Unidos por la inmortalidad
Durante sus años de esplendor como promotor boxístico, Don King le cogió el gustito a ponerle un nombrecito pegajoso a algunas de sus peleas más importantes.
Así nacieron, claro está, ‘Rumble in the Jungle’ (Ali vs Foreman en Zaire) y ‘Thrilla in Manila’ (Ali vs Frazier III en Filipinas).
De primera instancia, por consiguiente, no parece raro que hubiera bautizado como ‘Preamble to Bramble’ el programa que presentó en Miami Beach el 26 de septiembre de 1986.
Después de todo, el combate estelar ofrecía a un peleador extremadamente pintoresco y talentoso, Livingston Bramble, exponiendo su título ligero de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) ante el respetado excampeón boricua Edwin ‘Chapo’ Rosario.
En la coestelar, entretanto, el todavía más pintoresco y talentoso, Héctor ‘Macho’ Camacho, ponía en juego su cetro ligero del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) ante el veterano guerrero africano Cornelius Boza Edwards.
Pero, claro está, el nombrecito ‘Preamble to Bramble’ se diferenciaba en un aspecto crucial de los otros dos: abiertamente daba a entender que se tratataba de la antesala de un esperado duelo unificatorio entre el Macho Man -quien venía precisamente de retener su corona en un controvertido encuentro ante Rosario tres meses antes en el Madison Square Garden- y el creyente rastafariano nativo de St. Croix, Bramble, quien, exhibiendo una gran defensa, había saltado al estrellato gracias a sus dos contundentes victorias sobre uno de los niños lindos del boxeo norteamericano, Ray ‘Boom Boom’ Mancini.
Eso dejaba a Rosario, quien a la sazón tenía apenas 23 años y un récord de 28-2 y 23 nocauts, en un rol de actor de reparto, sirviendo sencillamente de escalón para un futuro encuentro entre los dos protagonistas.
Bien era verdad que la forma en que había caído noqueado dos años antes ante el mexicano José Luis Ramírez para perder el cetro del CMB le había quitado un poco de brillo a su anterior reputación como uno de los mejores peleadores jóvenes del momento, y también era cierto que venía de perder con Camacho, pero todo el mundo estaba consciente -o debía estarlo- de que el Chapo era mucho más que una pelea preparatoria para Bramble.
En fin, Camacho cumplió su parte del plan: en un deslucido encuentro en el que se escucharon numerosos abucheos, el zurdo de 24 años mejoró su marca a 30-0 con 15 nocauts en el Abel Holtz Stadium de Miami Beach, al derrotar a Boza Edwards por amplia decisión unánime (120-108, 115-112 y 118-109).
Los abucheos de debieron a que Camacho, iniciando una tendencia que en buena medida continuaría durante el resto de su larga carrera, recurrió bastante a los agarres y a moverse por el ring frente a un rival torpe que se limitaba a perseguirlo frontalmente, contentándose con ganar por decisión cuando antes en su carrera había sido un relámpago de ferocidad y velocidad.
Para muchos, de hecho, el cambio hacia un estilo menos arriesgado tuvo su origen precisamente en su choque con Rosario, quien en par de ocasiones lo estremeció y estuvo a punto de tirarlo a la lona.
Pero Rosario, quien nunca reconoció su derrota ante Camacho y ardía en deseos de que se concertara la revancha, arruinó los planes de King y de cierta manera arruinó también la carrera de Bramble, quien nunca más pelearía por un título mundial y terminaría convertido en meramente un oponente y perdedor consuetudinario, retirándose con marca de 40-26-3 y 25.
El causante de todo esto fue una veloz y devastadora combinación de Rosario que derribó a Bramble en el segundo episodio.
El final se suscitó a los 2:28 minutos cuando Bramble, aduciendo que Rosario lo había cegado al meterle un pulgar en el ojo, se quedó arrodillado sobre la lona.
“La gente hablaba de Mancini y de la gran defensa de Bramble”, comentaría después el manejador de Rosario, Jim Jacobs, a quien algunos habían criticado por poner al Chapo en una pelea tan fuerte inmediatamente después de su derrota ante Camacho.
“Pero yo sabía que Rosario era mucho más rápido de manos que Mancini”.
Lo lógico, en fin, era que el próximo paso fuera la revancha entre Rosario y Camacho, pero, pese a que toda la promoción había girado en torno a un futuro choque unificatorio con Bramble, el propio Camacho sembró después de la pelea serias dudas acerca de unificar con Rosario al afirmar que había confrontado tantos problemas para marcar las 135 libras que estaba considerando la probabilidad de subir de peso.
Incluso, dijo, había tenido que correr cuatro millas el dֵía anterior con tal de hacer las 135 libras.
“Por eso ya no tenía piernas en el quinto asalto”, dijo.
Hubo quien comentara que, de haber ganado Bramble, Camacho tal vez hubiese hecho un esfuerzo adicional, pero lo cierto es que renunció a su cetro poco después y cuando volvió a disputar una corona lo hizo en 1989 al vencer a Mancini para conquistar el vacante cetro junior welter de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).
Rosario, entretanto, perdería su corona al año siguiente ante Julio César Chávez y, aunque luego se coronaría brevemente en las 140 libras, nunca pudo saciar su obsesión de conseguir una revancha con el Macho Man.
En fin, ya han transcurrido casi 30 años desde ese fallido ‘Preamble to Bramble’, pero finalmente dentro de unos días, el domingo 12 de junio en Canastota, Nueva York, el Macho Camacho se unirá al Chapo Rosario en el ring de la inmortalidad cuando sea exaltado al Salón de la Fama del Boxeo Internacional.
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El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
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