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Nuestra economía colonial

La economía tiene como objetivo principal la creación de riqueza y empleo para que los ciudadanos puedan satisfacer sus necesidades y deseos. Además, tiene como objetivo que los gobiernos puedan obtener los recursos necesarios para poder ofrecer servicios públicos. Debe crear las condiciones para que los ciudadanos puedan generar ingresos y así lograr la justicia social. Para que sea posible alcanzar esos objetivos es imperativo que la economía sea productiva, sin una economía productiva sería imposible lograr esos objetivos.

La economía puertorriqueña puede definirse como una economía apéndice de la economía productiva norteamericana. Está diseñada para ser consumidora de bienes y servicios producidos o distribuidos desde los Estados Unidos. Es decir, la economía puertorriqueña no es productiva, es una economía colonial al servicio de los intereses de la economía norteamericana. Tanto es así, que Puerto Rico es uno de los principales mercados del mundo para el consumo de productos y servicios norteamericanos.

Toda economía colonial, como la nuestra, es una de servicios y consumo de bienes de la potencia colonizadora, y a la vez es exportadora de materia primas a la metrópolis. En nuestro caso somos exportadores de mano de obra y productos manufacturados para ser vendidos y distribuidos al mundo desde los EEUU. Las economías coloniales tienen al gobierno como el patrono principal; por no ser economías productivas el sector privado no es el principal generador de empleo. Cada vez que en Puerto Rico se recortan empleos en el sector público, se afecta negativamente nuestra economía colonial por la incapacidad del sector privado para generar empleo y absorber a los trabajadores desplazados del sector público, lo que fomenta la emigración, la dependencia y la pobreza.

Uno de los principales errores al hablar de la economía puertorriqueña es compararla con economías soberanas y productivas. Proponer la implantación o adaptación de modelos extranjeros exitosos es absurdo ya que son economías productivas y soberanas que cuentan con todas las herramientas para responder a los retos que la globalización presenta.

Nuestro modelo económico colonial es cada vez más dependiente de fondos estadounidenses en forma de subsidios y donaciones. Debido a los desastres naturales recientes se ha evidenciado de forma explícita la dependencia de la economía puertorriqueña a esos fondos y la incapacidad de sobrevivir sin esos fondos en nuestro modelo colonial. De ninguna manera esa realidad puede ser calificada como un modelo económico con el que podríamos construir un futuro de justicia social. En los próximos años habrá aumentos de transferencias de fondos estadounidenses a Puerto Rico, pero se vislumbra que comiencen a disminuir para el 2025. ¿Qué será de nuestro futuro económico en ese momento? Lamentablemente la mayoría de nuestra clase política ha asumido una actitud de carpe diem económico de vivir el momento y tratar de aprovechar al máximo los recursos que estarán disponibles ahora, sin pensar en nuestro futuro económico. Solo una parte de los recursos económicos que estarán disponibles podrán ser aprovechados dada la incapacidad de nuestro gobiernos de cumplir con la mayoría de las condiciones y requisitos y la falta de recursos humanos para gestionarlos; gran parte del dinero prometido no podrá ser utilizado y será devuelto a los EEUU. Tal parece que los EEUU es consciente de esa realidad y por ello destina grandes recursos pues conoce bien que gran parte no serán utilizados. Igualmente podemos anticipar que una parte importante de los fondos que serán utilizados terminarán en los bolsillos de corruptos. Hay que señalar que gracias a los fondos destinados a Puerto Rico veremos una relativa bonanza y mejora de nuestra economía, que de seguro será fugaz.

A este panorama trágico, debemos añadir nuestra quiebra económica y financiera, que es además moral, política y social. Si en algo podemos estar de acuerdo es que nuestra economía empeorará en los próximos años y no se ve luz al final del túnel. La impuesta Junta de Control Fiscal, mejor conocida de Control Colonial por antidemocrática y no responder a los intereses de los puertorriqueños, ha ahondado nuestra quiebra y nos ha condenado al empeoramiento.

¿Cuál es la alternativa? ¿Continuar con un modelo que ha demostrado su incapacidad para adaptarse a la globalización, o construir una economía productiva? Se trata de un dilema entre la certeza de más desastre económico o el de la incertidumbre de la oportunidad económica. Entre las dos, solo veo como viable y deseable la de construir una economía productiva, por lo que el debate sobre el futuro económico del País debe ser cómo construir esa economía productiva que nos conduzca al desarrollo. He aquí el gran reto.

¿Cómo los países del mundo crearon una economía productiva? Protegiendo sectores estratégicos productivos de sus economías, en especial en el sector agroindustrial. Muchos creen que con la globalización se acabaron las barreras comerciales, pero la verdad es que cada país del mundo, incluido los EEUU, protegen sectores estratégicos de sus economía; de no ser así, muchos sectores productivos en los países no existirían con la consecuencia de menos empleo e ingreso. Siempre habrá alguien en el mundo que produzca más barato y en grandes cantidades. Las barreras arancelarias y fitosanitarias son la herramienta que se utilizan para proteger esos sectores estratégicos. No se trata solo de impedir la importación de productos, sino garantizar que los productos importados sean más caros que los producidos nacionalmente. A modo de ejemplo: no hay duda de que si Puerto Rico pudiera proteger la industria avícola tendríamos pleno empleo en la montaña y consumiríamos todos un producto de mejor calidad. Igualmente, es imprescindible que Puerto Rico debe integrarse a las leyes de comercio internacional y utilizarlas en beneficio de nuestra economía.

¿Es posible que Puerto Rico pueda proteger sectores estratégicos de su economía bajo la presente relación territorial (colonial) con los EEUU? Definitivamente no. La cláusula de comercio interestatal norteamericana así lo impide. El sector agroindustrial norteamericano es uno de los más subvencionados del mundo, por lo que, aunque sus costos de producción son altos, pueden vender a bajos precios en grandes cantidades gracias a las subvenciones. Es imposible que el sector agroindustrial puertorriqueño pueda competir contra ese enorme sector agroindustrial subvencionado con libre acceso a Puerto Rico, y ni hablar de las reglas fitosanitarias de importación estadounidense que buscan proteger su producción. Pocos conocen que a pesar de que existe un acuerdo de libre comercio entre EEUU y Canadá, los canadienses imponen un impuesto del 200% a la leche fresca norteamericana; si no lo hicieran, no habría industria láctea en Canadá. Para Canadá se trata de un asunto de empleos y soberanía alimentaria.

Lograr la seguridad alimentaria puertorriqueña y una mejor nutrición forman parte de la lucha contra la pobreza y la dependencia. Necesitaremos hacer una profunda transformación de la agricultura y la alimentación de nuestro pueblo si queremos tener seguridad alimentaria. La promoción y uso de tecnologías en los procesos productivos agroindustriales, así como la inversión en investigación para nuevos productos y procesos, serán prioridades.

Solo con la soberanía Puerto Rico podrá proteger sectores estratégicos de su economía para construir la base de una economía productiva que genere empleos y riqueza. El objetivo principal del desarrollo económico en soberanía será promover el crecimiento del País de modo sostenible, inclusivo y justo, con empleos de calidad, a través de una economía productiva que combata todas las formas de pobreza.

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