26 January 2014
Los peros de Dios son oportunidades
Los ‘peros’ de Dios denotan la gran misericordia que el Padre nos tiene, lejos del significado que les damos los seres humanos a esta palabra.
O más bien, la carga que algunos le ponen a lo que dicen después de esta conjunción, hace que muchos ni siquiera tengamos expectativas de que algo bueno vendrá aunque las primeras palabras que nos dirijan luzcan positivas.
¿Cuántas veces no has recibido un tibio elogio de un par de palabras, seguido de un ‘pero’ con una avalancha de críticas, comentarios despectivos o expresiones para restarte mérito y desanimarte? Si ya esa persona es conocida para ti, de seguro no te anima mucho querer escucharla en futuras ocasiones, aunque no sepas ni siquiera lo que va a decir.
Si lo comparamos con un ejercicio de matemáticas, es como cuando a un número X le restas otro número más alto. El resultado será negativo (Ej. 4 – 6 = -2). Si lo único que recibes son críticas entre muy pocos comentarios positivos, de seguro se derrumbará tu estado de ánimo, a no ser que asumas la actitud correcta de no escuchar esas voces. Por eso es que se nos insta a estudiar la Palabra y a que no apartemos de nuestros labios las Escrituras, pues es la manera de contrarrestar el poder negativo que pueden tener las palabras.
Por eso también es que la Biblia dice que el poder de la vida y la muerte están en la lengua. Lo que tú digas, o permitas que te digan, puede tener el poder para bien o para mal.
Pero Dios no es de esos que te hablan para menospreciarte. Dios no es así. Y de hecho, aunque la Palabra de Dios hace advertencias al ser humano en muchos pasajes en que podemos encontrar ese vocablo ‘pero’, en muchas otras también podemos ver como Dios puede estar emitiendo un juicio. Mas sin embargo, siempre pone ante ti una puerta con una condición que te puede librar de ese juicio.
Ahí es que estriba su misericordia. Porque si bien te puede estar advirtiendo del peligro o las consecuencias que pueden tener tus actos, también te muestra siempre la bendición que te traerá la obediencia.
Ahí es que vemos el amor, la misericordia y la gracia de Dios manifestados en nuestra vida. “Si tomaras en cuenta todos nuestros pecados, nadie podría presentarse ante ti. Pero tú nos perdonas. ¡Por eso mereces nuestra adoración!” (Salmo 130:3-4)
Los ‘peros’ de Dios están seguidos de oportunidades, de perdón, de advertencias, pero también de cuidado para ti. Lo contrario, es lo que hacen muchas personas cuyo único fin es ser antagonistas. Lo triste es que muchas veces actúan así consigo mismas, y replican esa actitud con otros. Ven más cosas negativas que positivas, no solo en ellos, sino en todo lo que les rodea, incluyendo su trabajo, su vecindario, su familia, su país.
Por eso me impactó tanto una historia que leí esta semana en un devocional diario titulado “Conexión Vertical” (de cvclavoz.com, y disponible a través de la aplicación YouVersion para teléfonos inteligentes y tabletas).
Este devocional consta de pequeños relatos de la vida cotidiana de varios autores, con porciones bíblicas intercaladas. En esta ocasión, la historia titulada “La imagen correcta”, habla de un hombre que tuvo que consolar a su pequeña hija, que desesperada le contó la razón para sus lágrimas y desconsuelo: la mesa de su cuarto se desordenaba con facilidad y no podía evitarlo.
Al acudir con ella a su habitación, le preguntó cómo es que debía arreglar la mesa para que estuviera ordenada. La chica procedió a colocar cada artículo donde acostumbraba a ponerlo. Pero acto seguido, su papá quiso probarla y le preguntó qué pasaría si él cambiaba los lápices de posición.
Sin vacilar, la niña contestó que la mesa ya no estaría ordenada. Pero su padre continuó mencionando otras alternativas, como colocar la goma de borrar y la libreta en otras posiciones, a lo que la pequeña contestó desesperada que le estaba desordenando su mesa.
La enseñanza que le dio su padre entonces, es que en realidad la mesa no estaba mal, sino que ella había llenado su mente de demasiadas imágenes de lo que para ella era una mesa desordenada, pero solo tenía una imagen de una mesa ordenada.
Estamos tan acostumbrados a colocar ‘peros’ en nuestra vida, y a añadir demasiados elementos, ideas y pensamientos negativos después de esos ‘peros’, que la balanza siempre va a estar inclinada en contra nuestro.
Gramaticalmente hablando, la palabra ‘pero’ es una conjunción adversativa, que es esa que denota oposición o diferencia entre la frase que precede y la que sigue. Es triste que por uso y costumbre no solo hemos permitido que nuestra mente se llene de ideas negativas y de oposición como, ‘no sirvo, no puedo, no tengo’. Así le restamos mérito a todo lo que podemos hacer o incluso hemos hecho, y a todo lo que sí tenemos. Eso hace que la gente pierda el sentido de gratitud, tan importante para ser saludables emocionalmente, e incluso físicamente.
Pero otro problema que tenemos es que no queremos enfrentar adversidades ni crisis. Ante el más mínimo obstáculo, queremos renunciar, o nos ahogamos en un vaso de agua. Y lo irónico es que no queremos esas situaciones adversas, pero muchas veces no hacemos más que pensar en ellas. Es como si las llamáramos a nuestra vida.
No queremos tener tropiezos porque no nos hemos acostumbrado a verlos como oportunidades de aprendizaje. Entonces nos concentramos en pelear, en quejarnos y en lamentarnos, en lugar de fijarnos en el conocimiento y madurez que podemos obtener de determinada caída que suframos en el camino.
“Cuando el Dios todopoderoso te corrija, puedes considerarte bendecido; no desprecies su corrección. Dios hiere, pero cura la herida; Dios golpea, pero alivia el dolor”. (Job 5:17-18)
Esas son buenas nuevas.