Un año digno de olvidar
Dos o tres cosas que decir después de lo ocurrido la noche del sábado en Arlington, Texas, cuando el boricua Orlandito del Valle, en una importante pelea dentro de los supergallos, sufrió una derrota clara, limpia e inobjetable ante Diego de la Hoya, primo del Golden Boy.
Derrota en la que, al parecer, pudo haber influido una lesión en los ligamentos de la mano derecha del bayamonés.
En el combate estelar, naturalmente, el mexicano Saúl ‘Canelo’ Alvarez requetecomprobó que es un imán de taquilla, en especial con la fanaticada mexicana o descendiente de mexicanos, al atraer a más de 51,000 espectadores al AT & Stadium de Arlington, un logro que hace recordar los más de 45,000 que su promotor, Oscar de la Hoya, introdujo en el Sun Bowl de El Paso en 1998 para su masacre ante el francés Patrick Charpentier, ante quien retuvo entonces su cetro welter del CMB en menos de tres asaltos.
Canelo golpea a Liam Smith.
Con Canelo la situación era ligeramente diferente: mientras que Charpentier era un oscuro excampeón europeo que nunca había peleado fuera de Francia y tenía marca de 27-4-1 y 23 nocauts, Canelo mejoró su marca a 48-1-1 y 34 nocauts al noquear en el noveno episodio al británico Liam Smith (ahora 23-1-1 con 13) para conquistar el cetro junior mediano de la OMB.
Fue una pelea entretenida en la que Smith por lo menos tuvo el mérito de no haber subido a sobrevivir frente al mexicano y estuvo dando pelea en todo momento.
De hecho, frente a un rival claramente inferior a él, fue impresionante la frecuencia con la que los golpes de Smith llegaban a Canelo, quien, luego del combate, como ha sido su costumbre en los últimos tiempos, volvió a evalentonarse afirmando que estaba dispuesto a pelear con Gennady Golovkin en cualquier momento y en cualquier lugar.
Esta vez llegó incluso a manifestar que estaba dispuesto a pelear en las 160 libras con el campeón mediano, pero la verdad es que uno quedó nuevamente convencido de que se trata de una pelea que sigue tan lejos como siempre.
Lo cual es positivo para Canelo: si pelea contra Golovkin de la forma tan expuesta en que lo hizo el sábado, el pronóstico será más que reservado.
Claro, lo triste es que esa reyerta entre Canelo y Golovkin es la única que actualmente se vislumbra en el horizonte como la posible megapelea que vuelva a meter al boxeo en las más altas esferas de las atracciones deportivas.
Entrando ya a su recta final, el 2016 ha sido un año desabrido para el boxeo mundial: Mayweather se retiró, al menos temporalmente, Cotto no ha peleado en todo el año y las pocas atracciones de taquilla -como Canelo- se la han pasado haciendo peleas de segunda categoría.
La semana anterior, también sin mucha oposición, Golovkin retuvo su cetro frente al campeón welter Kell Brook mientras que, en su combate anterior, Canelo había despachado al exmonarca de las 140 libras, Amir Khan.
Es más, ha sido el año en el que se ha consolidado la ironía boxística de que las peleas de ‘pay-per-view’ -que antes eran sinónimo de combates de primera magnitud- han adquirido la connotación de combates tan poco atractivos que HBO ni Showtime están dispuestos a comprarlos, por lo que los promotores deben asumir todo el riesgo al tener que ofrecérselos al mercado del ‘pague por ver’.
¿Qué queda como pelea ‘grande’ este año?
Bueno, el 5 de noviembre Manny Pacquiao saldrá de otro de sus retiros para medirse al californiano Jessie Vargas por el cetro welter de la OMB, combate que, al igual del de Canelo, irá por ‘pay-per-view’ al haber sido rechazado por HBO, y, el 19 de noviembre, también en Las Vegas, se verificará el atractivo choque titular de las 175 libras entre el invicto exmonarca supermediano, Andre Ward, y el monarca Sergey Kovalev.
Y paremos de contar.
“Ha habido grandes peleas”, tuiteó el promotor Lou DiBella, otrora director de boxeo de HBO, luego de la cartelera sabatina. “Thurman-Porter, Frampton- Leo Santa Cruz, Vargas-Salido, Chocolatito-Cuadras-, pero las de ‘pay-per-view’ han sido horribles”.
En fin, boxísticamente hablando, ha sido un año en gran medida digno de olvidar.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
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