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Golpes bajos

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Puños detrás de los barrotes

Con la meta de regresar al ring en marzo después de cumplir poco más de cuatro años de cárcel por violencia doméstica, Alex ‘El Pollo’ de Jesús, medallista de plata como peso ligero en 2003 y miembro del equipo olímpico de 2004 junto a Juanma López, entre otros, se encuentra entrenando nuevamente.

Como apenas cumplirá 31 años en febrero, el zurdo De Jesús, quien peleó por última vez en 2010 y cuenta con un récord de 20-1 con 13 nocauts, es lo suficientemente joven como para todavía poder hacer algo con su carrera.

Incluso, existe la posibilidad de que haga su combate de retorno frente a otro exolímpico boricua que también ha atravesado por una larga inactividad y que, para colmo, es su tocayo: Alex Trujillo.

Por lo menos así lo ha dejado saber el propio Trujillo, olímpico de 1996, quien cuenta con 39 años y no pelea desde 2007, cuando sorpresivamente se retiró teniendo marca de 23-1 con 17 nocauts, y, según sus fotos, se encuentra en excelentes condiciones gracias a su trabajo como entrenador de peleadores de MMA en Los Angeles.

Claro, a los más jóvenes, les recalco que se trata del Alex Trujillo original, no del ‘Alex Trujillo’ que se encuentra extinguiendo una larga condena por narcotráfico.

En fin, este tema del boxeo vinculado a la prisión me hace recordar de manera particular cuatro casos famosos de peleadores cuyas carreras en gran medida se vieron tronchadas por haber sido enviados a la cárcel.

Rubin ‘Hurricane’  Carter

El más célebre de todos, posiblemente. El contendor mediano fue sentenciado en 1967 a cumplir dos cadenas perpetuas concurrentes luego de que se le hallara culpable de asesinato en Nueva Jersey.

Con el paso del tiempo, no obstante, su caso cobró notoriedad en medio de hallazgos de que tanto su arresto como el juicio pudieron haber sido influenciados por prejuicio racial: hasta Bob Dylan compuso una canción que llevaba su nombre y Denzel Washington lo interpretaría para el cine muchos años despues.

Pero cuando su sentencia fue anulada en 1985 ya era demasiado para que Carter, entonces con 48 años, pudiera reanudar su carrera.

Tony ‘Torito’  Ayala

A principios de los ochenta, el peleador mexicano-americano de San Antonio despuntaba como una futura estrella en las 154 y 160 libras: era un noqueador con instinto asesino sobre el ring -en una ocasión escupió a un oponente luego de enviarlo a la lona- y todo indicaba que era curestión de tiempo el que se uniera al gran club de estrellas que brillaba entonces en esas divisiones: Leonard, Hearns, Durán, Benítez, Hagler…

Pero en 1983, cuando, con apenas 19 años de edad y marca de 21-0 con 18 nocauts estaba a punto de retar a Davey Moore por el cetro junior mediano de la AMB, Ayala, quien tenía un pasado de uso de drogas y de intentos de violación, fue hallado culpable por un caso de violación y sentenciado a 35 años de cárcel.

Logró reanudar su carrera cuando  fue liberado 16 años después y se mantuvo activo de 1999 a 2003, convirtiéndose en una gran atracción de taquilla en San Antonio aunque sin llegar a combatir por un título mundial.

Entonces, en 2004, violó su probatoria cuando fue arrestado conduciendo a exceso de velocidad y con heroína y sentenciado a otros 10 años de cárcel.

Ike Ibeabuchi

El peso completo nigeriano parecía encaminado a convertirse en el nuevo Mike Tyson por su talento y ferocidad dentro y fuera del ring cuando en 1999, con marca de 21-0 y 15 nocauts y triunfos sobre los contendores David Tua y Chris Byrd, fue hallado culpable en Las Vegas por violar a una joven que había contratado para que le hiciera una exhibición erótica en la habitación de un  hotel en Las Vegas

Al igual que Ayala, Ibeabuchi, quien ya tiene 39 años, arrastraba un largo historial delictivo y por consiguiente fue sentenciado a cumplir entre 3 y 20 años, habiéndosele negado hasta ahora en tres ocasiones la libertad bajo palabra.

James Scott

El caso es posiblemente el más conmovedor de todos: desde los 13 años James Scott estuvo en problemas con la ley en Nueva Jersey y fue durante una estadía en prisión que aprendió a boxear como parte de un programa de rehabilitación, convirtiéndose en el campeón semipesado del sistema carcelartio del estado.

En 1974 salió de la cárcel e inició su carrera como boxeador profesional, amasando un récord de 11-0-1 con seis nocauts. En 1975, sin embargo, fue hallado culpable por robo y fue internado en la prisión estatal Rahway, en Nueva Jersey, donde siguió entrenando por su cuenta.

En 1978 la prisión le hizo una concesión especial a un promotor para que montara carteleras dentro de la prisión estelarizada por Scott, y el caso atrajo de inmediato la mirada de las principales telecadenas del país en una época en la que las telecadenas presentaban boxeo en vivo los sábados por la tarde.

Scott no tardó en convertirse en una atracción de primera cuando en sus peleas comenzó a derrotar a algunos de los principales contendores de las 175 libras, incluyendo al futuro campeón Eddie Mustafa Muhammad y con el tiempo llegó a ocupar una de las primeras posiciones en el ‘ranking’ de la AMB.

Sin embargo, cuando parecía encaminarse a una pelea titular, la AMB lo eliminó de sus ‘rankings’, aduciendo que no era moralmente saludable que el organismo avalara el combate titular de un criminal que se encontraba pagando su crimen en prisión.

Scott eventualmente hizo otro par de peleas, perdiendo la última en 1981 ante el futuro campeón Dwight Muhammad Qawi y se retiró con un récord de 19-2-1 y 11 nocauts.

Finalmente salió de la cárcel en 2005 luego de cumplir una condena de 28 años, pero para entonces ya tenía 58 años y hacía tiempo que las telecadenas estaban mirando para otro lado.

El autor formó parte de la redacción deportiva de El Nuevo Día de 1981 a 2008 y acaba de publicar su primer libro, San-Tito, sobre la carrera de Tito Trinidad.

(ceuyoyi@hotmail.com)

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