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Mil cuentos

Por Benjamín Torres Gotay

Transcurre en el Bagdad del medioevo. Lo contaba Sherezade en Las Mil y Una Noches, el clásico conjunto de cuentos de la literatura árabe. El que viene al caso ahora se llama ‘El criado del rico mercader’ y, en resumen, dice así:

El criado va en la mañana al mercado a hacer sus compras. Allí ve a la muerte, que le hace un gesto. Aterrado, el criado le cuenta al mercader que la muerte le hizo un gesto de amenaza y le pide su caballo más veloz para huir a Isaphan, que queda en la antigua Persia, donde ahora es Irán, a 443 millas de Bagdad.

El mercader, por supuesto, accede. En la tarde, el mercader a su vez se topa con la muerte y le pregunta: “¿Por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?”. La muerte, sorprendida, responde: “¿Un gesto de amenaza? No, no ha sido de amenaza. Ha sido de asombro porque me ha sorprendido verlo aquí tan lejos ya que esta noche tengo que llevármelo en Isaphan”.

Las lecciones sobre la vida que nos da la gran literatura universal pueden seguir resonando a través de siglos y eras y esta historia del criado del mercader, en particular, tiene un eco profundo que nos hace recordar la desgraciada situación por la que atraviesa ahora el pueblo de Puerto Rico.

Llevamos años huyéndole a la verdad a través de un laberinto poblado de bestias y minotauros que, en cada recodo, nos hacen gestos que creemos son de amenaza, pero en realidad son de asombro, por ese empeño que ponemos en no ver las cosas de frente y seguir en esta carrera alocada a caballo, a través de la inhóspita noche, por llegar al Isaphan de nuestros sueños y librarnos de las consecuencias de nuestros actos.

¿Y cuál es esa verdad a la que con tanto empeño le huimos? Primero, a que construimos un país sobre la fantasía de que somos ricos y, segundo, a que, para empezar a resolver esto necesitamos, ante todo, rehacer radicalmente nuestro gobierno y llevarlo a un tamaño que se pueda sostener con nuestros propios recursos.

Hemos huido a través de bosques, praderas, jungas, valles, desiertos, selvas, ríos, mares y montañas, tomando préstamos sobre préstamos, engañando a un electorado demasiado dócil que no quiere ver las cosas como son y compra el discurso que más simple le parezca y tratando de retrasar el desenlace con la esperanza de que sea otro el que deshaga el nudo que nosotros atamos.

Pues ahora el caballo se agotó y cayó. La muerte, en la forma de la insolvencia, del colapso, del descalabro del estado, de la quiebra, sí, de la quiebra, esa palabra con tan infaustas resonancias, nos tiene a tiro de piedra, nos alcanzó, llegó la hora de enfrentarla.

Todo lo que hicimos por librarnos no fue suficiente porque no se hizo a tiempo y ahora nos quedamos sin opciones. Creíamos que con un remiendo aquí y otro allá resolvíamos y seguíamos viviendo felices como antes. No era el caso, desgraciadamente. Había que hacer más, hace tiempo.

Estábamos advertidos al menos desde la década de los 70. Seguimos huyendo y ahora es con esto con lo que nos encontramos:

Las corporaciones públicas están en quiebra. Se les quiso dar un respiro con la ley de quiebra criolla, y el Tribunal Federal, que manda aquí en virtud de nuestra relación colonial con Estados Unidos, la tumbó el viernes. El Banco Gubernamental de Fomento (BGF), del que han dependido por años los sueños de gobernadores, jefes de agencia, corporaciones públicas y municipios, ya no da para más y ahora mismo depende de que se pueda tomar otro préstamo, otro más, para darle un par de años de respiración artificial a ver si en ese par de años como por arte de magia este gobierno grande, vetusto e ineficiente aprende a vivir de acuerdo a sus medios.

Pero, resulta que el mercado, que no es bobo y sabe en cualquier momento ya no podremos pagar, está sumamente reacio a dar ese préstamo y el otro salvavidas, el mentado Impuesto al Valor Agregado (IVA) del que se ha hablado tanto en estos días, a costa de cuyos ingresos el gobierno irá otra vez a pedir prestado para darle vida artificial al BGF, todavía es una proyección irrealizada.

Darle vida al BGF, santo y bueno, es necesario. Ojalá y se logre. el IVA, según se estima, traerá más dinero al estado. Bueno también para el estado. Pero sería otra irresponsabilidad mayúscula sin la otra pata de la ecuación que nos permitirá, en el transcurso de por lo menos una generación, si no más, salir de esta arena movediza que nos tiene hasta el cuello y llegar a ser el país que podemos ser.

Y esa otra pata de la ecuación es alzar la mano, reconocer que la deuda en la que hemos incurrido durante décadas es impagable, pedirle misericordia a los bonistas y, segundo, pero más importante todavía, una verdadera reorganización del gobierno.

Aquí, gobernantes de todo color le tienen terror a reorganizar el gobierno porque ahí están las vértebras del aparato político que los sostiene y no quieren tocarlas. También se le tiene terror, y con razón, a que una reorganización implique despidos. Miren: si el gobierno es reorganizado, claro que van a sobrar empleados. Eso es obvio. Pero si se hace bien, los que sobren no serán los trabajadores que dan servicios, que esos siempre faltan. Los que sobrarán serán alicates, ayudantes especiales, asesores de asesores, soplapotes y ñames con corbata.

Luis Fortuño nos mostró la ruta: entre empleados permanentes, transitorios y temporeros, botó a 30,000. Pero lo hizo a lo loco, sin ningún análisis, metiendo un machetazo y ya, y el resultado, que todavía se siente, fueron agencias públicas mancas y cojas, porque botaron a los que daban servicio y dejaron en su sitio a los asesores de los asesores de los asesores.

En ‘Las mil y una noches’, Sherezade tiene que hacerle un cuento distinto cada noche al sultán Shahriar, para evitar que la mate, como le hizo a sus 3,000 anteriores concubinas. Eso es lo que han hecho con nosotros nuestros gobernantes: un cuento distinto, pero en su caso cada año, para evitar que enfrentemos la realidad de que el estado colapsó y de que a todos nos va a costar la solución.

Ya llevan mil cuentos. Se les está acabando el tiempo.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay)

 

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