Hace unos días conversaba con un amigo y él comenzó a esbozar un sinnúmero de planes para su futuro inmediato. Mucha teoría y conceptos, pero ninguna decisión tomada y ninguna acción en concreto. En cuanto al plan de acción solo escuché titubeos y balbuceos, o sea, un barco sin brújula y sin timonel.
Inmediatamente, mi mente me ubicó en la realidad de mi enfermedad, en mi cáncer. Sí, porque es mi cáncer, es mi enfermedad, y la batallo y la combato. Una condición que no admite titubeos, ni vacilaciones, sino, tomar decisiones concretas y precisas.
Hay que tener voluntad, esto es, el deseo de querer, el deseo de hacer y el tomar decisiones. No podemos quedarnos esbozando planes, tenemos que tomar acción. Estar siempre planificando demuestra que seguimos anclados y paralizados por los miedos y los temores. El constante planificar sin tomar acción nos lleva a justificar nuestro inmovilismo. Es necesario tener un plan, pero tenemos que pasar rápido a la ejecución del mismo, a la acción.
La voluntad mora y emana de nuestro corazón. Tenemos que tomar acción, tenemos que desear hacer, tenemos que caminar con pasos firmes y tenemos que desear cambiar. Dios es el Verbo y el Verbo es acción. Y el poder del Dios de la Vida supera toda enfermedad y adversidad. Y nosotros somos partícipes de esa divinidad porque pertenecemos al Alma Absoluta, por lo tanto, nuestras acciones, nuestros pensamientos y nuestras palabras están llenas del poder divino.
Cuando tienes cáncer tienes que tomar decisiones constantemente. Decisiones sobre tu tratamiento, sobre los medicamentos, sobre tu plan médico, sobre tu seguro de enfermedades catastróficas, sobre tu empleo, sobre tu familia y sobre tu Gran Proyecto de Vida.
No pospongas tus decisiones, luego será tarde. Los miedos te ahogan y te aprisionan. Dios utiliza unos impulsores para movernos a la acción que lleva al cambio. Éstos pueden ser una enfermedad, una adversidad, en fin, cualquier problema que enfrentemos. Pero movernos a la acción requiere de nuestra voluntad, de poner toda nuestra atención en lo que queremos hacer y en lo que queremos cambiar.
“Hágase Su Voluntad”, que es también la nuestra. Es el deseo de que seamos felices, libres y que tengamos una vida abundante y placentera.
Tú puedes vencer el cáncer y superar cualquier adversidad. No te rindas, no te quites, no colapses.
Tú puedes, eres hijo del Verbo, eres hijo de la Luz, eres hijo de la Vida, eres hijo del Eterno.
Luego de conversar con mi amigo, vi brotar destellos de luz de sus ojos y me atrevería a afirmar que en aquel momento había tomado importantes decisiones.