Esas revanchas inmediatas
En el boxeo, un deporte en el cual, según parece, las decisiones controvertidas vienen produciéndose a un ritmo sin precedentes, siempre han sido raras las revanchas.
Y las revanchas inmediatas -como esta que acaba de anunciarse, entre Floyd Mayweather, Jr. y el argentino Marcos Maidana– son más raras todavía. Casi tanto, de hecho, como las ocurrencias ingeniosas de Kim Kardashian.
En efecto, para quien todavía no lo sepa, Mayweather, el indiscutible mejor peleador de esta época, accedió a defender sus títulos welter del CMB y la AMB ante Maidana el 13 de septiembre en el MGM Grand de Las Vegas, el mismo escenario en el cual el Pretty Boy se acreditó el 3 de mayo una apretada victoria por decisión mayoritaria.
Que conste, aunque la mayoría de los periodistas elogió la actuación de Maidana, quien presionó a Mayweather como pocos lo habían hecho antes, no fueron muchos los que opinaron que, en efecto, este mereció la victoria, a pesar de que Maidana, naturalmente, gritó a los siete vientos que había sido víctima de un robo.
Y, en efecto, Mayweather tomó la decisión de darle la revancha motu proprio, no porque ningún organismo se lo hubiera ordenado.
Por el contrario, la AMB o el CMB muy bien podían haber opuesto si les hubiera dado con defender los derechos de sus retadores mandatorios. Y habrían estado en todo su derecho si le hubieran exigido a Mayweather que expusiera ante uno de ellos -Amir Khan es el del CMB, Keith Thurman de la AMB- y que el ganador luego se comprometiera a pelear con el argentino.
Pero, ¿qué organismo está dispuesto hoy en día a perder la buena tajada que le toca por avalar una pelea del boxeador más ganancioso del planeta?
Así, el peleador nativo de Michigan, con la astucia comercial que le caracteriza, sencillamente parece haberse dado cuenta de que Maidana era el más viable de los rivales que tenía disponibles, y que no habría que hacer mucho esfuerzo por vender la pelea, así que… ¿por qué no?
No es la primera vez que toma una decisión de este tipo: en abril del 2002, luego de conseguir sobre el mexicano José Luis Castillo una criticadísima victoria por decisión unánime al exponer su cetro ligero del CMB, Mayweather insistió en que se había lastimado el hombro izquierdo en los entrenamientos y que por eso había confrontado problemas para lanzar su jab.
Y él mismo fomentó la idea de la revancha.
Esta se produjo en diciembre, luego de que Mayweather se repusiera de una operación del hombro, y esta vez se impuso más claramente.
La otra instancia que me viene a la mente de una pelea en la que un campeón le dio la revancha inmediata a su retador después de haber ganado controvertidamente el primer encuentro, reúne los nombres de Pernell Whitaker y Wilfredo Rivera.
Allá para el 12 de abril de 1996, Whitaker tenía una reputación de grandeza parecida a la que Mayweather cultivaría años después: era un excampeón olímpico zurdo y dotado de una defensa insuperable al que muchos consideraban el mejor ‘libra por libra’ de su época.
Pero aún así, muchos -incluyendo a la juez Bárbara Perez, quien vio la pelea 115-112- le vieron perder cuando defendió en la vecina isla de St. Marteen su cetro welter del CMB ante el boricua Rivera, quien, aunque tenía un récord de 23-0-1 y 14 nocauts y era un excelente peleador, le tocó pelear siempre a la sombra de Tito Trinidad.
El clamor internacional por la revancha se hizo sentir: “El ataque contra la decisión fue tan duro que el CMB ordenó la revancha, algo que no ocurría casi nunca”, recuerda el entrenador José Bonilla, quien entrenó a Rivera para el primer combate.
Inexplicablemente, Rivera cambió de esquina para el segundo encuentro, celebrado en Miami el siguiente 20 de septiembre, y se trató de un combate incluso más violento que el primero: Whitaker cayó en el quinto por un golpe al cuerpo y Rivera en el sexto. Pero, al final, el norteamericano se llevó un triunfo cerrado (113-112, 115-111 y 115-113), pero inobjetable.
“Alguna gente dice que Whitaker no se había preparado bien para la primera pelea pero, para mí, un Whitaker no tan bien preparado era más peligroso”, señala Bonilla. “El era un peleador muy mañoso, muy evasivo, que si quería se ponía con sus trucos”.
“Además”, continúa, “hubo que trabajar mucho mentalmente con Wilfredo para esa primera pelea: él no podía creer que iba a estar peleando con Whitaker”.
Para la segunda, sin embargo, “ya venía de pelear 12 rounds con él y sabía que le podía ganar, mientras que si Whitaker estaba mejor preparado era mejor, porque iba a pelear más, a arriesgarse más”.
¿Puede decirse algo parecido de la segunda pelea de Mayweather y Maidana?
Quizá, pero Bonilla señala varias diferencias importantes: “A estas alturas Mayweather ya tiene en contra la edad (37 años) y ya él ha venido mermando”, dice. “En el boxeo lo primero que se va son los reflejos, las piernas y la velocidad”.
Pero Bonilla también cree que “Maidana fue a la primera pelea sin nada que perder y sin que la gente esperara mucho de él, pero ahora la gente espera mucho más”.
Por otro lado, “Maidana hizo la preparación de su vida para la primera pelea y es muy difícil que vaya a tener esa misma intensidad para la segunda”.
En fin… Mayweather otra vez.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y publicó recientemente su primer libro, San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmai.com).