Lobos con la oveja débil
Nota: Séptimo de una serie sobre el tema del abuso espiritual, término adoptado por teólogos cuando ocurre acoso moral en el contexto religioso.
La semana pasada vimos que hay varios factores que pueden combinarse para que un líder espiritual se convierta en victimario. Están las características innatas, la estructura de valores y principios morales con la que fue criado, y los traumas o maltrato a los que haya sido sometido en su niñez o adolescencia.
“Algunos han sido anteriormente maltratados y abusados, y transfieren esa misma conducta. La van a repetir. Hay lo que llamamos disfunciones, y pudo haber sido (el líder abusivo) producto de un mal modelaje”, señaló Luis David Rivera, un consejero clínico licenciado y parte del cuerpo pastoral de Torre Fuerte Iglesia de la Ciudad en Caguas..
Y como ejemplo de las características innatas que influyen, Rivera mencionó al colérico, que es uno de los cinco temperamentos que la ciencia de la conducta humana atribuye a las personas.
“Tiene la característica (el colérico) de utilizar a los individuos como herramientas para lograr sus fines y metas. Es un diseño que esa persona trae (de nacimiento). Si no fuera por esa característica en esa persona, muchas cosas (proyectos) no se lograrían. Lo que hay que enseñarle a la persona con ese temperamento, es que entienda que hay unos valores éticos y morales que van por encima de sus caprichos y sueños, como es el amor al prójimo”, añadió el especialista en consejería a familias y matrimonios.
Un colérico balanceado, que haya sido formado con valores morales y cristianos, es el mejor líder según Rivera. El problema es cuando en su historial hay agravantes como desbalances neurológicos o traumas que no han sido superados.
Traigamos a consideración un ejemplo presentado por este consejero clínico, sobre un caso que conoció. Un joven casado había llevado a su relación matrimonial gran parte de las actitudes que vio de su padre, quien era pastor, y del trato que este le daba a su madre.
“Él vio la figura del padre, que era la autoridad, como sometía a la madre. Y se tenían que hacer las cosas siempre como él dijera. Este transfirió esta misma conducta con su esposa, y la hostigaba sexualmente. La manipulaba diciendo que la Biblia dice en 1Corintios 7 que el cuerpo de la mujer no es de la mujer, sino del hombre. Eso es un abuso espiritual porque está tomando un principio espiritual para manipular, para controlar”, explicó Rivera.
“Al tema prefiero llamarle abuso de poder; porque (el abusador) es este individuo que puede tener unas grandes cualidades de liderazgo, pero confunde el poder con el liderazgo. El poder viene siendo una herramienta, una fuerza que hace que otros sean movidos. El poder influencia. El abuso de poder es el que puede llevar a un individuo a creerse superior a otro”, añadió el consejero.
Sin embargo, debemos aclarar que no siempre el abuso espiritual proviene de alguien en una posición de poder y autoridad. En ocasiones puede venir de hermanos de la fe que ejercen presión para que una persona demuestre tal o cual desempeño en el plano ministerial, o para que viva a la altura de ciertos estándares. En ocasiones el abuso espiritual también puede venir por parte de un familiar o allegado. No siempre será un líder.
Muchas veces, si se está en un sistema abusivo, los estándares que otros quieren imponer están basados en las propias ideas del hombre y no en lo que dice la Palabra. Están basados en el legalismo, dejando a un lado la gracia de Dios que nos hace saber que somos aceptados por Dios. No por nuestras obras, sino por su infinito amor y por el sacrifcio que su Hijo Jesús hizo en la cruz por nosotros.
“Un grupo completo puede ser coaccionado a obedecer códigos legalistas de comportamiento por un líder carismático. En estas circunstancias el comportamiento apropiado es determinado por el líder, no por una interpretación adecuada de las Escrituras. Este sistema erróneo ha guiado a algunas personas a situaciones extremas como pérdida de propiedad, poligamia sistemática y hasta suicidio en masa”.(14)
Ya que mencioné distintas manifestaciones del abuso espiritual, plantearé ahora las diversas formas en que una víctima puede ser afectada.
Efectos del abuso en la víctima
El daño causado se puede manifestar de diversas maneras, como cuando la persona pierde la confianza en Dios. Incluso, el individuo abusado llega en ocasiones a sentir que ha perdido su salvación o que Dios no lo ama, y en otras, llega al punto de creer que la culpa de todos sus males es propia.
El abuso espiritual, como hemos visto, también puede manifestarse o llegar al extremo del maltrato físico. Y al decir maltrato físico, no se limita a cuando hay golpes, sino también a la agresión sexual. De ambos ejemplos se han visto casos en sistemas abusivos.
