Los robots nos remplazan: ¿Utopía o distopía?
Cuando hace un siglo el ciudadano común pudo por fin comprar y tener acceso a carros, e independizarse en su modo de deslizarse por el mundo, los vehículos revolucionaron la transportación masiva y empezaron a remplazar a los caballos, los burros y el ganado en la labor forzada, que ahora la empezaron a hacer tractores, camiones y otros vehículos. En ese momento, los animales usados para labor forzada fueron emancipados de la esclavitud a la raza humana (al menos en el mundo industrializado) y esto fue visto como un acto de compasión, de consideración hacia nuestros hermanos de otras especies. ¿Será posible que no tendremos la misma compasión con los miembros de nuestra propia especie ahora que las máquinas nos reemplazan? Creo que este es uno de los problemas morales mas serios que va a enfrentar nuestra especie en las generaciones próximas.
Hoy, las máquinas remplazan la labor humana, particularmente la labor mas tediosa, aburrida y que menos sentido da a la vida de los trabajadores: empezamos a ver que los cajeros en algunas tiendas son máquinas, que los robots montan carros y construyen otras máquinas, sobre todo las que tienen piezas mas pequeñas. Toda esta innovación está bien, aunque se pierden miles de empleos. Las farmacias y los supermercados que las usan a veces emplean un supervisor al que se le asignan 6-10 máquinas cajeras, que ayuda en caso de que la máquina produzca un error. Aunque los cajeros humanos también necesitan supervisores, un cajero robot rempleza tres trabajos a tiempo completo si funciona las 24 horas, y no necesita pensión ni beneficios. Haga usted la matemática, y verá el montón de empleos humanos que los robots nos van a quitar.
Lo próximo son los vehículos que se guían solos. Hasta hoy, es posible que una persona sin educación universitaria pueda ganar más de $ 60,000 anualmente guiando camiones. Era una de las pocas industrias en la que, con escasa educación, se podía entrar a la clase media. ¿Y cuando los taxis se guíen solos? Los carros y camiones que se auto-guían, si se vuelven la norma, van a crear una disrupción laboral que va a generar serias tensiones y crisis existenciales en el capitalismo automatizado moderno.
Otra industria cuya clase obrera va a sufrir es la construcción, ahora que se está empezando a emplear tecnología de 3-D printers para construír casas a un costo tan bajo como $4,000. Eso es gracias a esfuerzos de agencias sin fines de lucro que esperan servir comunidades marginadas en El Salvador, Haití y otras comunidades pobres, aunque en China esta tecnología tiene ya una historia más abarcadora. Estas máquinas necesitan personal humano con cierta preparación para supervisarlas, pero la labor de construcción ya no va a ser necesaria.
También hay robots en áreas como la medicina, y ya existen inteligencias artificiales con acceso a grandes cantidades de información sobre los mercados que actúan como consejeros financieros. Las inteligencias artificiales (AI, por sus siglas en inglés) van a remplazar cada vez más gente en empleos técnicos, donde la inteligencia, agencia y sociabilidad humanas antes eran imprescindibles.
Está claro que en medida que aumente la innovación y eficacia, van a haber menos emplos disponibles para la creciente población humana. ¿Cual es la solución? ¿O cuales podrían ser las muchas soluciones creativas al problema? Nadie sabe con certeza, pero intuitivamente me hace sentido que, para que ese paradigma laboral pueda funcionar:
- Debería ser posible que la mayoría de la gente pueda vivir cómodamente trabajando menos horas por semana, y/o
- En lugar de que estas máquinas queden en manos centralizadas, debe haber un modo de facilitar que la mayor parte de la población pueda ser dueña de los medios de producción. Es decir, en medida que los robots puedan lucrar con su labor a los obreros que hubieran remplazado, el valor que crean va a ser menos disruptivo para la clase obrera, enriqueciéndola aún.
En el manual del idealista, la automatización y maquinización de la labor podría ser una bendición, al eliminar la necesidad de trabajar demasiado y otorgar más tiempo para estar con familia, para la creatividad y para el ocio. Como dice José Mujica, “tiempo para vivir”. Si logramos utilizar la robotización para reinventar tanto el modelo de labor como el de retiro y el semi-retiro temprano, podríamos crear una sociedad donde casi todo el mundo puede trabajar, pero las semanas serían de solo 20-30 horas en lugar de cuarenta, a la vez ganando lo suficiente para sobrevivir. De hecho, en algunas sociedades europeas ya se va en esa dirección: se reducen las horas laborales, mientras que en EU la gente trabaja más y los salarios se estancan. Esta tendencia será necesario reversarla.
Supongamos que queremos que la mayoría de los ciudadanos se vuelva dueña de medios de producción, y así lucrarse de la labor de los robots en medida que nos siguen remplazando. Esto se podría lograr con mayor facilidad si creamos una cultura donde todos somos educados desde temprano a pensar como inversionistas, en la que el gobierno u/o iniciativas de educación pública promueven la idea, y en la que se ofrecen incentivos privados y/o públicos a los inversionistas comunes (como las contribuciones coincidentes populares en el 401K). Por ejemplo, los padres y otros familiares podrían regalar no juguetes, sino inversiones semilla a sus hijos desde temprana edad con cierta frecuencia, a la vez que los educan y les enseñan a seguir de vez en cuando el valor de sus inversiones.
Otra opción para sobrevivir en una sociedad donde escasea la labor es invirtiendo en bienes raíces, y este modelo también puede transferirse a las futuras generaciones. Cuando traduje un comentario a la obra del filósofo del primer siglo Filodemo de Gadara titulada “Del arte de administrar propiedad”, supe que una de sus recomendaciones para ganar autarquía (auto-suficiencia) era vivir de las rentas de los inquilinos. Ese consejo, dado hace dos mil años, sigue siendo relevante.
El peligro asociado a esto es el riesgo añadido que viene con toda inversión, por lo cual podemos imaginar que solo aquellos que se eduquen con cautela antes de invertir y que diversifiquen van a poder prosperar en los tiempos que se avecinan. Pero el peligro asociado con no reinventar los ciclos de labor y semi-retiro es la marginación económica de una parte cada vez mayor del mercado laboral, en medida que los robots hacen que la labor humana vaya quedando obsoleta.
A riesgo de sonar demasiado burgués, sin ambición y sin creatividad económica, va a ser difícil sobrevivir los peligros y oportunidades que se avecinan en las próximas décadas. Cada cual debe entender que es “Yo, Inc.” Por mucho tiempo, Puerto Rico ha tenido dificultad en adaptarse a la nueva economía global. Hay que ir aprendiendo poco a poco a adaptarse. El irse volviendo dueño de medios de producción y el tener múltiples fuentes de ingreso en lugar de un solo trabajo, que era el modelo viejo, deberían ser incorporados en el modus operandi del ciudadano emprendedor que se adapta al Siglo XXI.
Seguro existen varias otras posibles soluciones creativas y prácticas que se puedan implementar–como las cooperativas laborales–para neutralizar los efectos de la automatización. Lo cierto es que ya es hora de que los individuos y las familias vayan pensando en esto. De cada ciudadano depende hacer limonada de los limones que nos van a servir y decidir si para el o ella, la era de los robots va ser una distopía o una utopía.