Uno de los grandes talentos de Floyd Mayweather, Jr., aparte de su indiscutible grandeza como boxeador, ha sido su capacidad para venderse bien.
Tan así que, sin ser un peleador agresivo ni mucho menos noqueador, sino exhibiendo un estilo técnico que no suele atraer las grandes masas, no tan solo ha sido el peleador que ha dominado su época en términos de popularidad y ganancias, sino el que más plata ha generado en la historia.
Y lo ha logrado, en gran medida, gracias a una personalidad que, al igual que ocurría en su época con Muhammad Ali -otro que probó que no hay que ser noqueador para ser taquillero-, consigue que incluso aquellos que no lo soportan deseen ver sus presentaciones.
Aunque solo sea para verlo perder.
¿Cómo lo logra? Vanagloriándose ridículamente, mofándose de sus rivales, enfatizando su independencia de los grandes promotores.

Para esta pelea ha vuelto a repetir su mantra de que es el mejor boxeador de todos los tiempos, considerándose superior incluso a Ali, quien también solía ofender a los puristas del boxeo de su época al llamarse “The Greatest” cuando muchos aseguraban que era ofensivo que siquiera se comparara con Sugar Ray Robinson.
Un comentario reciente que hiciera en Facebook el amigo y excompañero de trabajo, Santi González, me resulta muy iluminador: él afirma que el afán de Mayweather de alardear de su riqueza, fotografiándose con autos lujosos y filtrando historias acerca del protector bucal de $25,000 que usará en la pelea, tiene el fin de echarle más gasolina al odio mezclado con envidia que puedan tener algunos de sus detractores… y casi seguros consumidores de la transmisión por ‘pay per view’.
Claro que hay una gran diferencia entre Mayweather y Ali: Ali profería sus fanfarronadas con chispa y picardía, dejando saber -indirectamente- que se trataba de una mera artimaña promocional.
Así, apodado también ‘The Mouth’ por algunos, se inventaba versos y apodos perversos sobre sus rivales.
¿Un ejemplo?

“My face is so pretty; you don’t see a scar,
Which proves I’m the king of the ring by far”.

(Mi cara es tan linda/ que no ves ni una marca/ lo cual prueba que por mucho/ soy el rey de esta comarca).

A Frazier lo rebautizó como “el gorila”, a Foreman, como “la lavandera” (por la forma tosca en que sacudía sus golpes).
Según el mismo Ali admitía, esta “personalidad” jactanciosa había sido inspirada por el luchador profesional conocido como Gorgeous George, quien lucía una larga cabellera rubia que cepillaba vanidosamente al admirarse en un espejo encima del ring y se proclamaba como el más bello de todos.
Mayweather, claro, no llega a tanto, pero sí resulta claro que su personalidad boxística -incluyendo su guille gangsteril de rapero- es tan inventada como la de Ali.
Otra vieja amiga, Crucita Cordero, quien vive en Las Vegas, ha tenido acceso continuo a la vida privada de ‘Money’, y lo describe como un hombre humilde, sencillo y buen padre.

“Para esta pelea con Pacquiao, su padre -Floyd, Sr.- incluso me ha dicho que cuando quiera ir al gimnasio ellos me mandan un carro a recogerme”, escribió recientemente en su página de Facebook la hermana del legendario jinete Junio Cordero y madrina de numerosos campeones boricuas.
La invitación de los Mayweather se produjo luego de que ella les dijera que estaba afectada de salud y dudaba que pudiera ir a visitarlos.
Claro que hay otra gran diferencia entre Mayweather y Ali: el otrora Cassius Clay era una especie de don Juan que, tal vez confiando demasiado en la superioridad de su talento, a menudo descuidaba sus entrenamientos.
Floyd, por el contrario, es un adicto al gimnasio y a la condición física.
“Floyd no solo hace una carrera diaria, sino dos”, me dijo Crucita en una ocasión. “Ese es el secreto de sus piernas”.
Un secreto que tengo la impresión que va a frustrar demasiado a Pacquiao este sábado.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
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