Tiempo de celebrar la sanidad
Nota: Decimosegundo y último de una serie sobre el tema del abuso espiritual, término adoptado por teólogos cuando ocurre acoso moral en el contexto religioso.
Como establecí desde un principio, el propósito de mi tesis fue demostrar que la Iglesia no está preparada para tratar con el abuso espiritual por no reconocerlo como un problema. Cuando menos, no ha procurado conocer sus señales y ha tratado con paños tibios las situaciones y conflictos que se presentan entre hermanos de la fe. Lo pudimos ver en los ejemplos mostrados en el blog anterior, cuando sutílmente se les decía a algunas personas que habían sido maltratadas, que olvidaran; que se enfocaran en su relación con Dios.
La dificultad de decirle a una víctima que se enfoque en su relación con Dios y no en el problema, es que en lugar de resolverse el conflicto, no puede haber sanidad ni perdón, porque se les insta a estas personas a esconder y a guardar muy adentro su dolor y coraje. Todo por una paz falsa que realmente oculta una bomba de tiempo. Todo para que a la luz pública su congregación de la apariencia de que no ocurren problemas.
Por eso es que Jesús habló a sus discípulos que la paz que Él trae no es la que el mundo ofrece. El mundo quiere una paz que se basa en ignorar los conflictos, esconderlos o negarlos, para que entonces haya una tregua, que no es lo mismo que paz. Aunque quieran disfrazarla de paz. La paz del Señor es una que confronta, que corrige y que empuja a que hayan cambios radicales, para que una vez enderecemos nuestro rumbo y cambiemos nuestras malas actitudes y acciones, entonces sí haya una verdadera paz que perdura, no que es temporera como en las treguas.
También expuse que la idea del estudio no fue meramente ser crítico, sino que sirva para explorar soluciones a corto, mediano y largo plazo. Con esto en mente, mientras concluía mi tesis en el 2011, uno de los requisitos era someter propuestas de investigación adicional, y sugerí que cualquier estudio adicional debería enfocarse en el liderato de la iglesia, para conocer sus inquietudes, ideas y sugerencias de lo que más tarde, a mediano o largo plazo, podría constituirse en un modelo a seguir para tratar y/o prevenir el abuso espiritual en cada iglesia local en Puerto Rico. En su momento, Dios mediante, me propongo involucrarme en ese estudio.
La investigación futura debe ir dirigida a concienciar también a los líderes, de que ellos pueden ser víctimas si ceden a las presiones del legalismo que impone cargas y obliga a los creyentes, sean líderes o miembros, a cumplir con ciertos estándares. Como vimos, en algunos casos el líder abusivo fue víctima de maltrato en un momento de su vida, y la investigación futura debe ir dirigida a conocer un poco más la realidad del liderazgo cristiano del país: su trasfondo, su formación, sus carencias, las presiones, y cómo influye el entorno social en que viven.
Estoy convencido de que los resultados de la presente investigación pueden ayudar a concienciar al liderato de la iglesia, de que el problema del abuso espiritual es real y de que todos somos vulnerables y podríamos en algún momento, o ser víctimas o victimarios. O tal vez, ya muchos lo fueron. La idea de futuros estudios sería profundizar también en las necesidades y naturaleza de las iglesias locales, pues cada una tiene identidad propia. También se podrían establecer puentes que resulten en un trabajo en equipo entre congregaciones.
Conozco una, el Sendero de la Cruz en Hato Rey, que ha sido punta de lanza y consecuente en la formación y capacitación periódica de líderes, no solo de su comunidad de fe, sino que también recibe sin ningún recelo durante sus congresos y talleres, a líderes de otras congregaciones del país. También ha recibido víctimas del maltrato religioso y los ha ayudado a sanar en su proceso y a encarrilarse de nuevo en el servicio en otras congregaciones.
