El error no fue tan evidente como el de la ceremonia de los Oscar o el de Miss Universe, pero algo parecido ocurrió en la noche del sábado cuando Jimmy Lennon anunció la decisión luego del encuentro unificatorio del cetro welter entre Danny García y Keith Thurman en el Barclays Center de Brooklyn:
“Y el ganador, y TODAVIA campeón del CMB…”.
Con razón Danny y su padre, Angel, sonrieron ampliamente, considerándose ganadores: porque resulta que el descendiente de boricuas era el campeón del CMB, y Thurman el de la AMB.

Por lo que si se anunciaba que el ganador todavía era campeón del CMB, era obvio que tenía que serlo Garcia.
Pero no fue así y eventualmente Thurman, ahora con marca de 28-0 y 22 nocauts, fue declarado vencedor en fallo dividido por votaciones de 116-112, 115-113 y 113-115 para TODAVIA seguir como campeón de la AMB y conquistar el del CMB, en un combate que, sin ser espectacular, sí contó con una cantidad razonable de buenos intercambios de golpes, excelente boxeo y un gran duelo de tácticas cambiantes de parte de los peleadores y sus entrenadores.
Aunque Sugar Ray Leonard figuró como comentarista en la transmisión por CBS, y, por consiguiente, muchas veces se aludió a su épica batalla de 1981 con Thomas Hearns al haber sido aquella la primera confrontación unificatoria entre dos campeones del peso welter, el combate unificatorio al que más se pareció este fue al de 1999 entre Félix ‘Tito’ Trinidad y Oscar de la Hoya.
No solo porque también entonces se enfrentaron dos campeones invictos -Leonard tenía ya su revés ante Durán al medirse con Hearns- sino por la forma en que se desarrollaron ambos combates.

 
Esta vez fue Thurman quien, al igual que De la Hoya, abrió una rápida ventaja y luego, al parecer creyendo que tenía la victoria asegurada, cada vez fue más insistente en los últimos asaltos en bailotear por el ring huyendo del acoso de García, quien quedó con marca de 33-1 y 19.

“No era que estuviera rehuyendo el combate”, dijo el norteamericano en la entrevista post pelea, “pero sí aprovechando una amplia ventaja”.
“Además”, dijo, “mi esquina me decía ‘boxea, boxea, boxea’.”
Tanto boxeó que le costó una decisión dividida y el abucheo de la fanaticada y poco faltó para que tuviera que conformarse con un empate, aunque también creo que, aparte de las instrucciones de la esquina, algo tuvieron que ver con su estilo huidizo los potentes golpes al cuerpo que García había empezado a conectarle en los últimos asaltos.
“El boxeo es como es y a alguna gente quizás no le gustó que yo estuviera retrocediendo tanto”, diría después de la pelea.
García, entretanto, se proclamó ganador: “Fui el agresor en todo momento”, dijo, haciendo recordar también los comentarios de parte y parte que circularon luego de la pelea de Tito y De la Hoya, cuando algunos afirmaban que el boricua había merecido el triunfo por forzar la acción mientras que el bando de De la Hoya insistía en que el Golden Boy había dominado con su boxeo y que este se había pasado los últimos episodio corriendo con tal de no arriesgarse innecesariamente.

 
Aunque también es verdad que Thurman tuvo grandes momentos ofensivos durante la primera parte dela pelea, llegando incluso a lastimar a su rival con un derechazo en el mismo primer episodio.
En fin, es verdad que Thurman ganó, pero en parte recibió la ayuda del propio Swift, quien se mostró demasiado controlado y contragolpeador en la primera etapa de la pelea, tirando pocos golpes.
Y aunque antes de la pelea Thurman había hablado de su ambición de llenar el hueco de grandeza dejado por el retiro de Floyd Mayweather, Jr., demostró que, pese a tener una personalidad atractiva y un estilo llamativo, aún está un poquito lejos de convertirse en el próximo Pretty Boy del boxeo norteamericano.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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