Nueva vida para Randy Ruiz
Aunque el anuncio fue tardío -apenas la semana pasada-, no por eso dejó de ser merecidísimo: Randy Ruiz, el veterano toletero que aquí estará ligado para siempre con los Indios de Mayagüez de la liga invernal, debutó en 2016 a la tierna edad de 38 años en el béisbol Doble A con los renacidos Halcones de Gurabo y acaba de ser anunciado como el Jugador Más Valioso del torneo.
Fue una selección esperada: Randy se unió en el cuarto juego de la temporada a unos Halcones que regresaban luego de un año de receso a la llamada pelota dominguera que ahora se juega mayormente viernes y sábado, y, desempeñándose como DH e inicialista, terminó siendo el campeón de bateo con un promedio de .500 y contribuyendo también 23 remolcadas -el segundo mayor total de la Liga- para ayudar a que los gurabeños sorprendieran con un récord de 10-10 y avanzaran a la postemporada de la mano de su dirigente-jugador, Eddie Márquez.
“La verdad es que es una máquina de bateo”, comentó recientemente Márquez al celebrar la elección de su jugador. “Es un bateador de fuerza, pero que sabe batear”.
“A mí me encantaba sentarme en el dugout y verlo batear, porque es un bateador que hace sus ajustes y hace que los lanzadores paguen sus errores”.
Randy, quien en los años anteriores había pasado los veranos jugando en la Liga Mexicana y en ligas independientes después de una extensa carrera en el béisbol organizado en la que ganó títulos de bateo en Clase A, Doble A y Triple A y también jugó brevemente en las Mayores, llegando incluso a conectar 10 jonrones con los Azulejos de Toronto en el 2009, quiso experimentar por primera vez lo que era jugar en la pelota Doble A boricua.
Después de todo, el jugador, nacido en Nueva York de padres puertorriqueños, nunca jugó en Puerto Rico hasta que ya era profesional y fue ‘drafteado’ por los Indios en la década pasada.
Su idea original, naturalmente, era ir calentando motores en preparación para su próxima temporada en Mayagüez, la que esperaba que fuera su decimotercera consecutiva.
Sin embargo, luego recibiría la mala noticia de que los Indios le habían dejado fuera de su ‘roster’ a pesar de que, aunque su promedio fue de apenas .233, en la campaña de 2015-16 había sido el líder de toda la Liga con sus 24 carreras remolcadas.
El jugador que reside en la Florida y se la pasó viajando todas las semanas mientras jugó con Gurabo, se lo atribuye a un conflicto que tuvo en la temporada pasada con el gerente general de los Indios, Frankie Thon.
“Sé que no fue por dinero que me dejaron libre, porque nunca llegaron a ofrecerme un contrato”, dijo.
Más sorpresivo le resultó a Randy el que ningún otro equipo le ofreciera trabajo, y que tampoco surgiera nada en las otras ligas caribeñas.
“Tal vez lo que mucha gente miró fue que yo no estuve jugando profesional durante el verano”, comentó.
Frustrado, estaba decidido a retirarse hasta que el anuncio de que había ganado el MVP de la Doble A volvió a levantarle los ánimos.
“Aunque nunca juego por los premios, sino para ganar, me alegra mucho haber ganado el título de bateo y el MVP en la Doble A”, dijo. “Eso prueba que todavía me queda mucho en el tanque”.
“Y me alegró mucho haber ayudado a que Gurabo clasificara para los ‘playoffs’”.
“Aunque mucha gente se cree que un profesional debe acabar en la Doble A, para mí hasta es más difícil”, dijo. “En la Doble A se juega solo dos veces a la semana, y es mucho más difícil para un bateador el mantener el ‘timing’.”
En fin, luego de enterarse del premio, Randy comenzó a ir al gimnasio con el fin de prepararse para nuevamente ver acción el año próximo.
“Ahora mismo yo soy un designado, por lo que uno que necesito hacer es batear”, dijo.
“Y no tengo que parecer un fisiculturista para eso”.
“Pero el equipo que me reciba sabe que va a recibir a un hombre total: no solo un buen pelotero, sino un hombre que brega con los niños, que ayuda a los jugadores más jóvenes y que le gusta a la fanaticada”.
Su objetivo, de no surgir una oferta tardía para jugar en lo que queda de la presente temporada invernal, sería buscar trabajo el año que viene en México, alguna liga independiente o incluso en Corea o Japón.
Pero tampoco descarta, naturalmente, regresar con Gurabo, una posibilidad que agrada bastante a Eddie Márquez.
“Ya hay otros equipos de Doble A –como Mayagüez o Cabo Rojo- que nos han hablado de un cambio por él”, dijo. “Es que Randy dejó muchos amigos entre la fanaticada mientras jugó con los Indios”.
“Incluso mientras estuvo con Gurabo, había semanas que no regresaba a Florida después de jugar viernes y sábado y se iba a Mayagüez a quedarse en la casa de unos fanáticos que había conocido cuando estaba con los Indios”.
“Pero nosotros no vamos a cambiarlo a ningún lado”.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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