A partir de la data de este estudio, y una vez reconocemos que el problema puede estar presente en nuestra congregación, se podrían desarrollar estructuras o protocolos en cada iglesia para atender situaciones de personas que estén sufriendo un potencial abuso espiritual. Una estructura que no debe interpretarse como una manera de coartar lo que el Espíritu Santo desee hacer en cada iglesia local, sino una herramienta de trabajo para atender conflictos y necesidades de la comunidad eclesiástica. Sería el primer paso para aceptar que somos humanos, que fallamos, pero que a la vez somos humildes para reconocerlo y queremos trabajar para mejorar. ¿Habrán pastores y líderes dispuestos a levantar la mano, con tal de prepararse para prevenir cualquier desbalance que los lleve a enseñorearse de sus ovejas y abusar de ellas?
Aprendimos en el proceso de investigación que el problema del abuso espiritual no se puede detener mientras hayan en las congregacionescómplices del dolor ajeno. En lugar de personas que dan la espalda, convirtiéndose en aliados del maltratante, se necesitan personas que despierten a esta realidad y se atrevan a confrontar en amor, pero que lo hagan. O que al menos se nieguen a hacer lo que algunos hermanos de la fe le hicieron a Luz Elena; la rechazaron a instancias de una líder enferma, Sylvia, que los convenció de que Luz Elena no era una persona de confianza. Me pregunto dónde quedaron el criterio propio, el sentido común y la mente de toda esa gente que se dejó manipular y cambió su manera de ser con Luz Elena, después que la habían tratado y ya la conocían.
El propósito de futuros estudios sobre este tópico, debe girar en torno a reconocer también cuáles son las necesidades de preparación que tiene el liderato cristiano, y explorar qué herramientas serían las más recomendables. Pero todo comienza con la humildad que nos llama Dios a tener, y reconocer que somos imperfectos; que por eso debemos capacitarnos.
Conclusión y aplicación
“Algunas estadísticas comparativas nos pueden ayudar a tener una panorámica global de la magnitud del problema de los abusos pastorales, aunque sea solo en su dimensión sexual, una de las más frecuentes. En su tesis doctoral realizada en Fuller Theological Seminar,Richard Blackman estudió a 302 ministros metodistas, 404 pentecostales, 300 pastores presbiterianos y 190 clérigos episcopales en Estados Unidos. Los resultados fueron sorprendentes: el 38.6% del totaladmitió haber tenido algún tipo de contacto sexual con uno o más miembros de su iglesia”. (17)
Lo sorprendente de este estudio que utiliza el Dr. Jorge Erdely para ilustrar su libro Pastores que abusan, es que independientemente de que haya la presunción de que esas relaciones fueron “consentidas”, el hecho de que se haya dado entre un miembro y una persona en posición de autoridad, se constituye en abuso de poder y de autoridad. Y en todo caso también hay un abuso de confianza.
Como vimos a lo largo del desarrollo del estudio sobre el tema del abuso espiritual, se trata de un problema mediante el cual un victimariomaltrata a otro individuo que está en necesidad de ayuda, causando esto un menoscabo en su potencial espiritual. Vimos también que entre las muchas tácticas, el lider o persona abusiva utiliza la manipulación, laintimidación y el miedo para controlar y tratar de conseguir su propósito, aun yendo por encima de los sentimientos de su prójimo.
Considerando que en la mayoría de los casos el abuso espiritual se da en el contexto de la Iglesia, aunque no es un problema exclusivo de la comunidad eclesial, debemos reconocer que por consiguiente el Cuerpo de Cristo resulta lastimado y en mal posición, porque uno de los efectos devastadores en las víctimas es que pierde la confianza en la autoridad espiritual, en la iglesia misma, y hasta en Dios.
