A veces las estrellas caen del cielo. Últimamente son muchas los que han caído: Bill Cosby. Kevin Spacey. Y ahora Roseanne Barr, cuyo show ha sido súbita y escandalosamente cancelado tras llamar “simia” a una mujer negra en twitter. Luego de haber sido liberal toda su vida, Roseanne había salido del closet como ávida votante de Trump en meses recientes, y había estado compartiendo en twitter populares pero extrañas teorías de conspiración nacidas en mentes de la extrema derecha.
Valerie Jarrett, la consejera de Obama a la cual Roseanne comparó con una simia, dijo calmada que esta experiencia debe ser tratada como una lección. He aquí varias lecciones que podemos aprender de la caída de esta estrella.
La fama es una amiga desleal
El billonario Warren Buffett una vez dijo: “Toma 20 años construir una reputación y cinco minutos arruinarla“. En la Biblia humanista, AC Grayling incluyó el proverbio: “La fama es una lupa“. En el caso de Roseanne, un solo tweet le costó millones de dólares en ganancias como protagonista de uno de los shows mas populares en su país, la cancelación de su sitcom, probablemente el fin de su carrera y una mancha eterna en su legado y reputación.
Boca grande, cerebro pequeño
El Hávamal dice que no hay mejor amiga en el camino que la prudencia. Los hindúes, para enseñarle a los niños a comportarse bien, les advierten sobre su futura reencarnación y especifican de muchas maneras en qué se reencarnaría si uno hace esto o aquello. Una de las citas más divertidas que recuerdo de Srila Prabhupad, el Gurú que trajo la tradición Hare Krishna al occidente, fue una advertencia de este tipo. Al insinuar que la gente ignorante y bocona podría renacer como reptil, dijo: “¡Miren a los cocodrilos … bocas grandes, pequeños cerebros!”
Las teorías de conspiración y la desinformación andan rampantes
La buena o mala asociación construye o destruye el carácter, y Roseanne se ha estado asociando con personas que le han hecho pensar que expresar públicamente chistes que comparan a los negros con simios es cosa normal, pero también se ha ido enredando en una compleja y alienante red de desinformación y contribuyendo a ella. Un proverbio dice que en el país de los ciegos, el tuerto gobierna. El fundador de la página “conspiranoica” que quizá mas desinformación ha vendido al mundo–a la vez que se intenta vender como “periodismo”–es Alex Jones, de Infowars. Luego de haberle sido infiel a su esposa, Jones pasó por un proceso de divorcio en el cual los abogados tuvieron que llevar a cabo su perfil sicológico, y se reveló que ha sido diagnosticado con desorden de personalidad narcisista.
Sin embargo, su imperio mediático persiste. En uno de sus tweets mas recientes, Roseanne alegó (contra toda evidencia) que Chelsea Clinton estaba casada con un hijo de George Soros, que por ser un billonario judío es un imán para las teorías de conspiración. Estas teorías populares en los círculos de supremacía blanca y, ahora, en toda la extrema derecha, las campañas de desinformación, y la falta de pensamiento crítico en la audiencia receptiva a estos virus mentales, deben todos ser confrontados. Quizá Roseanne sea víctima de la asociación con gente degradante, o quizá tenga problemas mas serios. Su mas reciente alegación es que estaba twitteando bajo la influencia del Ambien, un sedativo. Es posible que pulule en el fermento de esa telaraña de desinformación y paranoia, una enorme crisis de salud mental en la población.
La cultura “conspiranoica” contribuye además a la inmadurez y la falta de responsabilidad personal. A solo minutos del tweet de Roseanne comenzaron a circular las predectibles teorías de porqué su show fue cancelado. Una que encontré en facebook alegaba que era porque su programa promovía “valores familiares” … y “todos” sabemos que los liberales (que son los amos de los medios) odian a la familia. ¿No? Pero eso no cuaja con que el personaje del nieto de Roseanne explora vestirse con ropas del sexo opuesto. ¿Negar visibilidad a un niño travesti ahora es una trama liberal? A Roseanne le cancelaron el show por un insulto racista, y ella es una mujer adulta que debe asumir responsabilidad por lo que dice. No hay que culpar a cabales ocultos de liberales, ni buscarle cuatro patas al gato.
El trumpismo sigue siendo anti-social
El retorno a la televisión de Roseanne con su popular serie–que gozó de 18 millones de televidentes al inaugurarse–parece haber obedecido un intento de la comediante de tratar de normalizar el trumpismo, incluso en sus expresiones mas vulgares: las que hacen un festín de insultar y maltratar a los demás. Pero el trumpismo (menos mal) aún no es normal.
La libre expresión
Lo he dicho antes, pero merece repetirse porque–como vimos con el provocador Milo Yiannopoulos–cada vez que alguien con malas ideas expresa una opinión que el consenso de los tiempos considera vulgar, rápido se quiere cantar víctima de la policía “liberal” de la libre expresión. Y es cierto que la libre expresión es inviolable y que sin ella no somos ciudadanos libres, pero la garantía constitucional de libre expresión simplemente significa que el estado no puede aprisionar a uno por lo que uno expresa. No significa que el público tiene que aplaudir, ni que un network mediático tiene la obligación de darle una plataforma a lo que uno dice, ni que uno no es responsable de los enredos que crea con la lengua o el tweet. Roseanne puede irse por la calle y gritar insultos racistas hacia Obama y sus allegados negros: no necesita alto parlante.