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Boricua en Madrid

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Los pulmones de la ciudad

Ya llevo más de nueve meses al otro lado del charco. Sigo fascinada con España y con cada rincón de Madrid, pero echo de menos a mi islita todos los días.

Por un lado, estoy loca por volver a apretar a mi familia y por dejar que el cálido Mar Caribe moje mis pies. Trato de no ser muy dura conmigo misma, pues estar lejos de casa nunca es fácil.

Por otro lado, Madrid me flipa—como he aprendido a decir en buen madrileño—y me rehúso a irme sin saber cuándo vuelvo. Me queda demasiado por hacer en esta ciudad y no estoy lista para despedirme.

Estos dos hilos opuestos se han liado dentro de mí y me tienen un poco ansiosa. Me encuentro con un nudo en la garganta.

Afortunadamente, mi ansiedad ha coincidido con el mes de mayo. Mientras los demás se quejan del calor pelú que ha inundado la ciudad, yo me río sola, pues me encanta.

Después de darle vueltas a mi supuesto dilema y captar que en realidad lo que tengo es un privilegio, he decido ponerme los tenis y aprovechar las semanas que me quedan.

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Si has estado en Madrid, me atrevo a decir que has paseado por el Parque del Buen Retiro, pulmón verde en pleno centro de la ciudad. Fue construido en el siglo diecisiete para lo que era el Palacio del Buen Retiro y fue abierto al público en el siglo dieciocho. Cuenta con 125 hectáreas de área verde y actualmente es el tercer parque más grande de Madrid.

Cuando amigos o familiares me visitan, no dudo en llevarlos al Retiro. Sin embargo, lo que antes era para mí un destino turístico se ha convertido en mucho más. El romper la rutina se ha vuelto costumbre. Escapar a respirar el aire fresco del parque ya es parte de mi ritual vespertino.

Es difícil aburrirse con un pasatiempo como éste. Cada vez que voy encuentro algo antes no visto: una rosaleda, un antiguo jardín, una fuente romántica, una escultura elegante, un restaurante escondido…

Además de ir con algo para leer y preparada para que el solete me suba los niveles de serotonina, yo me entretengo como novata de frisbee y observadora entusiasta.

El Retiro no es sólo lugar para alimentar la salud y la vista, es también centro de deporte y cultura. En un día normal, por cada persona que se recuesta en la grama a tomar el sol, hay otra trotando o caminando con su mascota.

Este pasado fin de semana el Retiro inauguró la Feria del Libro de Madrid, donde casas editoriales y librerías se colocan en pabellones a lo largo del Paseo Fernán Núñez. En otras ocasiones, los aficionados del arte pueden encontrar exhibiciones en el Palacio de Cristal, sede dependiente del Museo Reina Sofía.

También me he encariñado con el Parque del Oeste. Aunque más pequeño, es único y encantador. El atardecer madrileño más bonito que he visto fue en el Templo de Debod, situado en una cima del parque.

Este templo original de Egipto fue donado a España en el 1968 y reconstruido en Madrid. Fue uno de los cuatro templos egipcios obsequiados como agradecimiento a las naciones que colaboraron para salvar los monumentos de la región Nubia.

El Parque del Oeste también es ideal para los fanáticos de yoga, pilates y slackline. Aunque todavía no me he contagiado con esa moda, me gusta la idea.

Un día de mayo que el calor era demasiado hasta para los nacidos en el trópico, me propuse encontrar una piscina pública. Así llegué al pulmón mayor de Madrid, Casa de Campo.

Me habían hablado mucho de este parque, pero teniendo al Retiro tan cerca no me había inmutado por conocerlo. Descubrí que cuenta con mucho más que una piscina.

Casa de Campo está situado al oeste de Madrid. Fue propiedad real y se abrió al público en el 1931, cuando se proclamó la Segunda República. Es más de diez veces el tamaño del Buen Retiro y, como referencia, cinco veces más grande que Central Park en Nueva York.

En el interior de este oasis natural hay un lago, rutas para correr bici, pistas de tenis, parque de atracciones, restaurantes y teleférico, entre otras instalaciones. Es el sitio ideal para pasar un sábado con amistades, ya sea aventurando por sus caminos, organizando un picnic tranquilo o dándose un chapuzón en la piscina.

Otros parques notables cuyas visitas tengo pendiente son el Parque Madrid Río, construido a los márgenes del Río Manzanares, y el Parque del Cerro Tío Pío, mejor conocido como Parque de las Siete Tetas por sus sierras.

En fin, los pulmones verdes de Madrid me han ayudado a encauzar mis pensamientos, librarme del estrés innecesario y disfrutar del tiempo que me queda.

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