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El precedente de Joe Mesi

Juan de León, el experimentado entrenador puertorriqueño radicado en Buffalo, Nueva York, revivió uno de los capítulos más aterradores de su carrera en el boxeo cuando se enteró de la reciente situación del boricua Prichard Colón.
Más de once años antes de que Prichard recibiera el 17 de octubre ante Terrel Williams los golpes en la nuca que al parecer condujeron a que sufriera de sangrado cerebral, provocando que actualmente se encuentre en coma en un hospital de Virginia, De León se encontraba en la esquina del peso completo Joe Mesi cuando este a duras penas se recuperó de tres caídas y retuvo su invicto en un brutal encuentro con el excampeón crucero, Vassily Jirov.
Aunque Mesi ganó aquella pelea del 13 de marzo de 2004 en Las Vegas, y el orocoveño Prichard, uno de los principales prospectos del boxeo boricua y con cualidades de futura superestrella, hubo de ser declarado perdedor por descalificación, los parecidos son impresionantes: en ambos casos los peleadores, jóvenes e invictos, contaban con el íntimo respaldo de sus padres: el padre de Mesi, Jack, era también su manejador, mientras que Richard, el de Prichard, es uno de sus entrenadores.

09  Mesi cae a la lona ante el zurdo Jirov.

Y ambos quedaron estremecidos por golpes en la nuca, recibidos en el noveno asalto.
El italoamericano Mesi, quien figuraba como uno de los mejores prospectos del peso máximo y estaba clasificado primero por el CMB con marca de 28-0 y 25 nocauts, ganaba ampliamente su pelea hasta que Jirov lo derribó con ese tipo de golpe, y luego, evidenciando cansancio sin haberse recuperado por completo de la caída inicial, cayó otras dos veces en el episodio final.
Prichard, por su parte, cayó dos veces en su noveno episodio, debiéndose claramente la primera caída a un golpe ilegal, y, al contrario de Mesi, no llegó a pelear en el asalto final: fue descalificado por el árbitro luego de que, al parecer debido a una confusión por creer que la pelea había terminado, su esquina le quitó los guantes antes del comienzo del décimo episodio.
Pero ambos, tanto Prichard como Mesi, abandonaron el ring caminando por su cuenta, aunque luego evidenciaron síntomas malignos en el camerino.
Aquíֵ los casos se diferencian: Mesi, conocido como ‘Baby Joe’, se quejó de fuertes dolores de cabeza, pero fue examinado por el médico de la Comisión, quien no halló nada preocupante y hasta le dio el ‘release’ para que se fuera a su casa.
Prichard, en cambio, sufrió vómitos y mareos y hasta se desmayó antes de ser llevado al hospital.
“Si Mesi se me hubiera quejado de mareos o lo que fuera, yo no lo hubiera dejado salir al décimo asalto”, dijo recientemente De León, hermano del excampeón mundial crucero Sugar de León.
“Pero Joe lo que me decía es que había sentido el golpe”, agregó. “El sí se le quejó al árbitro de que la caída había sido por un golpe ilegal, en la nuca, pero el árbitro le contó de todas maneras”.
“Así que lo que le dije fue que se fuera a boxear en ese último asalto”, agregó.
Mesi regresó al hotel con su grupo.
“Jack, el papá de Joe, no quería llevarlo a un hospital en Las Vegas sino a uno en Buffalo”, recordó Juan, manejador y entrenador de numerosos peleadores actualmente, incluyendo al junior ligero Alberto Machado.
“Y la verdad es que Joe no se estaba quejando de más nada, sino de un dolor de cabeza intermitente”.
Aún así, De León tomó sus precauciones: “Saqué a su esposa de su cuarto y me quedé allí con él”, dijo. También, a instancias suyas, todos permanecieron par de días más en Las Vegas.
“Pensé que a Joe tal vez pudiera afectarle la altura de un vuelo en esos momentos”, dijo.
Días después, Jack lo llevó al hospital en Buffalo, donde aún viven, y allí en efecto, se halló que había sufrido sangrado cerebral.
Aunque en menor escala.

Joe Mesi  Mesi decidió retirarse estando invicto.

“Los médicos tienen una escala y en esa escala, el sangrado de Joe había sido mínimo, de 0.5”, agregó De León.
En fin, de algún modo el hospital de Buffalo filtróֶ la información y, al enterarse de ella, la Comisión de Nevada, por razones médicas, rehusó renovarle la licencia a Mesi. Siguiendo la política habitual de eciprocidad entre comisiones afiliadas, las demás comisiones de Estados Unidos tampoco le permitieron pelear en sus jurisdicciones y no fue hasta que la de Puerto Rico le abrió las puertas en 2006, que Mesi, quien en todo momento había contado con el testimonio de médicos especializados en el sentido de que la lesión había sanado y no le representaba un peligro especial, reapareció en Guaynabo con una victoria por decisión ante Ronald Bellamy.
Mesi haría y ganaría otras seis peleas en los 18 meses siguientes, peleando en Canadá y en estados que carecían de comisiones de boxeo o cuyas comisiones no estaban afiliadas a la Asociación de Comisiones de Boxeo, hasta que finalmente abandonó el boxeo.
Aunque Mesi quería seguir, su padre y él se dieron cuenta de que peleando fuera de Las Vegas y, especialmente, fuera de Buffalo, donde era una gran atracción de taquilla, no iba a recibir las grandes bolsas que antes había estado recibiendo, dijo De León.
“Para ser sincero, yo tampoco me sentía cómodo”, agregó. “En los entrenamientos hacíamos un guanteo controlado y yo hablaba con los otros boxeadores para que no le dieran golpes a la cabeza”.
“Y en las peleas en sí yo me pasaba más tiempo preocupándome de que no le pasara nada que pensando en maneras de ganar la pelea”.
Por suerte Mesi, un tipo bien preparado y bien parecido que incluso llegó a aspirar a un cargo de concejal en Buffalo, había ganado buen dinero y ya tenía su propia casa, de la cual no debía nada. Y actualmente, el expeleador, quien el 27 de noviembre cumplirá 42 años, trabaja como cobrador de una compañía de seguros y también como representante de una empresa de productos médicos que, irónicamente, le suple equipo a los cirujanos en las operaciones del cerebro.
“Joe hasta se mete con ellos en las salas de operaciones”, dijo De León, quien mantiene una estrecha relación personal con el expeleador.
“Joe es el padrino de mi nene y nos vemos siempre en la iglesia”, dijo finalmente.
“Está de lo más bien”.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com).
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