Gamboa no olvida a Puerto Rico
El 23 de este mes saldrá al mercado la biografía beisbolera de Tom Gamboa, ‘My Life in Baseball’, y, desde que uno ve su portada, queda convencido de que en la misma habla mucho sobre Puerto Rico.
Porque en la foto de la portada, Gamboa, quien dirigió a numerosos equipos de liga menor y también fue ‘coach’ en Grandes Ligas, aparece, curiosamente, luciendo el uniforme de los Indios de Mayagüez de la liga invernal boricua.
“Es muy apropiado”, dijo Gamboa, nacido en Los Angeles y radicado en Rancho Mirage, California, “porque, aunque al fin y al cabo son los jugadores los que ganan, fue en Mayagüez donde yo realmente tuve mis mayores éxitos como dirigente”.
En efecto, Tom ganó tres campeonatos con los Indios (en las temporadas de 1988-89, 1996-97 y 1997-98), a los que dirigió siete veces, y luego regresaría a la Isla para dirigir dos veces a los Atenienses de Manatí.
“Pero lo curioso es que yo no tuve nada que ver con la selección de la foto”, explicó. “Cuando los editores me pidieron fotos, yo estaba dirigiendo en Brooklyn, así que mi hija fue la que se puso a rebuscar entre mis fotos viejas y les mandó más de 30”.
“Había muchas fotos, incluso fotos en las que yo aparecía en tarjetas de béisbol, pero por alguna razón los editores escogieron esta… y me alegra mucho”.
El libro, de hecho, es producto de la insistencia de su coautor, David Russell.
“Durante los últimos tres años yo dirigí al equipo de Brooklyn (filial de los Mets en Clase A), y David era uno de los periodistas que nos cubría”.
“Durante mucho tiempo se pasó diciéndome que era increíble que yo tuviera tantas anécdotas y que hubiera estado más de 40 años en el béisbol, y no se me ocurriera hacer un libro”, agregó. “Finalmente, un día me pidió grabarme en una entrevista durante dos horas, y me dijo que él escribiría ese contenido para proponérselo a un editor”.
“También me dijo que si no lo aceptaba, sería la última vez que me molestaría hablándome del libro”.
El editor, naturalmente, aprobó la idea, y le hizo varias sugerencias.
“Una fue que yo le dedicara un capítulo a narrar lo que yo consideraba mi mayor éxito en el desarrollo de un jugador”, dijo, “y, naturalmente, ese fue el caso de Doug Glanville con Mayagüez”.
“Era un jugador al que los Cachorros -mi organización- estaban a punto de licenciar pero que se encontró y adquirió toda la confianza que necesitaba jugando para mí en Puerto Rico”.
De paso, Glanville, entre muchas cosas columnista y comentarista de ESPN, escribió el prefacio del libro.
“Pero yo también quise dedicarle un capítulo a José ‘Pito’ Hernández”, agregó. “A Pito se le consideraba un jugador puramente defensivo cuando el dueño Iván Méndez lo consiguió en un cambio con Ponce y, para ser sincero, fue un cambio que no me gustó”.
“Pero cuando empecé a verlo en las prácticas de bateo me di cuenta de que era un gran bateador, pero que sencillamente no tenía confianza en sí mismo”.
Con los Indios, eventualmente, Pito disparó 20 jonrones en una temporada -imponiendo el récord de todos los tiempos para un jugador nativo- y terminó teniendo una larga y exitosa carrera en las Mayores.
En fin, Gamboa asegura que su libro le dedica una parte más que sustancial a sus experiencias en Puerto Rico, aunque también, por supuesto, recorre todas las demás bases, incluyendo el incidente por el cual, tristemente, más se le recuerda en Estados Unidos: la ocasión en que, actuando como ‘coach’ de primera base de los Reales de Kansas City en un juego de 2002 en el Comiskey Park, de Chicago, fue atacado, derribado y golpeado en pleno terreno por dos fanáticos ebrios, padre e hijo.
Luego de dirigir a Brooklyn por última vez en 2016, Gamboa anunció su retiro, pero tuvo una experiencia más cuando fue incluido como uno de los ‘coaches’ en el pasado Clásico Mundial de Béisbol del equipo nacional de Israel, dirigido por su amigo Jerry Weinstein.
“Aunque yo era el único que no era judío en ese equipo, al verlos jugar de esa forma tan apasionada me acordé de mis años en el béisbol invernal de Puerto Rico”, dijo sobre Israel, una de las grandes sorpresas del torneo al amasar un récord de 4-2 con triunfos sobre potencias como Cuba y Holanda.
Luego, claro, Gamboa siguió disfrutando como espectador del Clásico en el que Puerto Rico terminó perdiendo ante Estados Unidos en la final, celebrada en Los Angeles.
“No puedo ocultar que yo quería que Puerto Rico ganara ese juego”, dijo. “Son tantos los jugadores que yo conozco de ese equipo, empezando por Carlos Beltrán, con quien tengo una larga historia”.
Y, claro, él tiene su opinión acerca de la controversia que se desató al final cuando varios jugadores norteamericanos, comenzando por el jardinero Adam Jones, cuestionaron el ambiente de celebración constante que caracterizaba a los boricuas.
“No culpo a Jones, porque sé que fueron los comentarios hechos por alguien que nunca ha experimentado el béisbol invernal y desconoce la importancia que tiene para esos jugadores el poder representar a su país”, dijo.
“Para los jugadores de Estados Unidos en un principio el Clásico no importaba mucho y por eso se hacía tan difícil conseguir a los mejores jugadores”, dijo, “pero me parece que ya, finalmente, están empezando a entender las cosas”.
“Por eso me gustٌó tanto la pasión que demostraron Kinsler, Jones y otros en los juegos finales, y también me gustaron los comentarios de Mike Trout, quien dijo que lamentaba no haber jugado luego de ver un estadio de Miami lleno a toda capacidad”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
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