Mis huracanes… mis lecciones
Hace seis años comenzaron a azotar los huracanes. Con vientos despiadados y ráfagas violentas arrasaron todo lo que se había construido y socavaron mis cimientos.
El primero de ellos se llevó empleo, casa, carros y las finanzas familiares. Lo derrumbó todo, colapsaron las estructuras, todo lo inundó y lo destruyó todo.
El segundo de los huracanes se llevó la salud y dejó una estela de enfermedad y de patologías adversas. El cáncer llegó a mi vida, con todo su protagonismo e impetuosidad.
Fueron golpes duros y dolorosos, que traen confusión, ansiedad y desesperación. Pero la misma adversidad nos lleva a buscar en nuestros adentros una fuente de fortaleza y de paz. Nos hala hacia nuestro centro, como una fuerza de gravedad que nos arrastra hacia las profundidades de nuestra alma.
Y comenzamos nuestro proceso de crecimiento espiritual vital para nuestra recuperación y desarrollo. Comenzamos a encontrar todos los dones y virtudes que nos ayudarán a levantarnos y a caminar con pasos firmes hacia nuestra nueva realidad. Todo ha cambiado en nuestra vida, hay que repensarla y redefinirla. Nada es lo mismo. Tenemos que pensar nuevos conceptos, nuevos términos y nuevos significados.
Nuestras nuevas circunstancias no implican que el mundo haya colapsado, que todo terminó y que todo está perdido. No, solo cambió nuestra vida, la manera en que la entendíamos y la sentíamos, cambió la manera muy nuestra de vivirla. Pero cuando llega a nuestra vida una gran adversidad es que pensamos en el dolor y en la desesperación. Sin pensar que siempre hubo otras personas que sufrían este dolor y nosotros los ignorábamos, no lo sentíamos por falta de empatía y lo veíamos lejano porque era el dolor del otro. Pero ahora no solo es del otro, es también nuestro. Ahora el panorama es catastrófico, antes no lo era, pues no era el nuestro. La adversidad no discrimina, a todos nos toca. Prepara tu corazón para cuando toque a tu puerta.
Con fe y confianza en el Dios de la Vida y en mí, comencé mi proceso de desarrollo espiritual. Llené mi corazón de amor, de paz y serenidad. Comencé a purificar mis dones y mis virtudes y a buscar el propósito y el sentido de mi vida. Diseñé mi Proyecto de Vida y comencé a vivir y a ser feliz. Decidí vivir mi momento, mi ahora y mi aquí. Y a no permitir que nada le robe la alegría a mi momento presente. Soy dueño de mi ahora y de mi presente, y lo lleno de amor y felicidad.
Un nuevo huracán azotó nuestra isla, María lo destruyó prácticamente todo. Este fenómeno atmosférico afectó no solo las estructuras físicas, sino, las estructuras mentales de las personas.
Hacen varios años que el huracán María pasó por mi vida, pero el 20 de septiembre pasó por Puerto Rico. Esta vez María no socavó mis cimientos, no derribó mis estructuras y no me causó pánico ni pavor. Mi desarrollo espiritual ya había comenzado, los objetivos estaban definidos.
Comienza el recorrido de tu camino interior y llénalo de luz y de paz.
Mis huracanes me fortalecieron y vinieron cargados de bendiciones. Mi espíritu está más fuerte que nunca. Mi corazón está lleno de amor, de fe y confianza. No existe el miedo ni el temor. Estoy lleno de esperanzas.