Es oficial. Hong Kong ha entrado en recesión. Aunque hay factores políticos y diferencias de valores entre Hong Kong y China que han dado lugar a las protestas recientes, que han empeorado la economía, hay que evaluar también las ineficiencias inherentes en el modelo capitalista de Hong Kong.
Empiezo clarificando que no creo que la social-democracia sea necesariamente superior al capitalismo clásico, aunque a veces demuestra serlo. El capitalismo ha creado una enorme cantidad de prosperidad y ha elevado el nivel de vida de millones de personas. Pero otra cosa es admitir eso sin ser crítico de los problemas que acarrean ciertas formas de capitalismo.
Hong Kong fue territorio británico y, aunque es culturalmente chino, en cuestión de valores sigue siendo un hijo adoptivo de Londres, la capital global del neoliberalismo y los mercados libres. Su prosperidad da testimonio de lo que puede lograr una combinación de mercados libres y capitalismo “sin cadenas” con la proverbial eficiencia empresarial de los chinos (con todo y su deshumanización laboral): Hong Kong hoy tiene mas mega-millonarios que Nueva York y es el lugar con la mayor concentración de millonarios en el mundo.
Pero para que miles de personas pasen meses protestando, debe existir una enorme frustración en la población. Si bien se estima que uno de cada siete personas en Hong Kong es millonario, también es cierto que un espacio de estacionamiento vendió recientemente por $ 760,000. No una mansión: un estacionamiento … para un vehículo. Un millón de dólares en Hong Kong no da para mucho. La ciudad sufre de los niveles de marginación mas altos del mundo. La crisis de vivienda en Hong Kong es extrema, ya que es limitado el espacio disponible y los costos de vivienda están por las nubes. Los que no son millonarios tienen que conseguir maneras de poder coexistir en una ciudad carísima, donde los costos de rentar un apartamento son mas altos que los de París, Nueva York y Singapur. Entonces, esta es la otra cara de la moneda.
Alguna de la gente más pobre en la ciudad viven prácticamente en jaulas humanas. Según este reportaje de Reuters, algunos de los apartamentos de vivienda pública en Hong Kong pueden llegar a ser tan pequeños como “200 pies cuadrados, y son utilitarios, con cocinas y baños básicos”. La gente deja las puertas abiertas con frecuencia “para que entre el aire”, aunque hay que suponer que también esto alivia la claustrofobia.
Hong Kong debe servir a Puerto Rico como advertencia. Puerto Rico hoy ya de por sí es pobre y tiene un costo de vida alto. Es cierto que la isla necesita capital para que su economía crezca, pero no puedo evitar la tentación de comparar el caso de Hong Kong con un futuro Puerto Rico en el que, gracias a las Actas 20 y 22, coexistan comunidades en la extrema pobreza con comunidades que exhiben extremos de privilegio que resulten–como inevitablemente sucede–en enorme resentimiento mutuo. Existen razones por las cuales casi todas las sociedades del mundo cobran impuestos altos a los ricos. Las sociedades que no atienden los problemas de desigualdad económica y social con frecuencia terminan pagando un alto precio. En comunidades en México donde agricultores de aguacate han hecho fortunas en áreas muy pobres, muchos de estos nuevos ricos se han visto acosados por el crimen organizado, y esto ha resultado en la militarización de vecindarios enteros.
Peor aún es que estas dos comunidades de ricos y pobres en la isla parecen estar siendo esculpidas para ser culturalmente distintas–una latinoamericana y la otra norteamericana–y residir con frecuencia en comunidades segregadas. El resentimiento mutuo podría ser sumamente peligroso si no se establecen medidas para que las clases baja y media puedan experimentar considerables alzas de ingreso y estilo de vida. No está muy claro como el gobierno logrará esto, si atrae capital por medio de reducciones de impuestos para los ricos.