El Dr. Ronald M. Enroth, autor de varios libros que tratan temas como los cultos y nuevas religiones, expone que estas víctimas dentro del contexto religioso no solo sufren daño espiritual, sino sicológico. Esto es algo que podemos ver retratado en el caso de Luz Elena, quien experimentó el rechazo de Sylvia y de otros que ella influenció. La confusión que le causó toda esta experiencia, la afectó emocionalmente.
“Había rechazo (de parte de otros miembros de la congregación) porque ella (Sylvia) me rechazaba y hacía que otros me rechazaran. Empecé a notar en ciertas personas el cambio. Pero también eso me llevó a ver rechazo donde no lo había”, recordó Luz Elena.
“A diferencia del abuso físico que a menudo resulta en cuerpos magullados, el abuso espiritual y pastoral deja huellas en la siquis y el alma. Es infligido por personas a quienes se les rinde respeto y honor en nuestra sociedad por virtud de su rol como líderes religiosos y modelos de autoridad espiritual”. (15)
En el abuso espiritual hay manipulación, intimidación y control sobre la vida ajena, con el propósito de conseguir un fin. En algunos casos, ese fin puede ser satisfacer el desenfrenado apetito carnal, que se da en las agresiones sexuales. En otros, el fin puede ser obtener un beneficio material por medio de la explotación económica.
Otros casos en que el abuso puede ser más sutil, al menos en sus etapas iniciales, se da cuando los líderes, pastores o ministros imponen un sistema de reglas a los congregantes, llegando a controlar no solo su vida espiritual, sino también las decisiones personales que afectan su vida diaria.
En palabras de Johnson y Van Vonderen, es cuando se recurre a la espiritualidad para hacer que otras personas vivan a la altura de unos estándares. El problema con esto es que aquellos que caen en las garras de semejante engaño, llegan a creer que Dios los aceptará por medio del esfuerzo y del trabajo que hagan, porque así sus líderes se lo han recalcado desde el día que hicieron profesión de fe y se convirtieron al Señor.
Pero, ¿qué dice la Biblia acerca de nuestras obras? En Efesios 2:4-10 se nos dice que Dios es tan rico en misericordia, que aun nosotros estando muertos en delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Cristo y nos resucitó. En otras palabras nos levantó de la muerte en que estaba nuestro viejo ser. Pero el pasaje clave es cuando nos advierte que somos salvos por gracia, no por obras.
Y esto para que nadie pueda llegar a darse crédito a sí mismo, ni siquiera aquel que pudiera decir que cumple con toda una lista de reglas e imposiciones. Se trata de la obra que Cristo hizo, no de la que podamos hacer nosotros.
“Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. La salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso”. (Efesios 2:8-9)
No entender esto, es lo que lleva a muchas personas a ser presas del abuso espiritual, específicamente cuando se cae en la trampa de creer que cuanto más ore, o más ministerios tenga, mayor aceptación obtendrá de Dios.
No comprender lo que nos enseñan las Escrituras, nos hace vulnerables y evita que reconozcamos los indicadores de lo que podría ser un líder abusador o un sistema maltratante. Es decir, que por afanarnos en involucrarnos en diversos proyectos en la congregación, podemos toparnos con un líder que se aproveche de la situación para explotarnos.
La buena noticia a pesar de todo lo que he venido señalando respecto al abuso espiritual por parte de lobos que manchan el nombre de la Iglesia de Cristo, es que hay congregaciones que Dios ha levantado parasanar las heridas de esas personas que han sido maltratadas, y también para ayudar al líder que en humildad reconozca, “fallé, me equivoqué, pero aquí estoy para empezar un proceso de restauración”.
Dios es un Dios de oportunidades, y al corazón humilde que se arrepiente y decide enmendar sus acciones, no lo despreciará. Y en su misericordia, las personas que ha equipado son esas mismas que en algún momento fueron dañadas pero que hoy día agradecen que Dios los levantó, dando por gracia lo que por gracia ellos recibieron un día, cuando alguien les curó las heridas. Por eso escribo sobre el abuso espiritual.
La semana próxima me enfocaré en las características de una persona que pueden exponerla a convertirse en víctima de abuso, no solo espiritual, sino de acoso moral o el tan nombrado ‘bullying’.
Tomado de la tesis El velo de la iglesia ante el abuso espiritual, como requisito de grado para Vision International University of Florida (2011)
(14) A Wolf in the Pulpit? – Richard H. Swartley – Right Start Publications 2011 – Página 15
(15) Churches that Abuse – Ronald M. Enroth – Zondervan Publishing House 1992 – Página 29
Otras entradas de la serie:
- Bullying en la casa de oración
- Ciegos aunque vean
- Testigos del maltrato
- Cristianos, ¿indiferentes?
- Tiempo de celebrar la sanidad