Otro golpe bajo para el boxeo
El 26 de noviembre de 1982 -hace casi exactamente 34 años- fue la fecha en la que Howard Cosell, quien era entonces el comentarista deportivo más famoso del mundo, proclamó ante el micrófono que jamás volvería a trabajar en una pelea de boxeo.
Cosell, quien era un poco melodramático, tomó la decisión luego de comentar para la telecadena ABC la defensa titular del campeón del peso pesado, Larry Holmes, ante Randall ‘Tex’ Cobb.
No se trató de que fuera una pelea pésima, a pesar de que Holmes ganó los 15 asaltos en las tarjetas de dos de los jueces y 13 en la otra-, sino que el texano Cobb, un hombre grande, fuerte y se gran asimilación pero muy lento y sin noción alguna de defensa, se pasó la noche recibiendo contundentes derechazos plenos en el rostro sin poder hacer nada al respecto, en parte porque Holmes no era un pegador.
Y como esta masacre ocurrió menos de dos semanas después de que el coreano Duk Koo Kim muriera a consecuencias de los golpes recibidos ante Ray ‘Boom Boom’ Mancini, Cosell simplemente se hastió de la brutalidad del boxeo.
Ward celebra su… victoria.
Cobb, quien era un tipo ocurrente y gracioso y que luego hizo carrera en el cine haciendo el papel de malo, comentaría: “Si él también se compromete a dejar de narrar en la NFL, mañana mismo me lanzo al terreno”.
En fin, yo no me creo otro Howard Cosell ni argumento que lo ocurrido este sábado en Las Vegas en la pelea de Andre Ward contra el ruso Sergey Kovalev sea ni remotamente comparable con la pelea de Homes y Tex Cobb, puesto que fue esta sí fue una buena pelea donde los dos gladiadores exhibieron su talento y sus destrezas.
Pero confieso que yo también estoy empezando a hastiarme.
Un poco, por lo menos.
Lo que causa hastío es el nivel de monotonía rutinaria que han alcanzado las decisiones injustas. La pelea termina, los analistas dan a un claro ganador, y entonces viene Michael Buffer o el que sea y dice ‘And new…!”
Acto seguido los analistas se ponen histéricos, las redes sociales se encienden como carbän de barbecue, incendiándose de críticas y de pronósticos de hecatombe de que esta decisión sí que va a acabar con el boxeo… y paremos de contar. Quedamos listos para la próxima.
¿Qué si le hace daño al boxeo? Pues sí, probablemente. Y lo peor de todo es que una victoria como esa alcanzada por Ward cuando los tres jueces le dieron el triunfo 114-113 frente a un campeón invicto que le superó en golpes conectados, en golpes de fuerza conectados y hasta le propinó una caída clara en el segundo asalto, tampoco engrandece ni convierte en una superestrella al norteamericano.
¿Qué si Ward demostró valentía y un gran tesón al reponerse de la caída y poco a poco meterse en la pelea a puro pulmón frente a un rival que le llevaba una gran ventaja y le superaba en fortaleza y pegada además de gozar de un buen boxeo? Pues claro que sí. Y logró que la pelea fuera competitiva.
Pero sencillamente no ganó.
Igual de negativo para el boxeo, sin embargo, resulta el hecho de que la pelea, promocionada como la más atractiva y esperada del año al enfrentar a dos campeones invictos, tampoco resultó ser la octava maravilla del mundo.
Fue una pelea… buena, pero nada espectacular, tal vez debido en gran parte al estilo de Ward, que basa sus probabilidades de triunfo en sus habilidades defensivas y en su capacidad para frustrar a sus rivales.
Y, ¿hace cuánto que no vemos una súper pelea súper millonaria que en verdad resulte ser una súper pelea?
Hasta la pelea del siglo entre Mayweather y Pacquiao resultó ser el somnífero del año.
No sé, como que extraño aquellos tiempos en los que se anunciaban peleas que no podían fallar, como Pryor-Argüello, Ali-Frazier, Leonard-Durán, Hearns-Leonard y Hagler-Hearns, y en realidad no fallaban. Y fomentaban el deseo de ver más boxeo.
Para colmo, lo que parece depararnos el futuro es nada menos de Mayweather-Pacquiao II.
A mí, a decir verdad, peleas como las de este sábado solo me hacen desear ver otro episodio de Game of Thrones. ¡Y miren que detesto esa serie!
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad. Acaba de publicar su primera novela, El último kamikaze, ganadora del Premio Nacional de Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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