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Vivir con Cáncer

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Libre, sin miedo y en paz.

En los últimos cuatro años he estado experimentando un estremecedor, sorprendente y maravilloso proceso de crecimiento, desarrollo y evolución. Las enseñanzas han sido extraordinarias y reveladoras. Me han ayudado a aumentar mi capacidad de amar, que es dónde radican todas las virtudes: compasión, misericordia, bondad, piedad, caridad, honestidad, empatía y muchas otras más. He podido caminar con menos sombras hacia Dios, tengo más claridad de pensamiento, tengo paz. Tengo libertad y más responsabilidad al actuar. Cada vez llega más luz a mi alma. ¡Me siento vivo y feliz!

Mi enfoque no es en la adversidad, es en la forma de enfrentarla, en los cambios que se dan en mí, es en la expulsión de los miedos y temores de mi mente y de mi corazón, es en mi transformación. Es en el encuentro con mis verdades, con mis dones y virtudes, es en la reconciliación con Dios. Definan la adversidad como quieran, ella no me preocupa, lo importante es cómo la acepto, la transformo y la utilizo para mi desarrollo y crecimiento espiritual. Libre, sin miedo y en paz.

Al enfrentar una enfermedad como el cáncer tienes que lidiar con unas circunstancias muy particulares. Una de éstas es el tiempo, pues es una condición que requiere de tratamientos prolongados. Además, de que no tiene tiempo de duración previsible.

Otro factor es la intensidad, pues el cáncer tiene muchas formas de manifestarse y tiene la característica de mutar, de cambiar. Y cuando lo tienes identificado y lo estás atacando puede cambiar, y transformarse en algo más doloroso. Y a esto le añadimos lo doloroso de los tratamientos, los efectos secundarios y otros procesos necesarios.

Otra, la amplitud, ya que son muchas las áreas de tu vida que se ven afectadas, es una realidad compleja que incluye lo económico, social, cultural, religioso, familiar, profesional, físico, moral y personal. Es un amplio abanico de factores.

No se puede obviar la profundidad, pues cala hondo, penetra a lo más profundo de nuestro ser, hasta el tuétano. Toca todas nuestras fibras. Y te lleva a afrontar muchas interrogantes, a redefinir muchos términos y conceptos, y a desafiar muchos mitos.

De la misma manera que una adversidad puede ser tan prolongada, intensa, amplia y profunda, así también, serán las enseñanzas, las experiencias de amor y las bendiciones.

Tenemos una larga travesía que recorrer, o sea, mucho tiempo para reflexionar y para aprender, y mucho tiempo para crear, para construir, para hacer, para amar y para vivir.

Tenemos mucho tiempo para renacer y para esculpir un nuevo ser. Tiempo para recorrer nuestro interior y encontrar muchas verdades. Tiempo para conocer nuestros dones, virtudes, atributos y capacidades.

Tenemos todo el tiempo para que el Dios de la Vida siga obrando en nosotros, caminando a nuestro lado, abrazándonos, amándonos y bañándonos en bendiciones. Y nosotros amándolo como Él nos ama.

Es una jornada de intensas emociones y sentimientos, pues son momentos de descubrimientos y encuentros con nuestro ser. Son momentos deslumbrantes en nuestro interior, una antorcha de luz nos ilumina. Son experiencias con la divinidad que nos habita. ¡Son los encuentros con Dios!

Los cambios que experimentamos son tantos y tan importantes, expulsamos las viejas actitudes y los malos hábitos, botamos la carga, levantamos el ancla y nos liberamos de la esclavitud del miedo y de las preocupaciones.

Estamos transformando nuestra realidad, estamos abriendo la puerta a nuevas tendencias y conocimientos, estamos interrumpiendo la pereza y el inmovilismo, estamos sacudiendo el polvo viejo de nuestros pensamientos y desterrando las cansadas creencias de nuestra mente.

La profundidad que hemos alcanzado en este proceso es salvadora, nos traza nuevas rutas y derroteros, hemos llegado a la raíz de la adversidad y hemos encontrado una enseñanza de amor. Profundo hemos llegado a los confines del alma y hemos encontrado la luz sanadora y vivificadora. Profundo hemos sembrado en nuestro corazón la semilla de fe y confianza en el Dios de la Vida.

“Si grande es la adversidad, mayor serán las bendiciones”. Si grande es el dolor, mayor será la paz. Si densas las tinieblas, intensa será la luz.

Lo que ha llegado a nuestras vidas no es una enfermedad, sino, el Dios de la Vida cargado de bendiciones.

 

 

 

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