Amor con sabor a yogurt
Mi amigo Ross es uno de esos individuos que, luego de divorciarse, se juró a sí mismo, a las 11 mil vírgenes, a los cuatro jinetes del apocalipsis y a las siete maravillas del mundo que jamás volvería a casarse. Fue un juramento que cada vez se le hacía más difícil cumplir, puesto que Ross resultaba ser también uno de esos individuos que se enamoraban cada quince minutos. Eso sí, no era un enamorado indiscriminado. En parte esto respondía … Ver más ➡