Triunfos con el agua al cuello
Danny García y Román ‘Rocky’ Martínez ganaron de la misma manera sus respectivos combates de la noche del sábado.
Con el agua al cuello.
Danny, quien no hace mucho era una selección automática cuando los expertos en boxeo escogían sus listas de los mejores ‘libra por libra’, lució débil, frágil, amoratado y abrumado al apenas sobrevivir en los últimos asaltos frente a Lamont Peterson en el Barclays Center de Brooklyn, aunque así y todo se apuntó una victoria por decisión mayoritaria (115-113, 115-113 y 114-114).
De esta manera, el filadelfiano de 27 años, hijo de padres boricuas, mejoró su marca a 30-0 con 17 nocauts frente a un rival que ahora cayó a 33-2-1 y 17.
Ambos siguen como campeones de las 140 libras pese a que el choque no fue titular debido a que se celebró en el peso acordado de 143 libras, pero la forma en que Danny fue superado por un Peterson cada vez más fuerte y envalentonado en los últimos episodios es un probable presagio de que resulta inminente su ascenso al peso welter, donde ya antes se le había mencionado como posible oponente de Pacquiao o Mayweather.
¿Cómo fue la pelea?
Aunque sin hacer nada espectacular, Danny dominó la primera mitad solo al perseguir y asumir una actitud ofensiva sobre el ring frente a un Peterson que parecía empeñado en representar el papel de Oscar de la Hoya en un ‘remake’ de su película frente a Tito Trinidad.
Y eso tenía su lógica: Danny tiene pegada y cuenta con una victoria sobre el pegador argentino Lucas Matthysse, quien a la vez derribó tres veces y noqueó entre asaltos al norteamericano hace dos años.
Pero mientras que De la Hoya nunca alteró aquella vez su plan de pelea, esta vez fue Peterson quien, para sorpresa de muchos, pero al parecer siguiendo al pie de la letra el brillante plan estratégico que le diseñara su entrenador Barry Hunter, se transformó a partir del octavo asalto en una especie de Mike Tyson en miniatura, plantándose a pie firme para acosar, burlarse y lanzarle derechazos asesinos a su rival.
Hunter, de paso, es un entrenador que se comporta como un dirigente de la NFL y le habla a su peleador como si estuviera gritándole instrucciones a sus jugadores, imagen en la que le ayudó bastante el llevar una gorra en la que aparecía escrita la palabra ‘Coach’.
“Seguí en toda la pelea mi plan, que era boxearle, hacerlo fallar, cansarlo y aprovechar mis oportunidades”, diría Peterson luego del encuentro.
Y así lo hizo, aunque tal vez encendió demasiado tarde la bombillita de la agresividad.
“Entiendo a la gente que cree que Lamont ganó, porque fue una pelea muy cerrada”, comentaría en un ‘twit’ el promotor Lou DiBella, “pero él comenzó demasiado tarde y payaseó demasiado”.
Por otro lado, en el Coliseo José Miguel Agrelot, hubo de todos menos payaseos: aunque Rocky, quien pelea con un estilo que le hace honor a su apodo boxístico, derribó a Salido en los asaltos tres y cinco, pasó los últimos asaltos del combate peleando con la boca abierta y totalmente encorvado para protegerse del acoso constante y los ataques al cuerpo del veterano guerrero mexicano que, como los ‘zombies’, parece revivir cuando todo el mundo lo da por muerto.
“Es una pelea en la que los dos tienen estilos tan similares y encajan tan bien”, me había dicho el veterano entrenador Alex ‘El Cano’ Matos, con quien me encontré horas antes en la cartelera de la Serie Mundial de Boxeo en el Pedrín Zorrilla, “que el que se canse primero es el que tiene las de perder”.
Bueno, pues Rocky (ahora 29-2-2 y 17) se cansó primero pero aun así ganó por decisión unánime (114-111, 115-110 and 116-109) para reconquistar el cetro junior ligero de la OMB cuando Salido (42-13-2 y 19) no logró esta vez repetir con éxito el mismo patrón que había utilizado dos veces para venir de atrás, desgastar y eventualmente noquear a Juanma López.
Tal vez porque ahora Salido está más viejo y más gastado, o tal vez porque Rocky es igual de valiente y más fuerte y resistente que el Juanma de las últimas peleas.
Pero, ¿por cuánto tiempo?
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y es el autor de San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
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