Diente frío
A veces, en busca de relajamiento, me gusta montarme en la lancha de Cataño para visitar el Viejo San Juan, olvidándome así del carro, los tapones y todo lo demás. Entonces camino un rato con las nostálgicas callejuelas, visito uno que otro establecimiento chapado a la antigua -sacándole el cuerpo tanto a los locales de ‘fast food’ como a los chinchorros para turistas-, y luego regreso a la lancha, a menudo con un buen libro debajo del brazo. Pues … Ver más ➡