“Los que han sido víctimas de abuso espiritual tendrán dificultades para volver a confiar en un sistema espiritual. Esto es en extremo importante, porque la esencia de vivir como cristiano es una relación de confianza con Dios, dentro de la familia de Dios”. (18)
Al reconocer esto, no podemos hacer menos que aceptar que es la Iglesia misma la que debe ayudar, en primer lugar previniendo que ocurran más casos de abuso espiritual, pero también ayudando a sanar a tantos que están sentados en sus sillas semana tras semana, sin reconocer que fueron abusados, y con una vida espiritual actual muy pobre porque todavía hay algo escondido que nunca sanó. Un resentimiento no resuelto. Hay muchas personas sentadas en las bancas diciendo amén, pero que con su actitud demuestran rebeldía contra el liderato o desconfianza, aun siendo uno balanceado y justo. Y todo porque en el pasado fueron marcados en otras congregaciones, y hoy, aunque se encuentren dentro de una comunidad de fe balanceada y saludable, ya no pueden confiar. Encima, hay rencor guardado en su interior, aunque no puedan percatarse.
Algo que debemos concluir es que no bastan las buenas intenciones, porque por el desconocimiento vimos que hay casos en que los líderes se convierten en abusivos por simplemente continuar perpetuando lo que aprendieron, pensando aún que es lo correcto.
Esto no exime a nadie de prepararse, pues como nos enseña 2Timoteo 2:15, debemos procurar presentarnos a Dios aprobados, como obreros que no tienen de que avergonzarse y que utilizan bien la Palabra de verdad. En otras palabras, que no la utilizan para enseñar mal, ni para maltratar, ni aun menos para manipular. La Biblia nos enseña que “conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Pues es obvio que la Palabra entonces no puede ser utilizada para atar cadenas y amarrar a las personas a una esclavitud.
Por lo tanto, si la Iglesia no está preparada para enfrentar el problema del abuso espiritual porque no lo reconoce, como planteamos en esta tesis, es necesario que se decida a establecer centros de consejería, los que no deben ser excepción de unas pocas congregaciones. Entendemos que en el caso de aquellas que no lo tengan o no está en sus posibilidades aún, deben dejar los celos ministeriales y comenzar a acercarse a otras comunidades de fe para trabajar como lo que somos, miembros del cuerpo de Cristo.
Creemos que es saludable y noble que líderes que reconozcan que no están preparados para ayudar a sus ovejas, acudan a buscar esa ayuda en otras congregaciones con los dones necesarios para ayudarlos, pero no debe ser una excusa para el líder deshacerse de la oveja y dejarla sola a su suerte como denuncia el profeta Ezequiel (34:2-8), cuando dice que esos pastores procuran cuidarse a sí mismos pero no buscan a la oveja descarriada, ni curan a la herida.
Recuerdo que en el caso de Luz Elena, poco después de marcharse de la congregación, un día el pastor y esposo de Sylvia nos dijo que era mejor que ella encontrara otro lugar donde la pudieran ayudar. Su comentario podía sonar muy sabio y hasta solidario. Pero ya nosotros conocíamos la indiferencia y el desdén con que había sido tratada. Ni siqiuera en medio de sus depresiones procuraban saber cómo estaba, y en una ocasión, uno de sus hermanos de sangre tuvo un aparatoso accidente y Sylvia llamó a Luz Elena para otro asunto de la congregación, pero no para saber del estado de salud de su pariente.
Un líder honesto que reconozca que puede haber incurrido en maltrato, ya sea porque heredó unos estilos durante su formación y los ha traspasado a sus miembros, debería tomar la iniciativa para buscar la ayuda. No es una utopía porque hay verdaderos siervos honestos y humildes. Una persona me escribió de Estados Unidos interesado en el tema porque recién comenzó en una posición de liderato y autoridad, y desea prepararse para no incurrir en abuso contra sus miembros. Eso es ser humilde y reconocer que todos somos propensos a caer. Por algo es que dirá la Biblia que el que este firme, se afirme más.
