Señal boxística por excelencia
Para promocionar su inminente pelea con Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán, Marvin Hagler estuvo de visita en la Isla en 1983 y, entre otras cosas, pasó por las oficinas de El Nuevo Día en Puerta de Tierra.
Recuerdo principalmente que, aunque vino con un par de ayudantes, no estaba forrado de guardespaldas ni de ‘gente de prensa’ especializada en limitarle al máximo posible el trabajo a los periodistas. Por el contrario, el hombre se paseó campechano y sonriente por los pasillos del periódico, saludando la gente. Incluso aceptó un ofrecimiento mío para tomarnos un café en la sala de esparcimiento, donde había una cafetera de uso común que colaba un café insoportable.
Uno de los que más gozó con su visita fue un compañero que trabajaba de mensajero en la redacción y era -y supongo que sigue siendo- un entregado del boxeo. Otra característica suya era la de chavar y agitar al máximo y, en este caso, le dio nada menos que con gufearse al gran campeón del peso mediano.
Marvin Hagler.
Hablando una mezcla de inglés con español, y haciendo gestos de propinar golpes con las manos, le decía: ‘Yo soy primo de Durán. Cousin. Y Durán te va a dar… así. Te va a noquear. You’re going down”.
Incluso indicaba con el pulgar hacia abajo.
Tanto insistió que en determinado momento Hagler, intrigado, me preguntó si de verdad era primo de Durán.
Cuando le dije que era broma, Hagler le preguntó al muchacho si quería tomarse una foto con él.
Pero en vez de asumir la pose que tal parece que es obligatoria por ley en nuestros tiempos -boxeador y seguidor uno al lado del otro, con un puño en alto y una sonrisita tipo ‘selfie’ en la cara-, Hagler le hizo indicaciones para que fingiera darle un puño en la mandíbula.
Y cuando vio que, medio atemorizado, el muchacho se quedó con el puño a varias pulgadas de su barbilla, el mismo Hagler se lo agarró y se lo pegó de la quijada.
En fin, hago este hermoso preámbulo sencillamente para señalar que hubo una época, antes de la camaritas de celular, en la que los boxeadores no se quedaban congelados con un puño en alto cada vez que alguien les pedía una foto, ni tampoco se sentían obligados a asumir la misma pose todos aquellos que se fotografíaban con ellos.
Verdejo, Juanma y Tito asumen la pose caracteristica.
Que conste, esto es algo que parece rebasar todas las fronteras: Facebook y las distintas páginas boxísticas están repletos de fotos en los que aparecen estas fotos, ya sea del boxeador solo o acompañado por la persona que quiere fotografiarse junto a él.
El presidente de la AMB, el venezolano Gilberto Jesús Mendoza, junto al campeón Chocolatito González, de Nicaragua.
No sé a qué pueda deberse. Una teoría que sugiero es que se trata de una pose tradicional que se empleaba en la prensa boxística hace varias décadas. A veces, cuando hacía una visita promocional a algún medio, un boxeador procedía a quitarse la camisa para posar con los puños en alto para el fotógrafo. A veces sin que nadie se lo pidiera.
Una costumbre que muchos lamentamos que nunca llegaran a imitar las modelos o reinas de belleza cuando también hacían alguna visita promocional a los medios
Pero por lo menos es algo que no tiene paralelo en ningún otro deporte. Es decir, si uno sorprende a un baloncelista en un sitio público y le pide una foto, este no reacciona automáticamente asumiendo pose de tirar al canasto. Y un pelotero tampoco simula agarrar un bate o lanzar una bola. A Mónica Puig no se le ocurre empuñar una raqueta imaginaria cuando un fanático le pide fotografiarse con ella. Y estoy seguro que los jinetes de Camarero tampoco reaccionan elevando un foete imaginario.
De hecho, con la posible excepción de algunos militares -que tal vez sientan la inclinación de ponerse la mano en la frente en señal de saludo-, tampoco se me ocurren muchos ejemplos extraídos de la vida más allá del deporte del boxeo.
Es decir, un policía no posa elevando una macana imaginaria, ni un barbero usa como pose tradicional el ademán de estar recortando con una tijera.
Solo se me ocurre una excepción: la señal de los ‘cuernos’ que asumen algunos roqueros, especialmente afectos al ‘heavy metal’, cada vez que alguien apunta una cámara (o celular) en su dirección, tal como puede apreciarse en la foto de abajo.
Algunos han afirmado que representa al demonio -con sus dos cuernos- aunque el músico que inició o por lo menos popularizó su uso, el ya fenecido Ronnie James Dio, aseguraba que se lo había enseñado su abuela italiana y significaba todo lo contrario: una forma de ahuyentar al demonio.
Ronnie James Dio.
Hay otro signo parecido -pero con el pulgar extendido- que muchos confunden con este, y que es el signo del lenguaje de señas para la frase ‘I love you’, tal como lo ejecuta aquí el papa Francisco, quien aparece aquí con el arzobispo de Manila en una visita a Filipinas y quien inicialmente escandalizó a muchos con este gesto, según se lo enseña el arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle.
No se confundan, ¿eh?
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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