El marasmo del boxeo femenino
Gracias a un nocaut en el primer asalto, la boricua radicada en Nueva York, Amanda Serrano, ahora con marca de 29-1-1 y 22 nocauts, defendió el sábado en el Barclays Center de Brooklyn su título pluma de la OMB ante la colombiana Calixta Silgado (14-7-3 y nueve).
El combate formó parte de la cartelera que transmitiֶó Showtime, estelarizada por el extraordinario combate en el cual el mexicano Leo Santa Cruz perdió su título pluma de la AMB ante el irlandés Carl Frampton.
Sin embargo, pese a ser titular, y pese a que Serrano es una bicampeona mundial que posee un excelente historial, su pelea no figuró ni remotamente entre las estelares del programa ni formó parte de la transmisión por televisión.
No quiero exagerar, pero la situación de la peleadora –que recientemente habló de hacer campaña en la MMA debido a la pobres bolsas que recibe incluso como campeona mundial en el boxeo-, es otro ejemplo de la triste situación actual del boxeo femenino profesional.
Amanda Serrano noquea a Calixta Silgado.
Visto retrospectivamente, ahora resulta evidente que el boxeo femenino vivió su era dorada a fines de los noventa y principios de los 2000, cuando incluso una pelea de Christy Martin contra la boricua Belinda Laracuente figuraba como la semiestelar del programa de ‘pay per view’ estelarizado por Tito Trinidad contra David Reid.
Pero fue una era dorada alimentada artificialmente: Christy era una estrella y hasta figuró en una portada de Sport Illustrated, gracias al decidido empuje que el promotor Don King le dio a su carrera, pero muchas de las otras peleadoras de la época cifraban su popularidad en un ‘gimmick’ extraboxístico: allí estaban Mia St. John, la ex conejita de Playboy, y una camada completa de hijas de ex campeones del peso pesado, peleando entre sí: Laila Ali, Jackie Frazier-Lide y Freeda George Foreman.
¿Qué pasó? Poco a poco se fue erosionando la novedad de esas peleadoras, así como el interés de la televisión y los promotores. Peor aún, esas primeras estrellas en gran medida eran peleadoras que tenían más nombre -o apellido-, que talento, y en vez de abrirle el apetito a público que las vio por curiosidad, terminaron alejándolo del boxeo femenino al impregnarles la impresión de que era un deporte carente de calidad.
Claro, al mismo tiempo había muy buenas peleadoras que casi nadie veía.
Aparte de la mayagüezana Laracuente, radicada en Miami, Puerto Rico contó con Melissa del Valle, hermana del campeón semipesado neorrican Lou del Valle y mejor conocida como Melissa Salamone luego de su matrimonio con el peso completo Craig Salamone, quien se retiró en 2007 con marca de 30-6-1 y 12 nocauts luego de haber reinado varias veces como campeona del peso pluma.
Pero la mejor de todas era Lucía Rijker, la holandesa radicada en Estados Unidos a la que abrumadoramente se le consideraba la mejor boxeadora del mundo. Por años, sin embargo, estuvo clamando por una pelea con Christy Martin, quien por largo tiempo la estuvo toreando de manera parecida a como Canelo Alvarez ha venido toreando una pelea con Gennady Golovkin en nuestros tiempos.
Al contrario de Christy, Lucia tenía pocos encantos femeninos con los que atraer fanaticada, y sencillamente buscaba triunfar en su deporte de la misma manera que los varones lo hacían en el boxeo masculino: aniquilando a todo el que se le pusiera de frente.
Entrenaba con Freddie Roach en su famoso gimnasio Wild Card, de Los Angeles, y recuerdo que una vez el tristemente fenecido Juan ‘Golo’ Gómez, quien durante un tiempo entrenó allí, me dijo que era tremenda persona, muy amigable, pero que Freddie incluso la ponía a guantear con hombres… y muchos hombres temían guantear con ella.
Finalmente, el promotor Bob Arum concertó el encuentro con Christy Martin para encabezar el 30 de julio de 2005 en Las Vegas una súper cartelera en la que a cada peleadora se le habֵía garantizado una bolsa de $250,000, con un bono de $750,000 adicionales para quien resultara ganadora.
Sin embargo, poco antes de que llegara el gran día Lucía se rompió un talón mientras entrenaba y todo el programa se fue a pique, dando al traste con la mejor oportunidad que se le había presentado al boxeo profesional femenino para llegar a las grandes ligas.
Lucia, de paso, se retiró con marca invicta de 17-0 y 14 nocauts, aunque ha hecho una segunda carrera como actriz de cine, consiguiendo su papel más sonado como la villana en la laureada película boxística de Clint Eastwood, Million Dollar Baby, galardonada con el Oscar.
Después, naturalmente, el boxeo femenino ha estado donde sigue ahora: esperando un segundo aire que no se sabe si algún día llegará.
Tal vez lo más significativo para dejar en evidencia su desfallecido estatus es que la peleadora que más ha llamado la atención en los últimos tiempos fue la exponente de UFC, Ronda Rousey, quien por un tiempo creó sensación con su cadena de nocauts en el primer asalto unida a su bien cuidada imagen de modelo en bikini, elevándose en una nube de publicidad que incluso le llevó a ser seleccionada por ESPN como ‘Peleadora del Año’, en un premio unisex que la encumbró por encima incluso de Floyd Mayweather, Jr. en el año en que este había vencido a Manny Pacquiao.
Poco después, naturalmente, el globo se desinfló cuando la exboxeadora Holly Holm la despachó en dos asaltos en noviembre del año pasado.
No ha vuelto a pelear desde entonces.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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