Pero un líder prepotente de los que dice que no necesita ir a un instituto y que su única guía es el Espíritu Santo, dirá que no necesita prepararse ni estudiar. No le estoy restando valor al Espíritu Santo, que es nuestro Consolador y quien nos brinda dirección. Pero cuando estos líderes abusivos suelen usar al Espíritu Santo como excusa en medio de sus excesos y desbalances, es porque no quieren rendirle cuentas a nadie y por eso, ni se sujetan a una autoridad mayor que ellos, ni aceptan que deben tener una formación adecuada. Y en última instancia, ¿a quién le consta que verdaderamente están siendo guiados por el Espíritu Santo? Tal prepotencia es la mejor muestra de que no se están dejando guiar por Dios, pues no hay en ellos humildad.
No se trata de autodenominarse para una posición. Esto se trata primero que nada, de un verdadero llamado. Pero hay muchos que se llamaron ellos mismos; no fue Dios. Y esos son los que luego abusan, porque entonces actúan como el profesional de cualquier rama que no trabaja por vocación, sino por dinero. Y por lo tanto, no aman lo que hacen, ni aman a la gente a la que se supone que le sirvan. Son los llamadosmercaderes.
Por otro lado, que los líderes reconozcan que no están preparados, tampoco debe ser excusa para quedarse sin recibir el entendimiento, sino que deben procurar ser capacitados por el bien de su feligresía y del suyo propio. Es necesario que las iglesias tomen en cuenta para poder ayudar a las víctimas, y aun a los victimarios, que estos sencillamente no reconocen muchas veces su problema, ya sea porque el daño fue tal que no se atreven a expresarlo, o porque cayeron en semejante negación que realmente perdieron la capacidad de discernir.
Por esta razón mi recomendación al concluir este estudio, es que la Iglesia asuma una posicion autocrítica, y que reconociendo como concluimos aquí, que sus líderes no están preparados por no entender el abuso espiritual como un problema, se involucren en tratar el tema abiertamente en sus congregaciones. Hacerlo, como dice el pastor Chuy Olivares en el vídeo que aquí les comparto, es una manera de que los pastores rindan cuentas ante su feligresía, y así se cuidan a sí mismos de no caer en excesos.
Nos parece que debe ser un tema para hablarse desde el púlpito. Si el líder lo hace, se protege a sí mismo de no caer en error porque está entrando en una relación de rendición de cuentas con otros líderes y con la misma feligresía. Si la misma Biblia nos enseña que vendrán lobos rapaces vestidos de ovejas (Mateo 7:15), se supone que en nuestra casa nos preparen y nos enseñen a defendernos. Y Dios está levantando esa generación de líderes transparentes, honestos y con un verdadero corazón de siervos que aceptaron el llamado de venir a servir, no a ser servidos. Esas son buenas noticias, porque Cristo viene a buscar una Iglesia pura y sin mancha, y por eso, está permitiendo que salga a la luz lo que no es verdadero, para que solo permanezca y brille lo que sí es verdadero.
Concluyo diciendo que sí hay sanidad para ti, sí hay oportunidad de un nuevo comienzo. Sí hay líderes, iglesias y congregaciones que aman a Dios y a sus ovejas, y las cuidan y protegen como quienes tendrán que dar cuentas de lo que hicieron por ellas. Si tú fuiste maltratado y hoy día no te congregas, no te aísles más. Pídele al Señor que te dirija hasta una congregación de sana doctrina. Recuerda que esa iglesia, no será una perfecta, pero sí una en que podrás exponer tus problemas sin ser señalado o maltratado. Cuando nos aislamos somos atacados por la depresión, la culpa y el miedo. Pero la vida en comunión y en relación con la familia de la fe, nos fortalece. Levántate; hay otros que aunque también fueron acosados, han decidido sanar y ayudarte a lograrlo también con la ayuda de Dios.
Tomado de la tesis El velo de la iglesia ante el abuso espiritual, como requisito de grado para Vision International University of Florida (2011)
(17) Pastores que abusan – Dr. Jorge Erdely – Editorial Unilit 2002 – Página 27
(18) El sutil poder del abuso espiritual – David Johnson y Jeff Van Vonderen – Editorial Vida 2010 – Páginas 58-59