Tragedia griega en el oeste
Esta es lalevadura de las tragedias. El ambiente es denso. Es abril de 2012. Hay cuatrohombres en una reunión secreta en la oficina de un abogado conectadopolíticamente en la región oeste.
Están elabogado, dos hombres que creen que debían haberse conocido antes y otro más. Secree que ese cuarto había sido hasta poco antes de este rendezvous unmiembro prominente de la Cámara de Representantes.
Hay unaquinta presencia en la reunión y, aunque no se puede contar como persona, valela pena mencionarla: una tremenda peste a macho.
Elhilo tensor de la trama son los dos hombres que creen que debían haberseconocido antes: Lutgardo Acevedo, un acaudalado contable, y el entonces fiscalJoseph Esparra.
Hay que irsuave ahora para que se entienda bien.
Acevedoestaba acusado de delitos relacionados a un incidente en que presuntamenteborracho amenazó con un arma a varias personas en el restaurant Mesa Criolla,en Moca, el 22 de agosto de 2010.
Esparrahabía autorizado la radicación de cargos contra Acevedo. Acevedo se jactaba deestar muy bien conectado con los políticos que podían viabilizar laconfirmación de Esparra como fiscal de distrito de Aguadilla. A Esparra leinteresaba mucho ese puesto. Acevedo tenía la llave.
Y, júrelo,sí que pensaba usarla.
Lareunión fue grabada en audio. Ese audio cayó en manos de las autoridades.Esparra está acusado de haber acordado ayudar a Acevedo en sus problemaslegales a cambio de que este hiciera un par de llamadas a políticos del PartidoNuevo Progresista (PNP) para que le dieran paso a su confirmación como fiscalde distrito.
Sital cosa se acordó o no, eso es algo que tendrán que decidir en su momentojueces o jurados. No es fácil. Se habla en clave. Hay un lenguaje cifrado.Alusiones veladas. Temas como que se sobreentienden y no se discuten en sujetoy predicado. Mentaron hasta a varios políticos, todos del PNP, gente que,cuando menos, alguna visita del fiscal deberían recibir a ver si de verdadrecibieron las llamadas que ahí se dijo. Pero todo en términos muy ambiguos.
Hay ahí unidioma que tal vez solo es decodificable para los que pueden nadar en las aguasenrarecidas de las influencias políticas.
Lo quequeda claro incluso para los que estamos ajenos a esa cultura es que Esparrapide a Acevedo perdón, es más, lo implora, prácticamente de rodillas, casiofreciendo darse diez azotes en la espalda si se le pide, por haber cometido laimprudencia de haber autorizado que el contable fuera acusado sin antes habersecerciorado de que tenía amigos bien colocados.
“Nofue mi intención. Entendí que hice mi trabajo. Entendí que lo hice. Si tutienes otra percepción, lo lamento muchísimo, pero no fue mi intención”,le dice Esparra a Acevedo, quien le recalca: “políticamente yo estoydemasiado de bien. Demasiado de bien. Demasiado de bien”. Así mismo. Tresveces. Como en una letanía. Para que no quede duda de que se entendió.
Más o menosasí es esto: mientras usted suda el país día a día sin más herramienta que sutalento o su voluntad, estos se acomodan y se desacomodan en virtud de temasque no tienen que ver con la capacidad de nadie, sino con la manera en que serelacionan con el poder político.
A eso huelemucho este país. Mucho más de lo que debiera. Si no está marcado con este o conaquel carimbo, es muy poco probable que llegue a algo en el servicio público.
Es, por lomenos, mucho más difícil que para el que está pintado. No siempreles sale bien, pero la idea está ahí. Hay gente que sale bien o sale mal detrances ante los cuales los pone la vida dependiendo de su color.
Pocodespués de que la reunión de abril de 2012 terminara con un apretón demanos y un “yo creo que somos panas ya, vamos a olvidarlo todo” dichopor Acevedo, al contable se le complicaron bastante las cosas.
El 30de junio del mismo año, tuvo un accidente en Moca en que murió la personaque conducía el carro que él impactó con su BMW.
No habíaEsparra que pudiera salvarlo de esos cargos. Pero el que nace parado, naceparado. En la Semana Santa del año pasado, en juicio que duró solo unos cuantosdías, Acevedo fue absuelto de todos los cargos por el juez Manuel AcevedoHernández.
En algúnmomento antes o después del accidente, Acevedo se sinceró contra Esparra y esel principal testigo del caso en su contra por soborno y destrucción deevidencia.
Y Esparra,para que no quedarse con el golpe, fue donde los federales y al parecer lesestá contando cosas demasiado feas de Acevedo, cosas que, según se havisto, parece que manchan hasta la toga del juez Acevedo Hernández, cuyaresidencia fue allanada esta semana por agentes del temible FBI.
Allápues “en el legendario oeste”, como decían antes, lejos del ojopúblico hasta ahora, venía desarrollándose hace tiempo una trama que dejacortas a algunas tragedias griegas: complots en cuartos oscuros, puñaladas porla espalda, funcionarios públicos dejándose embarrar y, como suele suceder entodo lo malo en este país, la cola de zorrillo del poder político haciéndolotodo apestar de manera insoportable.
Abróchese,pues, el cinturón, que esto parece que va a estar bueno.