La Navidad se nos viene encima
“Escribe algo sobre la Navidad que nos quieren echar encima”, con este mensaje me recibió mi vecino al llegar a la casa una tarde de esta semana. “Fui a comer a un restaurante el 10 de noviembre y los empleados estaban vestidos de duendes, y yo me pregunté si se me pasó la Navidad”, comentó mi vecino, mientras nos reíamos de la avalancha navideña que ya tenemos encima en el afán del mercado de vender y vender.
Me quedé pensando unos segundos antes de mi próxima contestación a este vecino, quien también es buen samaritano de los animales sin hogar de nuestro vecindario. Creo -le comenté- que los boricuas estamos buscando la alegría, el gozo de la Navidad luego de estos últimos años de tantas tensiones ambientales, políticas y económicas. El peligro es que no nos demos cuenta de las manipulaciones para sacarnos el dinero que con tanto trabajo logramos ganar. El peligro es que se nos secuestre el alma ante las presiones económicas para responder a las cientos de campañas que definen la Navidad como comprar y gastar.
Una vez llega el otoño y comienza a cambiar el color y frescura de la naturaleza, se nos anuncia un tiempo que muchos esperamos con ansias, aunque no para todos es motivo de felicidad. En la medida que avanzan los días nos vamos impregnando del verdor de la naturaleza, el azul especial de las nubes y los muchos arcoíris que nos regala el cielo en este hermoso paraíso caribeño donde vivimos.
La Navidad para los creyentes es una época de renovar el compromiso con el amor y la construcción de un mundo mejor desde la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret. Para otros -incluyendo los cristianos- es época de las decoraciones, fiestas, comidas, parrandas, regalos, encuentros familiares y con amigos etc. Un espíritu nuevo nos renueva de gozo. Celebramos cada decoración que van compartiendo en las redes, cada viaje que la gente da, y hasta podría decirse que somos más humanos en estos días.
Más que no se nuble la conciencia, ante la destrucción que los sistemas y élites políticas y económicas continúan haciendo a nuestro país y al mundo. Para mí, vivir la preparación para la Navidad y vivir una feliz Navidad, representa el renovar el alma desde las certezas de que son posibles nuevas maneras de convivir con los que nos rodean y reconstruir nuestro mundo herido, la familia, los ámbitos laborales, los sistemas económicos, el cuidado del medio ambiente etc.
Te invito a plantearte el realizar algunas prácticas desde el espíritu de amor de la Navidad, como visitar algún vecino que esté solo, ancianos enfermos, albergues de niños. Quizás buscar como acercarte a alguna persona que te ha lastimado y aún no perdonas, plantearte alguna reflexión familiar sobre cómo fortalecer los lazos y la comunicación. Así hay otras prácticas que sacan lo mejor de nosotros y que son más parecidas al sentido de la primera Navidad.
Ojalá que la Navidad que se nos viene encima nos dé el espacio para detenernos, reflexionar en la propia vida y los modos cómo podemos construir de modo más permanente espacios de alegría, amor y justicia. Que esto lo hagamos desde la pachanga y sabor boricua que nos caracteriza, reconociendo que donde hay amor siempre habrá gozo.
Ya las pascuas alegran nuestro hogar…
La autora es Trabajadora Social y Directora del Instituto a Para el Desarrollo Humano a Plenitud de los Centros Sor Isolina Ferré Inc. empresa social dedicada al ofrecimiento de talleres y vivenciales para propiciar el crecimiento y la sanación interior en personas que deseen asumir un liderato afirmativo de sus vidas y vivir plenamente.
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