Las bravas de Caguas
Las Criollas de Caguas han tenido este año un arranque de 6-0 al salir en busca de su cuarto campeonato consecutivo en el voleibol superior femenino.
No es nada que deba sorprender a nadie: el año pasado, al conquistar su tercer cetro en línea y el undécimo de su historia -la cifra máxima de la Liga-, las Criollas dominaron igualmente a la oposición con una marca de 21-3 en la temporada regular, y en la serie final barrieron en cuatro partidos a las Capitalinas de San Juan.
Pero lo cierto es que para este año, debido a que el equipo había sufrido grandes cambios en su elenco regular en comparación con el trabuco de 2016, la sombra de la duda parecía cubrir su hogar, el Coliseo Héctor Solá Bezares.
Hace unos días, el propio dirigente Juan Carlos Núñez confesó que “este año tenemos el reto de contar con un equipo completamente distinto, con muchas jugadoras nuevas y algunas novatas, al contrario del año pasado que teníamos muchas jugadoras que llevaban bastante tiempo jugando juntas”.
Entonces hizo una comparación con el béisbol: “Pero esto aquí es como los Yankees: es ganar o ganar”.
Tan pronto me lo dijo, por alguna razón yo pensé, sin embargo, que la comparación beisbolera más adecuada era con aquellos Bravos de Atlanta que ganaron 14 banderines divisionales seguidos de 1991 a 2005: no solo por poder hablarse de dinastía deportiva, aunque las Criollas han ganado ya cuatro campeonatos en lo que va de década, sino porque ambas organizaciones mantuvieron su supremacía a pesar de ir renovándose constantemente.
Esos Bravos, por ejemplo, en promedio tuvieron 10 adiciones nuevas a su róster de 25 hombres cada año, un 40%, y las Criollas van por ese mismo camino.
“Pero esto de los cambios no es nada nuevo”, dijo Rafael ‘Furiel’ Ramos, apoderado del equipo cagüeño. “De hecho, en 2011 a quien traje conmigo en un cambio desde Juncos fue a Karina Ocasio, por Shirley Ferrer, que era una prospectaza que ya no podía seguir en el banco de Caguas y todos los equipos querían”.
El cambio demostró el poderío y la visión de las Criollas: aunque no conseguía tiempo de juego en Caguas, Ferrer estaba en la Selección Nacional, y adquirieron a Karina a pesar de que estaba embarazada y no jugaría en la temporada siguiente.
Y sin embargo ha sido una de las principales figuras del equipo de ahí en adelante.
Pero este año, en gran medida forzadas por las circunstancias, las Criollas han botado la bola.
Por ejemplo, las dos centrales, Diana Reyes y Lynda Morales, ambas miembros también de la Selección Nacional que el año pasado estuvo en las Olimpiadas de Río, no se encuentran con el equipo, Diana por embarazo y Lynda por encontrarse en los Estados Unidos.
Adicionalmente, la estelar esquina Stephanie Enright, Jugadora Más Valiosa de la final, se halla jugando como refuerzo en Italia y o se espera que se una al sexteto sino hasta fines de la temporada regular, o incluso la postemporada.
Tampoco regresaron las refuerzos de 2016, incluyendo a la estelar Diane Copenhagen.
Pero Furiel ya está acostumbrado a todo esto: “Todos los años, aunque ganemos el campeonato, seguimos haciendo cambios para seguir mejorando el equipo”, dijo.
“La principal razón para esto es la base de jugadoras que tenemos en Caguas”, indicó. “En Caguas tenemos una base de 300 niñas que juegan voleibol en la escuelita de las Criollitas de Papo García, quien lleva 25 años en esto. Y todo el tiempo vienen subiendo jugadoras nuevas para unirse al equipo”.
Además de dirigir la llamada escuelita, Papo, un exdirigente del equipo grande, es también uno de los asistentes de Núñez con las Criollas.
Pero esta vez, Furiel compensó la ausencia de Reyes y Morales al escoger en el sorteo a dos jóvenes centrales –Ana María Jusino y la venezolana nacionalizada, Shirley Florián, quien pertenece a la selección de Venezuela.
Y para compensar la ausencia de Enright, hizo una movida bastante arriesgada con sus refuerzos: trajo a la opuesto Annie Drews, una esquina zurda de 6’5” de estatura que el año pasado brilló grandemente con las Indias de Mayagüez cuando fue la mejor anotadora y rematadora de la Liga; y a la también esquina Stephanie Niemer, veterana de cinco campañas anteriores en la Isla.
“Cuando me ofrecieron a Annie, fue en un ‘package’ con Stephanie Niemer”, dijo Furiel, “y era una oferta tan buena que la tuve que aceptar”.
Para hacerle espacio a Drews como opuesto, sin embargo, Ocasio, quien jugaba en esa posición, pasó a jugar como esquina al parecer por primera vez en su carrera, y lo ha venido haciendo como si lo hubiera hecho toda su vida: de hecho, después de los primeros 14 parciales de juego, era la mejor anotadora del equipo, con 69 puntos, seis más que Drews.
Incluso aquí la comparación con los Bravos viene al caso: hubo un par de años durante aquella dinastía en los que el estelar antesalista Chipper Jones accedió a mudarse ‘por el bien del equipo’ al jardín izquierdo, una posición que nunca había jugado, para abrirle espacio al antesalista mexicano Vinny Castilla, adquirido como agente libre.
Un caso parecido al de Karina Ocasio ahora.
“El equipo ha venido ganando, pero es por la gran calidad que tiene”, dijo Furiel. “Pero no estamos totalmente conformes y sabemos que va a seguir mejorando según las jugadoras se vayan acoplando más”.
Furiel cree que Ponce, Juncos y Humacao deben estar entre los principales aspirantes a destronar a su equipo este año, pero que tal vez las Capitalinas de San Juan, pese a su mal comienzo, vuelvan a ser el rival más peligroso una vez puedan contar con su elenco completo.
Pero lo cierto es que las Criollas siguen siendo las Criollas, a pesar de que algunos nombres hayan cambiado “para proteger a los inocentes”, como decían al final de una vieja serie policiaca de televisión.
Y por desgracia para sus rivales, como tal vez diría Tom Hanks, “There’s no Crying in Volleyball”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
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