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El futuro gobernador de Puerto Rico

En PuertoRico hay hoy cerca de 253,000 niños y niñas menores de cinco años. Ahí está elfuturo gobernador, el próximo Cheo Feliciano, el científico del mañana, elinventor de eso que todavía no sabemos que necesitamos, el albañil, el pionerode un nuevo ritmo, el que recortará patios y llevará a pastar al ganado, elconstructor de risas y de fortunas.

Perotambién están el fabricante de viudas y huérfanos, el traficante de drogas, eldesollador de esperanzas, el tirano, el que nos hará sentir pena y vergüenza,el que inyectará el dolor que nos atormentará día y noche.

De lo quehagamos nosotros hoy, no mañana, que será muy tarde, ni pasado, que lo será mástodavía, sino hoy mismo, dependerá cuántos de esos 253,000 terminen en elprimero o el segundo párrafo de este artículo.

Abundan losestudios que indican los grandes beneficios que tiene para un país atender demanera integral las necesidades de los niños y niñas en esos críticosprimeros  años de vida. 

Mientrasmás temprano se detecte alguna deficiencia en el desarrollo, de aprendizaje,cognoscitiva o de adaptación, más grandes son las posibilidades de que ese niñopueda tener en el futuro una vida digna y no ser una carga para la sociedad.

Tírese unabúsqueda en Google, pruebe y vea: es cosa ya aceptada y dilucidada a nivelmundial que incluso leerle a los niños cuando todavía no saben ni hablar,darles un ambiente social y educativo que les haga felices y atender de maneraintegral sus necesidades sociales y de salud reduce de manera muy notable las posibilidadesde que en el futuro sean dependientes del estado, desempleados, antisociales odelincuentes.

James Heckman, un economista estadounidense que ganó el premio Nóbel deeconomía en el 2000, va más lejos aún. Dice que invertir en la niñez tempranareduce los déficits gubernamentales y mejora la economía de los países, puesniños bien atendidos desde su nacimiento suelen convertirse en ciudadanos másproductivos y menos dependientes del Estado.

“Laevidencia es bastante clara  de que la desigualdad en el desarrollo de lascapacidades humanas produce resultados sociales y económicos negativos quepueden y deben ser prevenidas invirtiendo en la educación de la niñez temprana,especialmente dirigida a los niños desfavorecidos y sus familias”, dijoHeckman en un artículo publicado en el 2011 en la revista American Educator, dela Federación Americana de Maestros.

Es por esoque los países más avanzados del mundo, los más exitosos, tienen todospolíticas de inversión en la niñez temprana.

EnPuerto Rico, la mayoría de nuestros niños y niñas menores de  cinco añosestá, como decimos acá, al garete. Es muy poco lo que se sabe de qué pasa conellos antes de que lleguen a kinder a los cinco años, o a pre-kinder a loscuatro. En ese momento, para algunos puede ser muy tarde, considerando sobretodo lo bizantino e ineficiente de nuestro sistema de educación especial.

Antesde los tres años, la mayoría de nuestros niños y niñas están en centros decuido donde generalmente reciben mucho amor y buenas atenciones, pero, más alláde ver televisión o cantar  canciones, no hacen mucho o en ambientesfamiliares tóxicos.

En el 2008,se aprobó una política pública de desarrollo de la niñez temprana. Pero comoaquí los políticos no le prestan mucha atención a nada que no produzcaresultados inmediatos, el comité multisectorial que emprendería la puesta enmarcha de las iniciativas no se activó hasta el 2011, se le asignaron fondos norecurrentes y alpoco tiempo se quedó sin dinero.

La representante Luisa Gándara presentó esta semana un paquete de medidasdirigido a atender este asunto tan vital para nuestro desarrollo como país. Elcorazón de la propuesta es la creación de un fondo de inversión en la niñeztemprana que solo podría usarse para sufragar adiestramientos a maestros ycuidadores para que detecten deficiencias de desarrollo, programas para elfortalecimiento de la intervención temprana, cuidados prenatales y otra seriede medidas dirigidas a identificar problemas desde bien temprano, cuandotodavía hay tiempo para solucionarlos.

   Todo en la vida, por supuesto, cuesta, y la representante Gándara propone unimpuesto de 14 centavos por litro a las bebidas carbonatadas y azucaradas paranutrir el fondo.

Válgame.Eso fue como si le mentaran la madre a medio mundo.

Casi nadiemiró ni por un instante los incuestionables méritos de la propuesta y casitodos se enfocaron en el impuesto a los refrescos y jugos azucarados, bebidascuyos daños a la salud, sobre todo de los niños y niñas, están más quecomprobados y contra los cuales se libran arduas batallas en muchísimasjurisdicciones de mundo, incluidos 34 estados de EE.UU..

Escomprensible el repelillo que puede sentir hacia cualquier cosa que se llameimpuesto un pueblo agobiado por toda clase de cargas tributarias. Pero si sefuera un poco más allá de la rabia automática se vería que este es un impuestoque no tiene que sufrir: si no quiere pagar el impuesto al refresco, no lotome, que nadie lo obliga.

También escomprensible la suspicacia hacia toda iniciativa que supongo más dinero en lasarcas del gobierno. El despilfarro, la corrupción, la repartición debienaventuranzas entre amigotes, todo eso nos ha golpeado demasiado como paraaceptar con una  sonrisa benevolente cualquier cosa que signifique más dineropara el gobierno.

  Masesa es una suspicacia, justa sí, razonable, por supuesto, con la que habrá quelidiar, porque la crisis que vivimos es monumental y no podemos darnos el lujode dejar que otra generación más  se pierda.

Si no legustan las propuestas de la representante Gándara, traiga otras. El país lasescuchará con mucho gusto, pues hay 253,000 niños y niñas que necesitan ya,ahora mismo, que los encaminemos a ser nuestra salvación y los saquemos de laruta de convertirse en nuestra próxima pesadilla.

(benjamin.torres@gfrmedia.com,Twitter.com/TorresGotay)

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