Buenas peleas, malas decisiones
Otra buena cartelera de boxeo arruinada, según mi humilde apreciación, por la votación de los jueces.
El nicaragüense Román ‘Chocolatito’ González y el kazajo Gennady Golovkin, dos campeones invictos que, para muchos, encabezaban la lista de los mejores ‘libra por libra’, defendieron sus respectivos títulos el sábado por la noche en el Madison Square Garden, y ambos experimentaron peleas mucho más complicadas de lo esperado.
El Chocolatito sufrió una caída en el primer asalto, producto de un golpe al cuerpo cuando estaba fuera de balance y luego sufrió a su vez una cortadura en la esquina del ojo derecho que le afectó durante el resto de su pelea.
Aun así, según los narradores de la propia transmision de HBO ‘pay-per-view’ y los principales reporteros internacionales, debió haber conseguido el triunfo sobre su retador mandatorio, el zurdo tailandés Wisaksil Wangek, también conocido como Srisaket Sor Rungvisai.
Más aún cuando su rival fue penalizado un punto en el sexto asalto por golpear con la cabeza.
Cuando leyeron las tarjetas, sin embargo, Chocolatito sufrió un súbito bajón de azúcar al enterarse de que había caído por decisión mayoritaria (114-112, 114-112 y 113-113), perdiendo así su cetro supermosca del CMB, y su invicto de 46-0 y 38 nocauts, por no decir nada de que se trataba de la primera derrota de su vida, por haber finalizado también invicto su paso por el aficionismo.
Dan Rafael, de ESPN.com, expresó rápidamente su inconformidad vía ‘twitter’, al afirmar que había visto ganar a González y por un margen bastante abultado: 117-109.
Y, en efecto, a mí también me pareció que pese a la caída y a los problemas con la sangre, el Chocolatito dominó la segunda mitad de la pelea, conectando por mucho los mejores golpes frente a un rival que mejoró su marca a 42-4-1 y 38 al recuperar la corona.
Con Golovkin, mientras tanto, ocurrió todo lo contrario.
Aunque era favorito hasta por proporción de 8 a 1, y logró derribar a Daniel Jacobs con dos derechazos en el cuarto asalto, el Triple G en realidad lució desconcertado y en buena medida desalentado durante gran parte de su pelea con Daniel Jacobs, y vio detenida su cadena de 24 nocauts seguidos al lograr retener sus cetros del CMB y la FIB y arrebatarle la corona de la AMB a Jacobs por votaciones de 115-112, 115-112 y 114-113.
Pero en realidad Jacobs, ahora con marca de 32-2 y 29, pareció merecer la victoria al desarrollar una pelea de gran versatilidad frente a un peleador considerado prácticamente invencible que, a pesar de todo, mejoró su récord a 37-0 con 33 nocauts: boxeo, se movió, robó el ataque con relampagueantes combinaciones y, a partir del cuarto asalto, confundió de manera magistral a su rival al pasarse alternando entre una guardia zurda y una derecha.
Al final, Jacobs superó a Golovkin 145-127 en golpes conectados y, pese a que su esquina le insistía, sabiamente, en que si boxeaba podía ganar todos los asaltos que quisiera, a menudo se lanzó al ataque y, en especial en los asaltos finales, hasta lució más fuerte y en ocasiones estremeció a su rival, quien antes había sido tan impermeable a los golpes como la misma muralla china.
“Fue una pelea cerrada”, comentó el excampeón mundial irlandés Barry McGuigan, quien narró la pelea para la televisión del reino unido, “pero aunque le di los últimos dos asaltos a Golovkin y los tres primeros fueron muy cerrados, creo que Jacobs hizo lo suficiente como para ganar la pelea”.
Jacobs, naturalmente, estuvo de acuerdo:
“Creo que gané por dos puntos, por lo menos”, dijo el peleador natural de Brooklyn. “Pero ellos quieren la pelea de Golovkin con Canelo Alvarez y acabaron perjudicándome a mí”.
En fin, esa posible pelea de Canelo con Golovkin, si el mexicano primeramente logra derrotar a Julio César Chávez este 6 de mayo, de buenas a primera luce más pareja que nunca luego de una pelea en la que Golovkin por primera vez dio signos de vulnerabilidad en su carrera.
A punto de cumplir los 35 años el 8 de abril, esa vulnerabilidad tiene visos de convertirse en algo irreversible.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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