La pelea equivocada
En el boxeo, de forma parecida a como ocurre -me imagino- en la política y en el amor, cuando un plan fracasa tiende a decirse que el mismo estaba equivocado.
¿Qué hubiera pasado si el llamado ‘rope a dope’ que Ali se inventó ante George Foreman, consistente en quedarse agazapado contra las cuerdas recibiendo golpes con tal de cansar a su rival, hubiese resultado en una derrota por nocaut del Más Grande?
Pues de seguro los analistas boxísticos de la época hubiesen dicho que Ali había cometido un error garrafal al abandonar el estilo que le había llevado al campeonato y el superestrellato -el boxeo rápido, esquivo y lleno de movimientos- precisamente a la hora de enfrentarse a un hombre que en efecto era un gran pegador, sí, pero también torpe, lento y cansón.
En la noche del sábado, durante la fallida defensa titular de José ‘Sniper’ Pedraza ante Gervonta Davis, Al Bernstein, sin duda alguna uno de los mejores comentaristas boxísticos de todos los tiempos, no tardó mucho en señalar que el boricua estaba utilizando la estrategia ‘equivocada’, no tan solo al salir a combatir a la zurda, sino al empeñarse también en presionar en todo momento a su rival, insistiendo en la pelea cuerpo a cuerpo, en vez de emplear, como de costumbre, su ventaja en alcance y estatura y su excelente boxeo.
De hecho, Bernstein incluso fue enfático en su análisis. Hasta apunté su cita exacta, para que no se me olvidara: “Pedraza me gusta y es un buen peleador, pero tengo que decir que está haciendo la pelea táctica más equivocada que yo haya visto en mucho tiempo”.
Y Bernstein no solo cuestionó su estilo estático en el que constantemente se arriesgó a recibir los ‘opers’ y contundentes ganchos de derecha de un rival que tenía reputación de buen pegador, sino que Pedraza lo hizo peleando a la zurda, a pesar de que siempre se le ha considerado un peleador ambidiestro y es excelente utilizando la llamada guardia prohibida.
“Pedraza tiene un poco más de pagada a lo derecho”, opinó Bernstein, “por lo que tendría más lógica, si va a hacer este tipo de pelea agresiva, que lo hiciera con su guardia natural”.
Pero, claro, Bernstein no entró a discutir las razones que Pedraza -y su entrenador y padrastro, Luis Espada- tuvieron para elegir ese tipo de pelea. Yo tampoco las sé, pero me las imagino: con su estilo habitual, paciente y controlado, Pedraza probablemente hubiese tenido que resignarse a buscar una victoria por decisión en la tercera defensa de su cetro junior ligero de la FIB. Y tal como está marchando actualmente el mundo del boxeo, era probable que una pelea cerrada, o incluso no tan cerrada, resultase en un fallo favorable para el peleador que era el favorito de la casa: Gervonta, el gran prospecto de la compañía promotora de Floyd Mayweather, Jr.
Así, Pedraza, con marca de 22-0 y 12 nocauts, peleó para buscar el nocaut. No tanto dependiendo de su pegada, puesto que nunca ha sido un gran pegador, sino forzando en todo momento la pelea. Y lo hizo peleando a la zurda porque su intención no era tanto achocar a Gervonta, sino cansar progresivamente a un peleador de 22 años y 16 peleas profesionales en las costillas que nunca había peleado más de nueve asaltos y había propinado 12 de sus 15 nocauts en menos de tres episodios.
Claro, era una estrategia arriesgada, en especial frente a un pegador, pero es probable que Pedraza, que nunca había siquiera caído a la lona y demostrara siempre una buena asimilación -como Ali-, dudara mucho que Davis pudiera noquearlo. O siquiera lastimarlo.
Y, ¿saben qué? Hubo un momento en que pareció que Pedraza iba a lograrlo.
Davis, de hecho, aceptó golosamente el tipo de pelea que Pedraza le estaba planteando, y desde el mismo primer asalto se lanzó a un ataque sin cuartel, hasta el extremo de que hubo un momento en que su esquina le dijo que recordara que la pelea era a 12 asaltos.
Y luego de perder abiertamente los primeros tres episodios, Pedraza estuvo mucho más efectivo en los asaltos cuatro y cinco, conectándole con gran efectividad a su rival, a menudo con sólidas combinaciones y, tal como corresponde a alguien que está tratando de minar la energía de su oponente, enfocándose en los golpes al cuerpo.
¿Sería esta una repetición modificada del ‘rope a dope’?
Pues parecía que podía ser así.
Pero entonces todo comenzó a salir mal: en el sexto asalto, cuando Bernstein, exasperado, comentó que “esta es una pelea en la que ha ocurrido precisamente lo contrario de lo que se esperaba que ocurriera: que Pedraza boxeara y Davis atacara”, el norteamericano lastimٕó al cidreño con un golpe al cuerpo. Y Pedraza, estremecido, se cambiٕó por primera vez a una guardia convencional para protegerse.
Y en el séptimo, luego de que el médico de turno en el Barclays Center de Brooklyn sometiera a Pedraza a un raro examen sobre el ring para evaluar sus reflejos, Davis demostró con creces que la táctica de cansarlo no había funcionado y procedió a lastimar y derribar al boricua, provocando que el árbitro parara la pelea a los 2:36 minutos del episodio.
¿Cuál es el saldo final? Davis puede estar en camino de convertirse en una estrella y Pedraza, luego de un buen descanso, camino de subir a las 135 o quién sabe si hasta las 140 libras.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
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