusándosele de violar a la esposa de un militar.

 

Rivera alegó que se trató de una relación consensual y pasó una prueba con el detector de mentiras, por lo que no fue encausado legalmente, a pesar de lo cual el comisionado Frick lo puso en probatoria indefinida.
Por suerte, Jim jugó el resto de su carrera en las Mayores sin mayores contratiempos legales, y en Puerto Rico siguió militando con los Criollos, llegando incluso a ser el Jugador Más Valioso de la Serie del Caribe de 1954.
Después jugó en las Menores y en México, dirigió en México y en Puerto Rico y más tarde operó un restaurante durante más de veinte años en Indiana.
En 1990 se marchó a vivir su vejez en Port Charlotte, Florida, donde es de suponer que este sábado haya soplado las 96 velitas de su bizcocho de cumpleaños.

 

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela publicada, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
En twitter, Ceuyoyi, En Facebook, Jorge Prez

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