Una época dorada entre comillas
En los últimos meses, algunos de los mejores y más reconocidos analistas de boxeo de los Estados Unidos, tales como Al Bernstein, de Showtime, han venido diciendo algo que choca de frente con la percepción generalizada: que el boxeo está viviendo una de sus mejores momentos en décadas.
Se trata de una opinión bien fundamentada: si descontamos una que otra excepción –en particular la ya ilusoria pelea de Mayweather con Pacquiao-, los principales peleadores del mundo han venido tomando cada vez peleas más grandes y arriesgadas, para beneplácito de los fanáticos.
Es una tendencia que ya nos trajo el reciente enfrentamiento de Mayweather con Canelo Alvarez y que va que va a seguir, como lo indican los futuros enfrentamientos de Miguel Cotto con Sergio Martínez y Julio César Chávez, hijo, con Gennady Golovkin.
¿Recuerdan cuándo la pelea de Trinidad y De la Hoya hizo historia al conseguir 1.4 millones de ventas, convirtiéndose, allá para 1999, en la más comprada fuera de la división completa?
Pues hoy en día ya es casi es un lugar común escuchar que tal o cual pelea alcanzó más de un millón de ventas de ‘pay-per-view’.
Y la pelea sabatina entre Pacquiao y Timothy Bradley entró de lleno en ese glorioso panorama: Bradley ahora ha enfrentado, en sus últimas peleas, a Juan Manuel Márquez y dos veces a Pacquiao; Pacquiao ha peleado dos veces con Bradley, una con Cotto y ya lleva cuatro reyertas con Márquez, y así sucesivamente.
Incluso Chávez, quien por un tiempo parecio un niño protegido del CMB, ya ha enfrentado a Martínez y ahora chocará con el campeón mediano Golovkin, uno de los peleadores más temidos del planeta.
Y su compatriota, Canelo Alvarez, también ha optado por tomar otra vez la cuesta más empinada, al aceptar retar al cubano Erislandy Lara por el título junior mediano de la AMB.
En efecto, estos últimos años se han caracterizado por proveer numerosas peleas entre rivales de renombre.
Pero… ¿han producido estos grandes enfrentamientos grandes peleas?
Las de Márquez y Pacquiao sí cumplieron con la meta de ofrecer encuentros memorables, y también el enfrentamiento de Cotto con Floyd Mayweather cumplió con ofrecer una pelea dramática y relativamente pareja.
Pero no creo que estemos hablando de clásicos que recordaremos dentro de varios años.
Por otro lado, Chávez-Martínez fue un fiasco, al resultar en un dominio casi absoluto del argentino y lo mismo puede decirse del combate de Canelo con Mayweather.
Y las dos peleas de Pacquiao con Bradley fueron buenas peleas, pero no transcendentales.
Es decir, en una época en la que es necesario pagar hasta cerca de $60 por tener el privilegio de ver por ‘pay per view’ a los mejores boxeadores del planeta, la verdad es que la presente época dorada aún no ha producido su Ali-Frazier, su Leonard-Hearns o Hearns-Hagler, su Leonard-Durán, su Trinidad-Vargas o, incluso, su Barrera-Morales, Barrera-Pacquiao o Morales-Pacquiao.
Y una posible razón por la que no estamos viendo grandes peleas, aun cuando se esten enfrentando los mejores peleadores de esta época, es, sencillamente, que los mejores peleadores de esta época no son tan buenos como los mejores de épocas anteriores.
¿Por qué? Algunos señalan que los boxeadores modernos no entrenan ni pelean con tanta frecuencia como los de antaño, y que muchos llegan a disputar títulos no tan solo sin haberle ganado a un clasificado, sino a un peleador relativamente mediocre.
O quizá es que el banco de talento se ha reducido demasiado: En Estados Unidos, por ejemplo, se cree que hay actualmente unos 3,000 boxeadores profesionales. En los años setenta había más de 30,000.
Mientrastanto, los títulos mundiales se han cuadriplicado… sin contar los títulos interinmos y otras misas sueltas.
Como quiera que sea, mientras estaba viendo a Pacquiao ofreciendo su demostración tan dominante frente a Bradley, la cual ha merecido elogios y hasta ha llevado a algunos a decir que “Pacquiao is back”, en determinado momento recordé a algunos de los grandes campeones welter de épocas no demasiado lejanas, y me dije que no podía imaginarme al Pac Man ganándole a ninguno de ellos.
¿Le hubiera ganado a Thomas Hearns? ¿A Sugar Ray Leonard? ¿A Mano de Piedra Durán? ¿Al mismo Tito Trinidad?
¿Hubiese Golovkin rendido pelea frente a un Marvin Hagler?
La excepción, claro, es Mayweather, pero incluso ahí se nubla el análisis porque Mayweather es fruto de una época en la que los campeones saltan de una división a otra como conejos en celo y uno no queda con una idea clara de la división en la que realmente han sido unos fuera de serie.
Por ejemplo, pese a toda su grandeza, no me imagino a Mayweather ganándole a Leonard o a Hearns en el peso welter, pero eso puede deberse a que cuando el Pretty Boy realmente fue grande fue en las 135 o 140 libras.
¿Le hubiese ganado a Julio César Chávez, padre? Pues es muy posible que sí.
De lo que no hay dudas es de que esa sí hubiese sido tremenda pelea.
El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y acaba de publicar su primer libro, San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.
(ceuyoyi@hotmail.com)