El dilema de Kiria Tapia
Kiria Tapia es una boxeadora de buena técnica y tácticas sobre el ring: se desplaza por el cuadrilátero utilizando el jab y a menudo espera que su contraria lance un golpe para contraatacarla con relampagueantes combinaciones. Luego vuelve a salirse antes de que le conecten.
En fin, es casi una versión femenina del gran Iván Calderón.
Dicho todo esto, podría pensarse que Kiria lo tiene todo como para ser la boxeadora aficionada perfecta: en el aficionismo, que no premia la gran pegada -ya que un golpe produce un ‘knockdown’ cuenta lo mismo que un jab-, tradicionalmente han sobresalido los peleadores como ella, aunque con sus excepciones, claro está.
Y Kiria ha sobresalido también: no en balde ha sido ya medallista de oro en los Juegos Panamericanos (2011) y Centroamericanos (2014).
Sin embargo, el boxeo aficionado ha venido sufriendo grandes cambios, y todos ellos parecen inclinados a acercarlo más al estilo profesional. Por eso, en los varones adultos desapareció ya la careta protectora, y la creación de una liga semi-pro como la Serie Mundial de Boxeo, permite que muchos peleadores aficionados ganen dinero y participen en un tipo de boxeo que prácticamente es profesional: con ‘ring card girls’, ceremoniosas entradas al ring… y peleas a cinco asaltos en las que se promueve el toma y dame constante, no la técnica más depurada.
Entretanto, el boxeo aficionado a ultranza, aquel que se caracterizaba por los peleadores que solo buscaban marcar puntos peleando a distancia -ese estilo que aún mantiene en el profesionalismo el otrora campeón olímpico Wladimir Kitschko-, ha venido desapareciendo aceleradamente.
De hecho, me consta que antes los entrenadores emoujaban hacia el profesionalismo a aquellos peleadores que tenían un “estilo profesional”, refiriéndose a que golpeaban mucho el cuerpo, bajaban la cabeza al atacar y buscaban atinar un solo golpe decisivo en vez de lanzar muchos con tal de acumular puntos.
Pero el cambio de enfoque al parecer ha provocado que muchos organismos fomenten ese nuevo tipo ‘profesionalizado’ de boxeo aficionado: no hace mucho, al explicar por qué había decidido hacerse profesional, el joven peleador de Río Piedras, Ryan Pino, a quien sus entrenadores comparaban con Mayweather por sus habilidades defensivas y rápidos desplazamientos sobre el ring, me dijo que en la Federación preferían a los que pelearan a pie firme y presionaran al rival.
Kiria, sin embargo, no parece haberse enterado de esto y, en el Torneo Internacional Cheo Aponte que concluyó el domingo en la Plaza de Recreo de Caguas, se agenció la medalla de oro del peso ligero mediante tres luchadas victorias por decisión.
Sin embargo, tanto sus rivales como los entrenadores de estas, no tardaron en lanzar los argumentos que muchas veces le lanzaron a Calderón o, incluso los que alguna gente del boxeo –en especial aquellos que respiran el llamado ‘estilo mexicano’- le siguen lanzando a los boxeadores puertorriqueños en general: que son ‘correlones’ y, también, que los protegen cuando pelean en su país.
“Ella no boxea, lo que hace es correr y agarrar”, dijo, por ejemplo, la brasileña Adriana Araujo, la medallista de bronce en las Olimpiadas de Londres a la que Kiria derrotó en su primera pelea en el Cheo Aponte.
“Las dos veces que me ha ganado ha sido en Puerto Rico, pero, afuera -cuando peleamos en Venezuela y en Canadá- he ganado yo”.
Algo parecido dijo también la mexicana Victoria Torres, a quien Kiria venció por la medalla de oro: “Hemos peleado tres veces, todas aquí en Puerto Rico, y en todas ha pasado lo mismo”, dijo. “Yo gano y se la dan a ella”.
Pero Kiria está acostumbrada a recibir estos golpes fuera del ring.
“Lo mío es boxear”, dijo, “usar la inteligencia contra la fuerza. En el boxeo femenino de ahora yo no diría que son pocas las que boxean, sino que prácticamente ninguna”.
“Ellas tiran muchos golpes pero yo conecto los golpes más claros, los más limpios”.
De hecho, a uno de los directivos de la delegación mexicana que asistió a este torneo se le notó un poco irritado.
“Kiria perdió las tres peleas que hizo, no solo la que tuvo con Victoria”, me dijo en determinado momento. “Pero es un daño el que le están haciendo a la atleta, porque la protegen tanto que cuando salga va a perder a la primera pelea que haga”.
Incluso recordó que en junio se celebrará en tierra mexicana -Tijuana- el torneo clasificatorio para los Juegos Panamericanos, y que allí estarían tanto Kiria como su peleadora.
“Vamos a ver qué pasa allá”, soltó, con un tono que me pareció algo amenazante.
Estoy consciente de que mi función no es defender a nadie ni ponerme a discutir con nadie, ya que mi honrosa labor periodística a menudo se circunscribe a comer carne al pincho mientras disfruto de gratis de los mejores eventos deportivos. Sin embargo, le recordé al directivo que Kiria precisamente había ganado las medallas de oro en los Panamericanos de Guadalajara y los Centroamericanos de Veracruz -es decir, en México- y que yo no creía que la estuvieran protegiendo mucho a ella por esos lares.
Fin de la entrevista.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
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