Vanessa Elías… nana para tu alma
Ayer, lunes 26 de junio, Vanessa se desprendió de su cuerpo y del dolor y voló a los brazos del Señor.
Ella fue nuestra amiga, hermana y compañera de quimioterapias en la sala de infusiones. Muchas de mis reflexiones escritas en este Blog se refieren a sus vivencias y a nuestras conversaciones. Y a los diálogos que semana tras semana sosteníamos todos los compañeros de esta sin igual sala.
Durante el transcurso de estos largos sueros detonaba en nuestro interior una enorme carga de sentimientos y emociones. En las conversaciones cada uno dibujaba sus quimeras, esperanzas, deseos y trataba de hilvanar con hilos de luz los sueños que desfallecían con el cansancio de nuestros pasos.
Pero siempre había risas, humor, entusiasmo y alegría. Cada uno contaba sus cuentos, sus anécdotas y celebraciones. Vanessa no dejaba de hablar y de contar cuentos. No dejaba de reír y de llenarnos de ilusiones y picardía. Era una chispa que saltaba del corazón de Dios. Era una supernova en todo su esplendor. Estaba llena del amor del Padre y lo compartía con nosotros.
Con esta bella metáfora describió Radamés, su amado esposo, su lucha: “sigan adelante con mucha fe como la que ella tenía; ¡créanme ella venció! Aunque el cáncer pudo ganarle a su cuerpo, no pudo ganarle a la fe y tuvo la victoria de la vida eterna”. Poderosa y tierna imagen de un corazón lleno del amor de Dios.
Hasta siempre Vanessa. Ya eres libre, ya no sufres. Nuestra amiga, hermana y compañera de la sala de infusiones, que mucho nos enseñaste a luchar y a amar. ¡Qué muchas ganas de vivir nos dio tu vida!
Duerme y descansa en paz guerrera pues ya estás en los brazos del Señor.