Mi visita al “Mall of San Juan”
Fue muy divertida y me llenó de las certezas de que mientras pueda, allí no entraré, a menos que sea como Santo Tomás, para tocar los tickets de lo que allí venden y reafirmarme en que no quiero pertenecer al mundo de los absurdos que nos están aniquilando como especie.
Pero sí, fui al “Mall of San Juan”. Mi estilista me trajo un regalo de su visita al “Mall” y también me transportó con sus historias a la nueva meca del capitalismo. Su regalo me hizo reír a carcajadas por largo rato. Una servilleta con el nombre de la famosa tienda a la que todos han corrido en estos últimos días. Una servilleta -que según me contó- fue lo único que trajo de su visita, y sin usar, pues entendió que algo adquirido en un lugar donde todo era tan costoso, era casi una pieza de colección.
Según me cuenta mi peluquero, muy versado en compras, modas, estilos de vida, lo único que pudo hacer allí fue retratarse y tomarse un café y un bizcocho que compartió con su pareja -uno para los dos- antes de salir huyendo de aquel lugar lleno del glamour que conoce muy bien, pero aterrado ante la desfachatez de los costos de todo lo que allí se vende.
Luego de reírnos un rato -como solemos hacer en este país macondiano- me quedé pensando en la servilleta, la economía de este país y los absurdos esquemas que se empeña en vendernos el sistema para seguir atrapándonos en un juego de compras obsesivas que nos endeudan y finalmente no nos ofrecen la satisfacción que buscamos.
Unos estilos de vida que cada vez la gente puede accesar menos. Un “Mall” que llega en medio de siete años de recesión donde muchos, ni para pagar la casa tienen. Un “Mall” que llega a anunciar modas, marcas, estilos de vida que ya sabemos no dan la felicidad, pero sí engañan el ojo y nos capturan a una manera superficial de vivir.
En tiempos en que el pueblo está descubriendo como reinventar el mes con lo que entra en el presupuesto familiar, prescindiendo precisamente de esos excesos que ya no aguantan las tarjetas de crédito, llega el “Mall of San Juan”. Con una inauguración llena a capacidad que parecería que los bonistas nos liberaron de todas las deudas y de la casi quiebra en la que estamos como país. Que se resolvieron todos los rollos de endeudamiento de un país y sus habitantes, que ya no aguantamos el peso de lo que debemos.
Leí, en algún lugar, que el “Mall” sería de beneficio para la economía y me preguntaba para la economía de quien. Espero equivocarme y que pronto lleguen las buenas noticias de los muchos empleos generados y de lo que está dejando al país. Ojalá que vengan muchos turistas -estrategia del gobierno para promover el turismo shooping- a hacer sus compras. Ojalá que seguir alimentando el consumismo refleje un crecimiento económico y no encontremos, en pocos meses, al “Mall of San Juan” con las tiendas cerradas y pasillos vacíos como ya está pasando en otros centros comerciales.
De todos modos guardaré la servilleta, que quizás sea lo único que vea del famoso “Mall”…
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