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El deber de hacer de cada día, uno bueno

Eso me propongo cada día, hacer de cada momento uno bueno donde encontrar lo bello de la vida. No es una tarea fácil, ni para mí ni para nadie, lo reconozco. Por eso tengo rituales que realizo para no verme paralizada por la vorágine interior y exterior que por momentos amenaza con arroparme y desmoronar mis esperanzas.

Y porque lo vivo y me funciona es que me atrevo a recomendarlo. Porque con muchas dificultades he aprendido que es posible transformar nuestras sombras, personales y las colectivas, si descubrimos la fuente de donde brotan las transformaciones.

La historia de la humanidad siempre ha estado enmarcada por momentos de profundas crisis y también de grandes descubrimientos y acontecimientos.  Por eso no es válido quedarse solo en el panorama local o mundial desde una perspectiva negativa.  Así mismo todas las personas -aún las más lastimadas- cometemos errores, pero también somos capaces de grandes actos de humanidad. Por lo que tampoco es válido dedicarse a ver y juzgar todo lo negativo de nosotros y los que nos rodean.

Hay que mantener una actitud crítica -profundamente crítica- sobre lo que acontece en el país pues siempre debe ser aspiración y lucha el lograr que en el mundo existan las condiciones humanas y justas para todos los que compartimos el planeta. Hay que denunciar, participar de proyectos que reclamen la justicia, alzar la voz. La voz de la conciencia -que si la escuchamos con atención- siempre nos llevará al compromiso con los demás.

Pero eso hay que acompañarlo de un compromiso más profundo con la propia transformación. Pues como diría Rolando Toro -psicólogo y antropólogo chileno- el fracaso de las revoluciones y movimientos políticos  se debe a que los que los promueven no han hecho los cambios en sí mismos. Gran verdad que debe inspirarnos al compromiso con nuestra propia transformación que a fin de cuentas es de la única de la que podemos tener verdadero control.

A cada cual le toca descubrir cómo alimentar sus fuerzas interiores, esas que nos enseñaba Sister Isolina Ferré, que solo necesitan ser descubiertas y potenciadas para desde ahí vivir plenamente y trabajar por los demás. Para unos toca trabajar con sus historias donde hay dolor y sentimientos negativos que se han apoderado de la vida y los desplegamos hacia los que nos rodean y en nuestras actividades. Quizás otros les toque descubrir si es el caminar, correr, pintar, escribir, meditar, bailar, leer  u otra práctica  la que alimente el alma. Siempre acercarse a la espiritualidad nos regala grandes beneficios, pues en resumidas cuentas somos seres trascendentes semejantes a Dios, la fuente del amor pleno.

Auto conocernos, para vivir desde el manantial interior  es la puerta para seguir impulsando la vida que aspiramos vivir  y por qué no, para aguantar los  días antes de la elecciones, los varios años de junta fiscal y todas las pruebas del caminar.  Siempre reconociendo que es posible vivirnos y vivir de modo íntegro y equilibrado si cada día alimentamos lo bueno y bello que nos habita.

lortiz@csifpr.org

La autora es directora del Instituto para el desarrollo humano a plenitud para información sobre nuestros próximos talleres visita nuestra página  www.crecimientoaplenitud.org

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