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Las cosas por su nombre

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Roja agonía

Jaime Perelló no lo dice y tal vez ni lo siente. Pero él tiene muchas razones para estar encantado con las especulaciones con relación a si será acusado por el esquema de corrupción por el que ya se declararon culpables un amigo cercano y dos empleados de su confianza, y por el que un tercer empleado enfrenta juicio a partir de mañana.

La fiscalía federal ha dicho que Perelló no es objeto de la pesquisa que desembocó en las acusaciones contra su amigo y colaborador político Anaudi Hernández y contra el exadministrador de la Cámara, Xavier González; el ex jefe de tecnología del cuerpo legislativo Víctor Burgos y el asistente de administración Glenn Rivera Pizarro.

De estos cuatro, los primeros tres ya alzaron la mano declarándose culpables y solo Rivera, hasta el momento, decidió someterse al juicio que empieza mañana en el Tribunal Federal de San Juan. Un total de diez fueron acusados por el escándalo de Anaudi Hernández, incluyendo a la ex directora de la Administración de Derecho Laboral, Sally López. Seis se han declarado culpables y cuatro enfrentan juicio a partir de mañana, entre estos López.

Es de suponer que, no habiendo sido acusado junto con su amigo y sus empleados durante la ronda inicial, la fiscalía no tiene evidencia de que Perelló haya participado activamente en este esquema de corrupción.

Por tal razón, y a menos que los que se declararon culpables tengan alguna evidencia con la que la fiscalía no pudo dar en la primera investigación, y esté en su corazón compartirla con el noble propósito de obtener clemencia de parte de los federales, no parece que Perelló vaya a ser acusado.

Por eso es que Perelló, aunque no lo diga y tal vez ni lo sienta, debería estar secretamente encantado con que toda la discusión de algunos medios, de la oposición y hasta de los mismos populares sobre este escándalo, se haya centrado en si será acusado o no.

Es que tiene que estar encantado porque mientras la gente se entretiene en especular si a Perelló ya le mandaron a coser el vistoso mameluco anaranjado, se les están escapando a todos los pecados de los que ya se le puede adjudicar culpa al presidente cameral y que deberían costarle, por lo menos, su carrera política.

Veamos:

El pueblo de Puerto Rico le confió a Jaime Perelló ser uno de sus legisladores por acumulación. Una vez electo, la mayoría popular le confió la presidencia de la Cámara.

Una vez en la presidencia de la Cámara, Jaime Perelló le confió los aspectos administrativos del cuerpo legislativo a Xavier González. Y Xavier González, según él mismo reconoció ante el tribunal federal, conspiró junto con Víctor Burgos y Glenn Rivera para defraudar al pueblo de Puerto Rico arreglando la subasta de un cuadro telefónico para que beneficiara a una empresa que Anaudi Hernández había sacado de un sombrero como un mago un par de días después de la victoria del PPD en las elecciones.

Según Burgos, había que beneficiar a Hernández porque en la Cámara había un “sistema” (le pusieron un nombre “techie” al más viejo y procaz de los métodos de pillaje público), que obligaba a ser generoso en contratos a las personas que habían cooperado con la campaña política de Perelló.

Resulta tremendamente difícil creer que todo esto haya ocurrido para beneficiar a Perelló sin que él lo supiera. Tanto Xavier González como Glenn Rivera eran amigos y conocidos de Perelló desde antes de llegar a la presidencia de la Cámara. Eran personas de su más entera confianza.

Estas personas de la más entera confianza de Perelló conspiran criminalmente para favorecer fraudulentamente a Hernández, amigo del presidente de la Cámara y miembro de su comité de finanzas políticas, precisamente por ese ser amigo de su jefe.

Resulta tremendamente difícil de creer que Perelló no supiera que su amigo Anaudi Hernández, cuya experiencia previa en telefonía se limitaba a vender celulares, estaba licitando un contrato de tecnología telefónica en la Cámara de Representantes. Resulta tremendamente difícil de creer que Perelló, siendo su amigo, no supiera que Anaudi Hernández terminó obteniendo el contrato.

Resulta tremenda difícil de creer que Perelló no se hubiera enterado de que el cuadro telefónico que instaló Anaudi Hernández nunca sirvió y que se siguió pagando mucho después de que se supiera que no servía.

Perelló dice que él se desentendió de todo lo administrativo en la Cámara de Representantes para concentrarse en el aspecto legislativo de su función. Ha dicho también que uno no sabe lo que hacen sus amigos cuando uno no está con ellos, lo cual es cierto.

Lo que no dice, y esto es tan cierto como lo de los amigos, es que un jefe está obligado a saber lo que hacen sus empleados cuando no está con ellos. Sobre todo, y subrayen esto, cuando no está con ellos.

Pero vamos a darle el beneficio de la duda a Perelló y aceptemos que estaba más ciego que la gallinita del cuento. En ese caso, es obligado llegar a una conclusión francamente devastadora para quien quiere ser visto como un líder. Si en un centro de trabajo pequeño como lo es la Cámara de Representantes pasan cosas así y el presidente ni se entera ni lo sospecha, caramba, es obligado concluir que quizás estamos ante un dirigente de una incompetencia pocas veces vista en este país.

Hace recordar esto una frase que no hace mucho los populares decían con mucho entusiasmo cuando los más cercanos colaboradores gubernamentales y políticos de Pedro Rosselló metieron la mano donde no debían y terminaron vestidos de anaranjado: “o sabía, o era un inepto”.

Perelló está atrincherado en su posición. No ha dado señales ni de que vaya a renunciar a la presidencia de la Cámara ni mucho menos a desistir de su candidatura a la reelección. Tiene intenciones, incluso, de volver a aspirar a la presidencia si el PPD retiene la mayoría en noviembre.

A este periodista, gente que es de su confianza le ha dicho que el presidente del PPD, David Bernier, está haciendo gestiones por lo bajo para tratar de deshacerse de Perelló.

De esas gestiones, como sabe todo el país, no se ha visto fruto alguno. Lo que sí ha visto medio mundo es que mientras pasan los días y no hay un desenlace a la trama Perelló, Bernier está luciendo débil y ambivalente, limitándose a pedirle que él mismo evalúe su futuro político.

Malas noticias para Bernier: ya Perelló evaluó y su decisión es quedarse en su puesto e incluso volver a aspirar a la presidencia cameral.

Este lío está teniendo un efecto muy negativo en la campaña del PPD y de Bernier. Por ejemplo, la semana pasada Bernier presentó su propuesta para manejar ese monumental tostón que se llama “plan de salud del gobierno”. Pero de todo lo que se hablaba en la radio esa mañana era del conteo regresivo contra Perelló y cada vez que Bernier fue a un medio a hablar de su propuesta tuvo que sacar tiempo para responder preguntas sobre el incómodo tema del presidente cameral.

A esta agonía, pues, parece que le queda tiempo todavía.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay, Facebook.com/TorresGotay)

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