Blogs: Las cosas por su nombre

Noticias

Las cosas por su nombre

Por
💬

La tentación del mejunje

Cuando el jueves en la mañana se supo que el Tribunal Supremo de Estados Unidos había emitido una decisión en la que derrumbaba el mito del Estado Libre Asociado (ELA) como fórmula de autogobierno, las mentes de muchos corrieron a la calle Sol en Ponce.

Ahí vive el exgobernador Rafael Hernández Colón, el más vocal defensor de la teoría de que el status se resolvió en el 1952 y el que más abiertamente ha manifestado el miedo de que un giro del Partido Popular Democrático (PPD) a la izquierda suponga la huida en desbandada de miles de populares hacia el anexionismo. Suponía el país que allá en Ponce estaba Hernández Colón llorando desconsolado, bebiendo quizás para olvidar las penas, sufriendo intensamente el derrumbe de la idea política en la que más ha creído en la vida.

Es obvio, por supuesto, que el jueves tiene que haber sido uno de los días más amargos en la vida de Hernández Colón y de otros que creen como él. Pero no fue él quien más sufrió ese día. Ese fue David Bernier, el candidato a la gobernación del PPD, a quien de seguro el pulso se le aceleró, le sudaron las sienes y se le secó la boca cuando supo de lo que había decidido el Supremo estadounidense.

¿Por qué Bernier, quien recién llega a la política partidista y no se ha amarrado nunca con una versión específica del ELA, tiene que estar sufriendo por esto más que Hernández Colón, quien ha dedicado casi 50 años de su vida a la defensa apasionada del ELA justo como está ahora mismo?

Veamos:

Bernier, nótese, aspira a la gobernación. Si aspira, por supuesto, es que quiere ganar. Y si quiere ganar necesita que el PPD esté unido. Y mantener al PPD unido sin la pega que supone el ELA, la sombrilla bajo la cual se cobijan todos los miembros de ese partido, va a ser un reto de proporciones descomunales.

El ELA es el eje del PPD, su fuerza de gravedad, la idea que, por indefinida, ha permitido que cada cual le dé la forma que más le guste y haya propiciado, por ejemplo, que personas con visiones tan distintas sobre la vida como Alejandro García Padilla y Carmen Yulín Cruz, como Eduardo Bhatia y Manuel Natal, militen en el mismo partido.

La determinación del Supremo, que básicamente confirmó lo que todo el que no le teme a la vida sabe desde el mismísimo 1952, supone que básicamente se acabó la ambigüedad. Y son tan distintas las ideas sobre el futuro del ELA, van tanto al corazón de los miembros de ese partido los conceptos de lo que fue, lo que es, lo que puede llegar a ser y lo que no quisieran que fuera, que formular una alternativa que los siga juntando a todos va a ser, francamente, vudú.

Va a existir, o existe ya, sin duda, la tentación del mejunje, de algún invento semántico que intente complacerlos a todos.

A los populares les encanta eso de la ambigüedad. Hay personas ahí que si no andaran con la pava puesta en la cabeza sería muy difícil distinguirlos de estadistas, de la misma manera que están los que, si no fuera por el rojo, parecerían independentistas. Pero Bernier ha prometido una nueva forma de hacer política y nada más tradicional hay en la política puertorriqueña que el mejunje, las listas de deseos irrealizables, el querer meter a un mismo pote, a la cañona, el agua y el aceite, con el fin primordial de intentar rasgar un triunfo electoral más.

Bernier ha hablado de un ELA no colonial y fuera de la cláusula territorial, que es la disposición de la Constitución estadounidense que establece que el Congreso de ese país tiene poderes plenarios sobre Puerto Rico y que permite, para no ir más lejos, que Estados Unidos pueda designar una junta de control fiscal cuyos miembros tendrán más poder que los gobernantes que elijamos aquí.

Un ELA fuera de la cláusula territorial es básicamente un país independiente, aunque se le ate mediante un tratado a Estados Unidos, si es que Estados Unidos quiere. Ahí con eso se le pueden ir corriendo a Bernier unos cuantos populares que le temen a la palabra independencia o soberanía más que el diablo a la cruz.

Son populares, como el gobernador García Padilla, que no quieren ninguna relación que esté fuera del marco constitucional del gobierno federal y que no venga enyuntada con el concepto de “unión permanente”. Pues relaciones dentro del marco constitucional y con unión más o menos permanente solo hay tres: lo que tenemos ahora, el territorio incorporado, que es una especie de antesala a la estadidad, o la estadidad misma.

Si esa fuera la ruta, los soberanistas, que en las últimas elecciones eran 455,000, no tendrían ya nada que buscar en el PPD.

Bernier también ha dicho que quiere que el ELA no colonial y no territorial mantenga la ciudadanía estadounidense de nacimiento. Eso se le ha dicho ya de varias formas que no es posible, porque la ciudadanía estadounidense de nacimiento es solo para los nacidos en Estados Unidos o sus territorios. Quienes último se lo dijeron fueron nada más y nada menos que Bhatia y el secretario de Justicia, César Miranda.

Esto no quiere decir que todo eso no se puede pedir. De pedir, se puede pedir hasta la máquina de hacer llover de la que habló Gabriel García Márquez. Lo que pasa aquí es que el país está velando a ver si es verdad que Bernier, como pregona, es un político diferente y va a tomar las decisiones dolorosas de las que otras figuras del PPD han hablado, o si va a entrar en la retórica demagógica de ofrecer lo que se sabe de antemano que no puede ser.

Hay Junta de Gobierno en los próximos días para tratar estos temas. Ahí veremos si Bernier ha entendido la gravedad del momento y viene con una propuesta razonable o si cederá, como mil otros dirigentes populares, a la tentación del mejunje.

Vienen días interesantes.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGotay, Facebook.com/TorresGotay)

💬Ver comentarios